Victoria. El avión estaba aterrizando en Sheremetievo, lo que significaba que ya estábamos en casa. Qué raro, hacía una semana no quería volar a España, y ahora no quería volver a casa. Después todo será diferente en casa, o más bien, todo seguirá como antes. Qué rápido terminó nuestro loco cuento de hadas. Sólo fueran dos magnificas semanas, duró tan poco mi felicidad. Miré a Klim, sentado a mi lado, nuestras manos estaban entrelazadas. Estaba tan feliz, constantemente me sonreía cálidamente, susurraba ternura y cumplidos en mi oído durante todo el vuelo, me besaba incansablemente. Pero yo quería llorar por todo esto y tenía miedo de destruir su ilusión. No sabía cómo llamar lo que nos ocurrió allá, pero aquí, en casa, ya no sería como en España. Somos demasiado diferentes, somos de d