Llego a casa, veo a mi madre haciendo café en la cocina, huele tan bien; recorro con la mirada toda la sala buscando a mis terremotos.
—Están dormidos, costo que se fueran a la cama, pero conmigo no pueden.— dice mi madre mientras me sirve una taza.
—Gracias, lo necesitaba, he pasado las últimas horas en una agonía.
— Estar encerrada en un ascensor no es fácil para nadie menos para alguien que le tiene terror, por lo menos no estabas sola.
— Por lo menos, aunque no sé si eso ayudo.
- Mmmm, ¿qué hacía él ahí?.— me pregunta mi madre con esa mirada que no deja cavidad a mentir.
—¿Quién, mi compañero de trabajo?, iba de salida.
—Está bien, ¿pero cuándo Thomas paso hacer tu compañero de trabajo?.— la miro sin saber qué decir, qué boba pensar que no se iba a dar cuenta de que era él.
— ¿Dedujiste que era Thomas solo por una llamada?.
— Reconocería esa voz, ¿desde cuándo lo ves?, ¿qué quiere?. ¿Ha visto a los niños?.— tantas preguntas me enredan.
— No lo veo madre, resulta que es el nuevo socio del bufete desde el viernes, aún asimilo que trabaja conmigo.
— ¿Cuándo pensabas decírmelo?. Además, su familia tiene un bufete y él es el heredero, ¿cómo paso hacer socio del bufete de su competencia?.
— No sé madre, según él quiere empezar un camino donde el apellido de su familia no tenga que ver, quiere emprender solo y yo qué sé. La verdad me parece raro, pero es lo que dijeron los socios.
— ¿Y quiere emprender justo en la empresa de la competencia donde tú trabajas?, eso no me parece casualidad. ¿Y si quiere algo con los niños?.
—¿Los niños?, madre, él ni sabe que existen por Dios. Lo que quiera no tiene que ver con mis hijos.
— Hija, él sabe que los niños existe.— la miro sin saber de qué habla - escucha, hace un año cuando saliste de viaje por un fin de semana por trabajo, nos dejaste a los niños, fuimos al parque y luego a comer helado, nos topamos con su madre y hermana, vieron a Mía y bueno solo hay que verla para saber que se parece a su padre. Luego vieron a Edwin que venía hacia mí, y su hermanita no dudo en opinar que pensaba que no existían.
— Ya va, ¿de qué hablas?. ¿Cómo que ese par de víboras saben de mis hijos?, ¿por qué no me lo dijiste?.
— Estuvimos pendiente toda la semana, pero como no hicieron presencia pensamos que era mejor no decirte nada para no angustiarte, pero si ellas saben es obvio que se lo dijeron.
— Thomas sabe que mis hijos existen, que es padre y aparece ahora después de un año… No, no puede ser.— en mi cabeza no cabe que eso pueda pasar, puede ser lo que sea, pero no ignoraría así a sus hijos, ¿o si?.
— Hija, yo solo te digo lo que sé, me parece raro que de todos los bufetes vaya justo al que tú trabajas, capaz, quiere acercarse a ti y a los niños, formar parte de su vida o quitártelos.— la miro asustada y molesta.
— Eso no va a pasar madre, no sé que quiere Thomas, pero mis hijos no forman parte de su juego, si sabe de ellos y aparece de, pues de un año no se los merece, ¡como un demonio!, debieron decirme esto. Yo pensando que me comportaba con un ser terrible al ocultarle sobre los niños y resulta que él muy… Sabe que existen.
— Hija, solo ten cuidado, saliste lastimada una vez no quiero que eso vuelva a pasar y ahora que tienes a los niños, ellos también pueden salir afectados.
— Eso no va a pasar, nadie lastima a mis hijos, madre, nadie primero los mato, así sea su padre. Mira mejor dejemos esta conversación aquí porque estoy que exploto de la rabia. ¿Te quedas a dormir?.
— No hija ya tu padre mando Alberto por mí debe estar abajo esperándome. — me besa la frente - solo ten cuidado.
— Si madre, llámame al llegar y por favor no le digas a mi padre, no quiero que se angustie, deja que maneje esto. Quiero saber que quiere primero.
— Me informas de todo, cualquier cosa me llamas.
Se va y me deja con mis pensamientos, la angustia, la rabia, la incertidumbre. Voy al cuarto de mis hijos, los veo dormir tan bello, tan inocentes de todo como Thomas puede perderse esto, una cosa es que yo se lo prohíba y me sienta de la patada por eso, quitándole algo que se merece, pero otra cosa es que él sepa y se mantenga lejos. ¿De verdad puso sus sueños, sus metas por encima de nuestros hijos?, ¿de verdad piensa que no son de él como me dijo la última vez que nos vimos?.
Me acerco a sus camas y los arropo, le doy sus besos. No voy a dejar que me los lastimen así sea su padre.
Me voy a mi cama y los recuerdos me invaden, recuerdo la primera vez que me beso. Estábamos en una fiesta de la fraternidad, habían ganado un juego de la temporada, él llegó acompañado de una porrista sexy de la que lo perseguía, yo estaba sentada en el barandal del balcón, siempre me gusto las alturas y el riesgo, esto era dos en uno.
Lo vi celebrar con sus amigos, estaba algo molesta y celosa, éramos amigos, él me obligo a ir a ese estúpido juego, pero me ignoro todo el tiempo hasta cuando lo felicite, solo me dio la espalda con un gesto. Y si había ido a esa fiesta fue porque Darla me convenció de venir, me la he pasado la última hora esquivando a borrachos, a niños que se creen la última sensación, en serio tienen su ego por los cielos hasta que entre en esta habitación eche llave y me senté en el balcón viendo y burlándome de todos y ahora viéndolo a él emborracharse con sus amigos y besarse con cuanta golfa se le acerque.
Eso es molesto, de pronto veo que su mirada cruza con la mía después de que su lengua llegara a la garganta de Bárbara, otra perra sexy porrista, no sé si fue sorpresa o molestia cuando me vio. Solo lo saludé y seguí con mi botella, si estaba tomando como les dije me encanta el peligro.
De pronto solo escucho su voz en el balcón.
—¿Estás loca que crees que haces?, baja de ahí.— me dice.
Me asustó que casi me caigo, solté la cerveza y quedo hecha pedazos y debo decir que si no es porque me agarra por la cintura, en estos momentos seria cadáver hecho papillas al igual que mi cerveza.
— ¡¿Estás loco?!, casi me matas - le digo.
— ¿Yo te mato?, tú eres la que está sentada en la baranda del balcón del segundo piso con una cerveza en la mano. Bájate de ahí te vas a lastimar.
—¿Cómo llegaste hasta aquí?, cerré la puerta con llave y no creo que me pase algo si me sigues agarrando con tanta fuerza.— aún tenía su brazo alrededor de mi cintura.
— Escale, no es tan difícil. No me has contestado ¿qué haces aquí?.
— Lo que hacen todos Thomas, celebrar que ganamos un partido, beber y bailar solo creo que me falta el sexo en un vestidor o bueno en la piscina - le señalo a una pareja que está en la alberca, es una porrista con uno de los jugadores.
— ¡Eso no va a pasar mientras que yo este vivo!.— lo dice tan enojado y seguro que da miedo.
—¿Por qué no si tú eres uno de esos?, tu fama te precede, Tommy es más, yo te acabo de ver.
— No perteneces aquí Valeria, esto es otro mundo.— lo miro enojada.
— Primero suéltame que no me voy a caer, segundo esta fiesta es para todos los estudiantes de la universidad y yo formo parte de ese grupo, tercero puedo divertirme como todos en esta fiesta y puedo besar a cualquiera de tus compañeros del equipo, es más creo que ahí va un par que estarían en cantados.
— No te van a tocar Valeria.
— ¿Ah y eso porque?, ¿crees que porque no llevo pompones, vestido diminuto y animando como estúpida, no puedo tener a cualquiera de esos idiotas borrachos?.
— No, sé que eres capaz de tener a cualquiera, pero ninguno te tocaría porque sabe que lo mataría solo por pensarlo.
— ¿Ahora vas a hacer mi hermano protector que aleja los chicos malos de mí?, ¿ahora te pido permiso para beberme una cerveza o besar a ese que está ahí?.— le señaló a su compañero de equipo, Eduardo, sé que se llevan mal aunque aún no sé el porqué, pero sé que se odian, - dicen que besa como un dios capaz de hacerte olvidar hasta el nombre y quiero saber si es verdad. ¡Eduardo!.— grito su nombre y Thomas me tapa la boca, echándome hacia atrás, recostándome más hacia su espalda.
— ¿Qué diablos crees que haces?, estás borracha o qué?. — me mira enojado - ¿Por qué no me dejas divertirme?, tú te la estabas pasando bien, besando a cualquiera, bebiendo, jugando, ¿por qué yo no puedo hacer lo mismo?.
— Porque no, porque… Porque…— empieza a titubear y me ve, estoy molesta, celosa, sé que le dije que solo quería ser su amiga, pero me molesta verlo con otra.
—¡¿Por qué?!.— le grito.
— Está bien, ¿te quieres divertir?, ¿quieres saber lo que es un beso que te haga olvidar tu nombre?. Está bien, pero te aseguro que no va a ser ese idiota el que ponga un solo dedo sobre ti porque lo mato a él y a quien sea.
— A bueno, así estoy mejor, a ver pásame la lista de los que me puedo acercar.
— No hay lista, demonios; no vas a besar a nadie en esta fiesta ni en ningún lado que no sea a mí, ¿está claro?.— lo veo asombrada y después solo siento sus labios en los míos.
Tan cálidos, tan suaves, uno de sus brazos fuertes en mi cintura y el otro en mi cabeza evitando que me aleje de él, cosa que no pienso hacer, le respondo el beso con la misma pasión y sí que besa como un Dios o eso creo, me dejo sin aliento y puedo decir que jamás me han besado así hasta olvide mi nombre y sentí esta necesidad de algo más que un beso, no quiero que termine, pero en se aleje no muy lejos claro.
— ¿té... quedo... claro?.— me pregunta entre cortado tomando aire en cada palabra.
— Sí... claro... pero tú no puedes besar a nadie más, no quiero que me contagies de un herpes o yo que sé además no me gustan compartí.— le susurro las últimas palabras.
Me sonríe - Después de probar esos labios no puedo tocar otros sería un sacrilegio.
—Bien, por qué yo después de tocar los tuyos mataría por ellos.
— Esto significa que a partir de hoy eres mía, intocable, mi chica, mi novia.
— Que forma tan original de pedir que sea tu novia Thomas, pero entonces ve diciéndole a tus amiguitas que mantengan sus garras bien lejos de ti, porque si no van a ver su perfecto cabello colgado en el poste de luz. ¿Estamos claros?.
— Estamos claros, fiera.
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¿Quién iba a decir que ese beso aun después de tres años todavía sigue siendo un vicio?.
Estúpida, soy una estúpida, como pude responder a ese beso, debería tener en cuenta todo lo que paso, Thomas siguió su vida, no puede venir alborotar la mía y la de mis hijos. Mi mamá no puede tener razón, Thomas no puede saber de los niños, puede ser un engreído, odioso, prepotente, pero no abandonaría de esa manera a los niños, ¿o si?.
Sé que decidí no sacarlo de su error con los niños porque era lo que quería, para que siguiera su vida, pero saber de ellos y desentenderse de esa manera es algo que no concibo, donde quedo todo lo que decía que quería una docena de niños que se parecieran a mí, niños con mis cabellos y sus ojos, como una persona puede cambiar tanto.
¿Y si viene por los, si quiere quitármelos?. No, no, eso no lo voy a permitir, mis ojos, no van a estar ni un metro de la familia de su padre, esa plaga debe estar a metros de mis hijos y si Thomas quiere guerra, pues va a saber que no hay más fiera que aquella que le quieren arrebatar a sus hijos.