Con mis ojos cerrados pude concentrarme más en los sonidos del bosque, estaba sentada sobre mi árbol favorito, más específicamente, me encontraba sentada sobre el tronco grueso de madera de un árbol caído. El sonido del río que cruzaba por el lugar me tranquilizaba, y los pájaros que no dejaban de comunicarse me hacían compañía. Era un lugar equilibrado y hermoso en todas sus dimensiones, un lugar mágico y único para mí. Estuve ahí por una hora entera o tal vez un poco más, hasta que mi bolso se sintió lo suficientemente pesado, y mis piernas ya habían descansado lo suficientemente. Aquel era el único momento de calma donde podía encontrarme a mí misma y escuchar mis más profundos pensamientos, también era donde reflexionaba sobre todas las cosas que se supone debería hacer. Por eso mismo me costaba marcharme de ese lugar, pero me obligué a bajar del tronco del árbol y poner los pies sobre la tierra.
El camino de vuelta no era tan difícil después de haberlo recorrido tantas veces, ya no trastabillaba, ni me tropezaba como solía hacerlo al inicio. Me sentía como una persona más aventurera y arriesgada, probablemente me estaba volviendo como todos los que viven allí, me estaba convirtiendo en una persona nueva. Luego de perder de vista el río escuché a alguien sorprenderse, así que levanté la mirada y vi a Owen con su perro. No pude evitar dar un paso atrás porque creí que su perro me atacaría de nuevo, pero ambos simplemente me miraron de forma indecisa.
—No te estoy siguiendo —se apresuró a decir.
Lo miré con recelo, aunque en realidad estaba fingiendo porque no me molestaba verlo, lo único que me preocupaba era que empezarán a sospechar sobre a donde iba y por qué.
—Viniste luego de terminar tus clases, debes querer mucho a tu perro —le dije.
—Somos inseparables —respondió —. ¿Podemos acompañarte de vuelta? —preguntó nervioso.
Estaba segura que si decía que no en ese momento le vería como una mala persona, así que preferí optar por mantener una mejor relación.
—Si vamos por el mismo camino no veo ningún problema —comenté antes de seguir caminando.
Los dos caminamos en silencio por el estrecho camino entre los árboles, nos tomó unos veinte minutos llegar a la estacionamiento del parque donde Owen había estacionado su auto. A veces él decidía estacionarlo abajo y otras veces subía la montaña y lo estacionaba en la entrada del parque, probablemente lo hacía para poder recorrer el bosque con más profundidad y sin temer cuán largo podría ser el camino de regreso.
—Rocco, atrás —le ordenó al perro y él se subió al asiento de atrás —, ¿quieres que... Puedo llevarte a tu casa?
Los dos me miraron con gran expectativa, empezaba a entender porque decían que la mascota y el dueño se parecen, los dos tenían la misma expresión de súplica y esperanza. Con el peso que había en mi maleta decidí aceptar la oferta por primera vez, entonces el se apresuró a abrirme la puerta como si fuera a cambiar de opinión de repente. Él intentó ayudarme con la maleta al principio, y aunque lo dejé ayudarme a quitarmela de la espalda, la agarré de vuelta para mantenerla conmigo. Me ofreció ponerla en la parte de atrás para que fuera más segura y yo estuviera más cómoda, se había dado cuenta de todo el peso que había estado cargando y deseaba darme un momento de alivio, lo que no sabía es que estar lejos del bolso me podría causar un poco de ansiedad. Al final, la puse frente a mis pies y él se rindió para proseguir a manejar montaña abajo. Le di mi dirección para que la pusiera en el mapa, a lo que él insistió que no era necesario porque su padre le había enseñado a aprenderse los caminos sin necesidad del GPS.
—Entonces, tienes buena memoria —le dije pensativa, y al dar un vistazo por el espejo retrovisor ví a Rocco sacar la cabeza por la ventana.
—Hoy hace buen clima —mencionó Owen y miró a su perro rápidamente —. ¿Verdad, Rocco? —preguntó y el perro le ladró emocionado.
Entonces, me volví para mirar a Owen y lo observé con gran detalle, su perfil me pareció perfecto en su forma, tenía la nariz recta y la forma en que sonreía...
—¿Te gusta Imagine Dragons? —preguntó y se encontró con mi mirada, tuve que parpadear y mirar a otro lado para disimular.
—Sí —respondí y el puso una canción a todo volumen, pero simplemente la escuchó mientras movía la cabeza al ritmo de la canción. Así que empecé a cantar para que él hiciera lo mismo, pero simplemente me miró sorprendido y luego se sintió avergonzado —. ¿No cantas?
—No, solo la disfruto.
—Tienes que cantarla para disfrutarla —le dije y canté de nuevo, entonces él lo intentó un poco. Francamente nunca había conocido a alguien que no se pusiera a cantar, también pensé que de pronto lo hacía cuando estaba solo y no en compañía. En fin, llegamos a mi casa en menos de diez minutos, el dió vuelta luego del puente y Rocco disfrutó aquel giro cerrado. Escuchamos très canciones en total para el momento en que estacionamos frente a mi casa, y Owen insistió en abrir mi puerta para ayudar con el bolso.
—Eres muy protectora con tus cosas —me dijo cuando no lo dejé tomar el bolso, y lo abracé a mi cuerpo como si fuera un bebé.
—Puedo cargar mis propio peso —le dije y fui directo a la puerta, me sorprendí al ver que no había nadie, y luego decidí invitar a Owen a tomar un vaso de limonada, un acto bastante inesperado para ambos.
—Me encantaría —dijo como respuesta y dejó salir a Rocco del auto, para que pudiera unirse a nosotros.
Lo dejé entrar a mi casa para que se sentará en el pequeño comedor cerca de la cocina, y por alguna razón sentí como hubiera hecho mucho más que eso al abrirle la puerta. La maleta quedó guardada en un lugar seguro, lo olvidé todo por un momento y le serví la limonada de fresa que había hecho con mi tía el día anterior. Él la disfrutó y la elogio, dijo que tenía el sabor perfecto, yo me sentí bastante halagada.
—Es una casa encantadora —mencionó después.
—Gracias, me he esforzado en decorarla —dijo Mags, mientras entraba a la casa y nos encontraba en la cocina —. Me alegra verte aquí Owen.
—Es un gusto verla de nuevo—se apresuró a devolver el saludo.
—¿Van a ver el atardecer? —nos preguntó, y miré el reloj confundida —. Ahora que lo pienso, este es el momento perfecto para ver el álbum de fotos —dijo, y se fue a buscarlo.
—Tu tía tiene bastante energía —dijo él.
Me preguntaba qué fotos exactamente iba a mostrarnos, no creí que tuviera alguna mía, aunque tampoco era algo imposible. Me sorprendió cuando volvió con un álbum de fotos bastante grande, entonces nos invitó a sentarnos en el sofá a su lado, ella puso el libro en mi regazo y me dejó pasar las páginas a mi ritmo. Vi fotos de mis abuelos, de la tía Mags, mi madre y de otro chico.
—Era tu tío Marcus, murió cuando era muy joven en un accidente —explicó mientras miraba la foto con tristeza —, era un buen chico.
—Nunca había escuchado de él —le dije y me miró sorprendida.
—Fue muy duro para tu madre, entiendo que no lo mencionara —comentó, y empezó a contarnos algunas anécdotas. Mientras las páginas pasaban, los rostros iban envejeciendo, y el tío Marcus simplemente desapareció. Luego, por primera vez en mucho tiempo ví una foto de mi madre con mi padre, posaban frente a una motocicleta y se veían bastante jóvenes. Miré a Mags sorprendida y ella me sonrió de vuelta, y dijo que podía quedarme la foto si la quería. Cómo Owen estaba allí, ella no dijo nada malo de mi padre, aunque tampoco parecía que quisiera decir algo sobre él.
—Te pareces a tu madre —dijo Owen.
—Gracias a Dios —dijo mi tía.
Miré todas las fotos del álbum, y Mags me dijo que algunas las había enviado mi madre en mis cumpleaños. Ahora comprendía cómo me había reconocido tan rápido cuando llegué a su puerta, ella de cierto modo me había conocido toda mi vida. Entonces, me detuve en un foto donde aún era una bebé, había otras personas en la foto y un niño de cabello oscuro y desaliñado que llamó mi atención, no hice preguntas al respecto.
—Bueno, ya es hora de ver el atardecer —dijo mi tía y nos hizo levantar del sofá para que saliéramos —, yo me quedo con Rocco.
Owen y yo salimos de la casa como mi tía nos pidió, sabía que se trataba de uno de sus intentos para juntarnos, así que no protesté porque estaba teniendo una buena tarde y no quería desanimarla. Fui directo al estacionamiento del parque de Seacliff, para poder ver el barco hundido y el color naranja reflejado en el agua. Cuando llegamos al borde del precipicio me metí las manos en los bolsillos, estaba haciendo un poco de frío y no quería congelarme. Di una mirada abajo y vi que Owen intentaba tomar mi mano, se rindió cuando se dió cuenta que estaban fuera de su alcance, intenté no hacerle saber que me había dado cuenta para no avergonzarlo.
—Te gusta mucho venir aquí —me dijo —, se ve mejor desde la otra calle —añadió.
—A veces voy a la otra calle, pero hoy no quería caminar hasta allá —le dije —. Apuesto que no vienes mucho a esta playa.
—No, no lo hago, prefiero ir a Capitola a surfear, el muelle y el barco no permite hacer muchas cosas, además a veces huele mal.
—Pero, luce bastante genial —le dije —, no hay muchos barcos hundidos por aquí.
—Supongo que no.
—Le tengo aprecio al barco, siento que no somos tan diferentes.
—Ademas del hecho de que sea un barco y tú una humana, sí, definitivamente tienen mucho en común —comentó riéndose, y le di una palmada en el hombro para protestar —, perdón.
—Tonto.
—¿Por qué se parecen? —preguntó con interés.
Quise decirle en ese momento que era porque ambos habíamos sido abandonados a merced de la naturaleza o la vida misma, pero me di cuenta que para eso tendría que explicarle muchas cosas de las cuales no quería hablar. Así que en su lugar me quedé mirándolo a punto de decir algo, y él se quedó esperando por una respuesta que no supe cómo dar.
—Los demás nos dejaron atrás —fue lo único que pude decir, se ajustaba un poco con mi historia de que mis padres trabajaban mucho y yo me había quedado allí.
—Bueno, yo nunca te dejaría —dijo él rápidamente, y luego se sonrojó por completo. Seguramente fue algo que dijo por el impulso del momento y no midio muy bien sus palabras, por lo tanto me reí para aligerar un poco la situación y apoyarlo para que se riera también.
—No entiendo porque te gustó tanto —comenté mientras me reía.
—¿Por qué no me gustarías?
—No me conoces muy bien.
—Por eso te estoy conociendo, y cada vez que descubro cosas nuevas de ti, me gustas un poco más. Cada vez que te vuelvo a ver, también me gustas un poco más. Y cada vez que pienso en ti, de nuevo me gustas un poco más.
—Wow, estás en modo conquista —comenté —, ¿no le dices estas cosas a otras chicas verdad? Apuesto que hubo otras chicas antes de mí.
—No, no le he dicho esto a otras chicas antes de ti. Y sí, he tenido novia antes, no tantas, solo algunas...
—Qué galán...
—Mi madre dijo que era un niño bastante enamoradizo, me gustan las chicas atrevidas y llenas de sorpresas, me gusta cuando emanan misterio, y les gusta tener aventuras..
—¿Aventuras?
—Sí, como ir a lugares fantásticos, riesgosos o inesperados, que nada las detenga en su camino hacia el éxito —su discurso parecía propaganda.
—¿Y yo tengo todo eso? —le pregunté con incredulidad.
—Tienes muchas cualidades.
En ese momento me pregunté de qué forma me miraba él y que era lo que veía en mí, estaba segura que tenía una visión completamente diferente a la mía y eso me causaba curiosidad.
—Debo regresar pronto, mi madre dijo que hoy cenaríamos juntos —, recordó él de repente, así que regresamos juntos a la casa para que pudiera recoger a su perro e irse en el auto.
—¿Ya son novios? —me preguntó Mags cuando él se fue.
—Por supuesto que no, apenas nos estamos conociendo y debo concentrarme en estudiar para el exámen —le dije antes de ingresar a la casa de nuevo y ella simplemente refunfuñó, mientras se reía de mi terquedad.
—Eso lo sé muy bien, pero no olvides que a veces el amor verdadero toca nuestra puerta solamente una vez en la vida, y si no abres la puerta a tiempo puede que no haya otra oportunidad.
—Estoy segura de que podrán tocar a la puerta después, ahora mismo soy muy joven para abrir la puerta —respondí a lo que dijo, y entré en mi habitación para relajarme un poco antes de la cena. Así que me tumbé sobre la cama y cerré mis ojos, estaba feliz de haber visto aquella foto de mis padres, también me hacía sentir bien que había tenido un buen día, aunque había dos cosas que no dejaban de molestar mi mente, como la foto en donde estaba el niño desconocido, y Owen. Estuve pensativa por varias horas, antes, durante y después de la cena. Incluso antes de dormir cuando dejé un mensaje de texto para mi reunión en Stanford, me esperaba un viaje muy importante para cumplir el objetivo del papel que había quemado cuando llegué a ese lugar.