La mujer que él ama

1321 Words
Cuando llegué a la empresa, recibí el saludo de todos los empleados, y obviamente, como nunca falta, siempre están murmurando cosas sobre mí. Hay algunos que les agrado, a otros no, simplemente porque soy la esposa de Donan, un CEO importante, ¿Acaso yo escogí este camino? Nunca estuvo en mis planes, que estuviera enamorada, no dejaba dicho que tuve codicia sobre el puesto de señora Fox. —Aldo, infórmame —le dije a mi asistente apenas llegué a la oficina, me esperaba con su agenda en mano. —Mi señora, en diez minutos hay una reunión de consejo directivo, y por otro lado, tiene varios contratos por cerrar, como por ejemplo, está pendiente el contrato con un modelo de marketing para la sesión de fotos, y tiene una reunión pendiente con el señor Colleen —me informa Aldo. Me estaba mirando de una manera extraña que no logré comprender. —¿Hay algo que quieras decirme? —fui directo al punto. —Bueno...tiene algo...—me señaló el labio. Oh por Dios, ¿Se me habrá notado?. —No es nada Aldo, tuve un percance, no le des importancia —le regalé una sonrisa fingida. No quiero que piensen que tal vez Donan me ha golpeado ya que, es mi esposo, es la primera vez que mi padre me golpea, y no sabía cómo reaccionar ante la situación. —Entonces, me retiro, mi señora. —Adelante. En cuanto salió de mi oficina, me miré en un espejo, todavía se me nota el golpe, tal vez no me cubrí lo suficiente. —Jennifer —la voz de Donan me sacudió, e inmediatamente guardé el espejo en el cajón. —¿Donan? ¿Necesitas algo? —me levanté de mi asiento, un poco extrañada. Él rara vez viene a mi oficina, y lo noto cansado, más que de costumbre. —Necesito que me ayudes a checar unos papeles —me dijo, con las manos metidas dentro de sus bolsillos. —Oh, en un momento los iré a buscar a tu oficina. Me miró detenidamente, recorriendo mi rostro con su mirada, y cuando me percaté, aparté la cara. —...Si eso era todo... —¿Quién te golpeó? —me cortó, con un tono de voz tosco y seco. No quería que lo viera, pensé que no se daría cuenta si me ponía un poco de maquillaje, pero me equivoqué, hasta mi asistente lo vio. —No es nada, tuve un accidente en el baño —mentí de nuevo, a la única persona que no se lo pude ocultar, fue a Francis. —Mentirosa —soltó, dándome un mirada gélida. —¿Que? —lo miré con extrañeza —no miento, y si ya no tienes nada más que decirme, vete. Volví a tomar asiento, moviendo mis papeles del escritorio, pensé que se iría, pero no lo hizo. Sus pasos se dirigieron hasta mi escritorio, y quedó parado frente a mi. —No sabes mentir —me dijo, y se inclinó lentamente hasta quedar cerca de mi rostro —. Este golpe lo hizo una mano, no cualquier objeto del baño. Me quitó el maquillaje con su dedo pulgar, y chillé del dolor, lo aparté inmediatamente con brusquedad. —¿Estás loco? Me duele —cuestioné, mirándolo con mala cara, y a la misma vez me toqué el golpe. —No me mientas, odio las mentiras. —Lo que odies o no, no tiene nada que ver conmigo, este es mi asunto. —Bien. Y sin decir más, salió de mi oficina. Pude soltar todo el aire que tenía retenido en mis pulmones. Cuando hablamos, siempre tenemos ese tipo de pequeña discusión, y aveces ni siquiera nos dirigimos la palabra como si estuviéramos enojados el uno con el otro. Por estas mismas cosas es que no puedo seguir con este matrimonio, ya Morgan volvió, y seguramente haya lo que haya hecho, Donan seguro la perdonó. No sé la razón por la que lo abandonó días antes de su boda, tampoco me he tomado la tarea de averiguarlo, pero tampoco lo haré. Tal vez esta noche pueda hablarle del divorcio, y así no tendrá que estar a la fuerza con una mujer que no ama. *** Al cabo de unos minutos, decidí ir a la oficina de Donan en busca de los papeles con los que quiere que lo ayude. —¿Cuáles son los papeles que quieres que revise? —indagué, cuando estuve frente a él. —Estos —me señaló los papeles que yacían encima de su escritorio —. Pero quiero que los revises aquí. —¿Es necesario? Tengo mi propia oficina —cuestioné, un tanto confundida. —¿Te es difícil hacer algo tan simple como lo que te estoy pidiendo?. —Exacto —contesté con firmeza. —¿Y la razón?. —Ya la sabes. Vi que su mandíbula se tensó, no sé qué pretende, ambos somos distantes, como en casa, al igual en la oficina. ¿Que tenemos que aparentar? Todos saben que soy un remplazo. —...si no hay otro asunto... —Quédate —me interrumpió, antes de que pudiera irme. —Me confundes, Donan. —¿En qué? Simplemente te estoy pidiendo que trabajes conmigo, pero pareciera como si en vez de eso, te estuviera poniendo un arma en la cabeza. —Bien, lo haré —accedí, no vale la pena seguir en discusión por esta tontería. Me iba a sentar en la la silla frente a su escritorio, pero antes de que hiciera tal acción, mi cuerpo se tambaleó, y tuve que apoyarme con la silla para no caerme. —¿Estás bien? —Donan me tomó de la cadera, ayudándome a mantener el equilibrio, no quería que esto pasara frente a él. —Estoy bien —respondí, con una voz débil. Traté de alejarme de él, sus manos me queman, y mi cuerpo siempre reacciona cuando lo tengo cerca. Sin embargo, él no se alejó. —Tómate este día libre si te sientes mal —sugirió, pero lo menos que quería era quedarme en casa sola, y cuando llegara la noche, igual de sola, porque él siempre se va con esa mujer. —Ya te dije que estoy bien, no dormí bien anoche, eso es todo —mentí nuevamente, soportando el dolor del pecho. —Y sigues mintiendo —remarcó—¿Por qué no dices cómo te sientes?. —¿Sirve de algo?. —Es que... Iba a decir algo, pero tres golpes en la puerta nos interrumpieron. —Adelante —dijo Donan, sin quitarme los ojos de encima. —Dany —una voz chillona me hizo estremecer en mi puesto, y cuando la vi de pie frente a nosotros, sentía como el dolor que tenía en el pecho, se iba haciendo cada vez más fuerte impidiendo que pudiera respirar bien. —¿Que haces aquí? —Donan se volteó abruptamente, y con el ceño fruncido. —Es que yo... —Lo dejo solos para que hablen cómodos —tomé los papeles del escritorio con suma tranquilidad —. Con permiso. —Jenny —escuché decir a mis espaldas, y me detuve en seco, porque Donan nunca me había llamado por mi nombre en diminutivo, eso solo lo hacen las personas que son íntimas a mi. Me giré, y lo miré sorprendida. —¿Si? —gesticulé —¿Necesitas algo más?. Morgan estaba en silencio, como siempre con su cara de inocencia siendo aún mayor que yo. Esa pelirroja de ojos verdes, alta y con una figura perfecta, es la mujer que abandonó a Donan días antes de su boda, y también es la culpable de que yo esté ocupando este puesto que deseo desechar ahora más que nunca, esa mujer es la que él ama, Morgan Chase. —Hablemos en casa —me dijo. Ni siquiera le respondí, simplemente salí de esa oficina, la cual sentía que me quería asfixiar.
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