cinco

2198 Words
- Imagino que tienes una buena razón para despertarme tan temprano – Dije adormilado y rabioso por el sueño robado por mí amigo. - ¡Si que la tengo! ¡Es martes y tienes que llegar a todas las clases! – Respondió Matt recordándome mis deberes. - ¡Ya estaba despierto! – Mentí. - Si, lo que tú digas Adrien. – Contestó. Lo escuché subirse a su auto – Recuerda que tenemos clase con la Sra. D, así que saca tu trasero de la cama y muévete. Tienes exactamente veinte minutos. Pasaré por tu casa y más te vale que te vea sobre tu moto con unas enormes gafas negras para que tapes la resaca que debes tener y dirigiéndote hacia la institución a la que tú, con tanto cariño, llamas el purgatorio en la tierra. - Prácticamente ya estoy en la moto – Respondí huraño. - Por lo menos péinate y arréglate un poco – Me dijo como si fuera un niño. Sonreí por lo bajo. - Me urge acostumbrarme a estas horas de entrada – Respondí mientras sacaba ropa del armario y entraba al baño – Por cierto, Matt... - ¿Si? – Preguntó. - Gracias – Dije. - No es nada, hermano. Corté el teléfono y terminé de vestirme. Salí del baño y entré en la cocina para tomarme rápidamente un café. Reí por lo bajo al pensar que ahora Matt debía estar intentando despertar a Paolo. Terminé el café y tomé mis cosas. Salí de la casa y me acerqué a mi linda moto, la única mujer que nunca me reprochaba nada. A lo lejos vi el auto de Matt y sin segur dando vueltas, prendí mi moto y lo seguí hacia la institución, pronto estábamos allí. - Matthew... ¿Acaso nunca te cansas de ser tan responsable? – Preguntó Paolo recargándose en el coche de Matt en el lugar habitual donde nos reuníamos antes de entrar a clases, con una nota de admiración hacia su amigo. De alguna forma, había logrado que se levantara de la cama para llegar temprano y además había llegado a una cafetería y había traído cafés para los tres. El aludido solo se encogió de hombros. - Solamente trato de asegurarme que mis futuros socios no sean unos completos y verdaderos inútiles – Dijo quitándole importancia y mirando distraídamente hacia otro lado para evitar las miradas de gratitud de nosotros. - De todos modos, un día de estos te lo retribuiremos – Dije, mientras sorbía un poco de café y miraba hacia otro lugar al igual que Matt en un intento porque la situación no se volviese más sentimental de lo que ya era. - ¡Eso es un hecho! – Afirmó Paolo mientras le daba un golpecito afectuoso a Matthew. Ciertamente Paolo, era el más afectuoso de los tres, Matt es el responsable... y eso me dejo a mí el lugar de... soy el patán del grupo. Esa conclusión me hizo sonreír. – ¿Ves? ¡Hasta Adrien esta sonriendo! Somos afortunados de tenerte, Matt. – Dijo y le dio otro golpecito, esta vez uno más fuerte, provocando que derramara un poco de su café. - ¡Genial! ¡Esta hirviendo, Paolo! – Dijo cambiando la taza de mano y secándose la otra en su propio abrigo. - Lo siento – Dijo resignado a que valía más dejar que se secara en él. - Mira quién viene ahí – Dijo Matt mientras prendía uno de sus cigarrillos y hacía que Paolo sostuviera su café – ¿No fumas hoy? – Me preguntó sorprendido. - Esta mañana me es más urgente este café para despabilarme un poco – Confesé. En ese momento el auto al que había llamaba la atención de Matt e hizo que llamara la mía también, estacionó al lado de mi moto, justo enfrente de donde nos encontrábamos nosotros reunidos. De ahí, el primero que se bajó fue Miller, el cual fue al otro lado del auto y le abrió la puerta a... Emery. Esta bajó con cuidado, tomando su bolso y le entregó una amable sonrisa a su compañero, una vez hecho esto, se dispuso a caminar hacia la Universidad. - ¡Buenos días, Em! – Le habló Paolo. Ella dirigió su mirada a nosotros. Sonrió levemente y subió un poco la mano que no tenía sosteniendo su bolso en seña de saludo. - Buenos días – Saludó ella, haciendo que Miller me dirigiera una mirada recelos, para luego llamar la atención de ella con alguna conversación insulsa y vacía. - Esta bien, creo que ya me despabilé, dame un cigarrillo – Le pedí a Paolo. - Te lo terminas en el camino, ya es hora – Me urgió Matt, mientras se adelantaba unos pasos de nosotros – Vamos, arrastren sus dormidos culos hasta el aula. - ¿Qué le pasa a este que siempre está demasiado despierta para mi gusto por las mañanas? – Me dijo en un susurro Paolo. - ¡Escuché eso, Romanov! ¡Muévete! - Amigo, lo que tú necesitas es relajarte – Refutó Paolo. Matt solo lo ignoró, no se pondría a discutir con Paolo cuando podía empujarlo hacia el salón. - ¡Otra vez tarde Ricci, Dear y Romanov! – Exclamó a gritos pelados la profesora. - Y si no fuese por Matt, no habríamos llegado, y si no fuese por Paolo, no hubiésemos llegado tarde. Si tan solo no se hubiera puesto a discutir con Matt justo antes de entrar, me ahorraría los gritos de esta vieja con abstinencia. – Me quejé en un murmullo. - ¡Ricci! ¿Qué es lo que tanto dice? – Preguntó la licenciada detrás de mí. - Esta mañana luce especialmente hermosa, profe... ¿Acaso se ha cortado el pelo? - Siéntese Ricci – Me ordenó con recelo. Tomé asiento detrás de Emery, al poco tiempo la clase me aburrió y tiré de su pelo levemente, pero ella me ignoro, solo lo acomodó hacia uno de sus lados. Volví a tirar de un mechón y me ignoró otra vez. Lo volví a hacer... - Vuelve a jalar mi cabello una vez más y te enterraré la nariz en el cerebro – Me amenazó en un susurro. - Me gustaría que lo intentaras – Contesté sincero. - ¿Qué es lo que quieres de mí? – Preguntó fastidiada. - Tal vez, si te lo digo, no quieras volver a hablarme. - Eres un sucio. - Un día nos podríamos bañar juntos – Le dije, en un murmullo. - Infeliz – Respondió y volvió su atención a la profesora. Agh, ella no estaba para cooperar con la diversión. Decidí escuchar música distraídamente, mientras esta señora hablaba como si lo que dijese fuere interesante. Hoy no estaba de humor para oírla hablar. Mi padre ya me había enseñado lo que ella estaba tratando de enseñar o explicar a la clase. En el verano me obligó a trabajar para él en su firma de abogados. Aborrecí tanto el trabajas así como ser el hijo del jefe. Marilyn Manson siempre me ayudaba a pasar el día sin maltratar a nadie... o ¿era al revés? - Ricci... Ricci... ¡Ricci! – Me llamó. Ya la había oído pero decidí continuar con mi cabeza echada hacia atrás y con los ojos cerrados. - Creí que necesitabas espacio, cariño – Le dije sin moverme. - ¡No me digas cariño! – Exclamó más fuerte de lo que era necesario, incluso si yo estaba usando los audífonos en ese momento. Me sacó el de la oreja derecha y tuve que abrir los ojos, estaba parada a un lado de mí y ya todos habían desalojado la sala, supongo que me concentré demasiado en la música. - Estas muy sensible este día, dime... ¿Necesitas que vaya a la farmacia por ti? – La vi ponerse roja pero de coraje. Me sorprendió que no le saliera humo de las orejas. - Estaré bien en cuanto tenga tus ojos entre mis dedos – Dijo amenazadoramente. - Vaya, si que eres dulce – Dije fingiendo demencia – Halagas mis ojos. - Hablo literalmente – Dijo acompañada con una sonrisa maléfica. - Oh, lo siento cariño pero este par me ha conseguido varias citas con una sola mirada. Me temo que no los puedes tener – Hice una pausa dramática mientras le mostraba una amplia sonrisa y la escudriñaba de arriba abajo – Pero se me ocurre otra cosa de mí que podrías tener entre tus dedos – Me abofeteó con fuerza – Supongo que ahora es cuando digo "ouch". Tomó sus cosas y se dirigió a la puerta. - Em – La llamé antes de que saliera – No veo por qué habría de molestarte tocarme el cabello... – Hice una pausa y puse una expresión divertida – ¿O será que pensaste que estaba hablando de...? - ¡Yo no pensé nada! – Me interrumpió nerviosa. - Si, eso creí – Dije mientras la miraba acosadoramente. Ella solo pudo encogerse de hombros y ponerse roja. Salió de allí dejándome solo. Me puse de pie y decidí salir también. Quedaban unos cinco minutos antes de que comenzara la siguiente clase, y necesitaba fumar un cigarrillo. Salí del salón y comencé a caminar por el pasillo. La chica que sería conquistada de esta semana se acercó mirando para todos lados hasta que llegó a mí. Tal vez se estaba percatando de que Leila no la viera o algo por el estilo. - Hola, lindo – Dijo con una pequeña sonrisa. Sonreí fingidamente, como me irritaban las chicas como ella. Siempre se la pasaban hablando de lo mismo, nunca podías tener una conversación normal y larga con ellas, aunque en la mayoría de los casos no me interesaba conversar con ellas. Volvió a mirar para sus costados y cuando se percató de que nadie nos veía, se acercó a mi boca y comenzó a besarme. Mis ojos estaban bien abiertos ante esto, no me esperaba que fuera tan... demostrativa. No cerré los ojos, no me gustaba cerrar los ojos cuando las besaba. Revoleé los ojos, esperando a que una buena vez terminara. No era una buena besadora, espero no sea así en la cama. Al fin se alejó de mí, sonreí sin separar los labios. - ¿Y eso? – Pregunté. - Un pequeño adelanto – Dijo. Escuché una risa muy chistosa desde lo lejos. Me incliné un poco hacia mi derecha y allí estaba ella, riéndose divertida con Paolo y Matt. Paolo estaba haciendo caras divertidas mientras Matt envolvía a Em por el costado de su cintura y la sostenía cerca de él. Torcí la cabeza y miré sin entender. Volví mi vista a la chica que se encontraba frente a mí... Como odiaba no recordar sus nombres. - Lo siento... - Kate – Dijo, sorprendida. - Si, lo sé – Dije como para que no se sintiera muy usada – Nos vemos luego, Kate. - Está bien, lindo – Dijo y se quiso acercar de nuevo a mi boca, pero fui más rápido que ella y besé su frente. Me alejé de ella y comencé a caminar hacia los dos payasos de circo y la dueña del mismo. Al instante que Matt me divisó, soltó a Em y ambos dejaron de hacerse los graciosos. Ella los miró confundida y se giró a verme. - Dios... – Susurró fastidiada – Bueno chicos, gracias por las risas pero ya me voy. Quiso alejarse, pero rápidamente la tomé de la cintura y la jalé hacia mí. - ¿A dónde vas hermosa? – Le dije mirándola fijamente a los ojos. - ¡Suéltame, Ricci! – Exclamó y comenzó a forcejear para salirse de mi agarre. - ¿Cuál era el chiste? – Pregunté a mis dos amigos. - ¡Suéltame! – Volvió a intentar. - ¿No escuchaste lo que te ha dicho? – Preguntó él detrás nuestro. Sin soltarla, me giré a verlo. - Miller – Dije y sonreí. - Suéltala, Ricci, te lo advierto. - Mass, tranquilo – Dijo ella y con un movimiento más se soltó de mi brazo – Es solo un niño. - ¿Vamos? – Dijo él. - Vamos – Afirmó ella y sonriéndole a Matt y a Paolo, se alejó de nosotros. - La hiciste buena, Adrien. Ya casi la tenía – Dijo Matthew. - ¿Ya casi la tenías? – Repetí y me giré a verlo – Ya te lo he dicho, es mía. - Hagamos una cosa – Habló Paolo – Nosotros te damos 400 dólares si logras llevártela a la cama. - Oye... - Se quejó Matt. - Tiene que ser la conquista de esta semana – Agregó Paolo. - Pero ya tengo una – Aseguré. - Vamos, Ricci ¿Acaso eres un gallina? – Se burló Matthew. - Si llegamos al lunes que viene y aun no te has acostado con ella. Tú nos das 200 dólares a cada uno de nosotros – Dijo muy seguro de que eso iba a suceder. - ¿Aceptas? – Preguntó Dear. - Está bien, sucias – Les hablé y sonreí maliciosamente – Vayan preparando ese dinero, porque esa preciosura de Emery estará mañana mismo entre mis sábanas.
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