¿Que hacía ella aquí? ¿Acaso ya es hora de que deje mi posición de señora Fox, y le entregue todo a ella? ¿Para eso quería Donan que me quedara en su oficina, para que la viera?.
Sigo jugando con mis manos sobre el escritorio de mi oficina, esto era de esperarse, en algún momento la vería otra vez, en algún momento iba a enfrentar esta situación.
En algún momento de mi vida deseé con todas mis fuerzas ser Morgan, para así recibir el amor de Donan, ese amor que lo perdona todo, así como él la perdonó por lo que le hizo, pero a diferencia de mí, yo nunca le haría ese tipo de daño.
Pero ahora que ocupo su puesto, no soy feliz, no quiero quedarme aquí, ya no quiero ser su esposa, ya no quiero tener que desvelarme tarde de la noche esperando a que regrese de estar con ella, ya no quiero seguir sintiéndome patética solo por amarlo, ya no quiero seguir siendo el remplazo de su ex, ahora ella volvió, que tome todo lo que le pertenece, y me deje libre.
...
Me la pasé todo el día en mi oficina, no salí a tomar el almuerzo, ni siquiera a merendar, solo agua y café, no tenía apetito de nada. Tampoco sé si Morgan se fue, o se quedó con Donan, solo por eso me quedé encerrada todo el día trabajando, para no verlos.
Cuando llegué a casa...
—Mi señora, nuevamente le han traído un ramo de rosas —me informó Ana, una de las empleadas.
—¿Ya las pusiste en agua?.
—Si, señora, y las puse en su habitación, como siempre.
—Bien, gracias Ana. Ah, por cierto, ¿Donan ya llegó?.
—No, señora, aún no, ¿Quiere que sirva la cena?.
—No. Puedes servirla para el señor cuando llegue, yo no tengo apetito. Iré a tomar una ducha.
—Como diga, señora.
Desde que ma casé con Donan, me han estado enviando ramos de rosas, siempre llega uno diferente, cuando se marchita, me llega otro. No sé quién es la persona que está detrás de esos ramos, lo intenté averiguar, pero no conseguí nada.
No he tenido a un ex novio, ni tampoco tengo admiradores que yo sepa, bueno, solo tengo un amigo, pero obviamente él no es, de un pica flor no lo bajo, cuando me lo encuentro, siempre me dice que le rompieron el corazón.
Entonces, tengo una admirador secreto. Sin embargo, Donan ni siquiera se inmuta a preguntarme quién me manda esas rosas, no le da importancia, y es una muestra más para mí, que no le importo en lo más mínimo. Así que, he estado recibiendo esas rosas de una persona que no conozco, aunque no sé quién es, me gusta el detalle, por lo menos alguien me saca una sonrisa con mis flores favoritas.
...
Tomé una ducha, y la debilidad en el cuerpo me pasó factura cuando me estaba vistiendo, por poco declino por el mareo, cada vez más se hace fuerte.
—¿No vas a cenar? —la voz de Donan a mis espaldas me estremeció, siempre causando efecto en mí.
—Ah...Donan—me acerqué a la cómoda, para verme en el espejo, y a la misma vez peinar mi cabello —. No. Puedes cenar si quieres, no tengo apetito.
—¿Por qué? —se acercó, y desde el espejo pude ver su reflejo a mis espaldas, siempre con ese rostro inexpresivo, que no sé si me odia, o simplemente no siente una pizca de afecto.
—No tengo hambre, eso es todo.
Él nunca se preocupa por mí, entonces no entiendo por qué ahora me hace preguntas por todo.
—Hoy no almorzaste, y ahora no quieres cenar, ¿No es demasiado?.
Me giré hacia él dejando el cepillo de peinar a un lado, lo miré con extrañeza, y con un pizca de interés, más del que debería, porque sabe que hoy no tomé el almuerzo, ¿Como lo sabe?.
—Estoy bien, nada es demasiado —respondí, con un tono de voz bajo, aveces estas cosas me confunden, y no me gusta.
Estaba ida en mis pensamientos, mirando a un punto no especifico de la habitación, él aún estaba presente, en silencio. Di un respingo, cuando de pronto, sentí una mano fría en mi mejilla, entonces volví a la realidad.
Él estaba frente a mi, mirándome detenidamente aún con su mano puesta en mi mejilla. ¿De qué se trata esto?.
Su mano en un movimiento lento, bajó hasta el golpe de la comisura de mi labio, ahora era más notorio sin el maquillaje.
—No lo volverá a hacer —me dijo, con un tono de voz cálido, pero no lograba comprender lo que decía.
—¿Que cosa? —pregunté, confundida.
—Nada.
Siempre es así, nunca es «nada», pero ahora eso me tiene sin cuidado, lo que me tiene inquieta es que sigue tocándome la mejilla, pero con gentileza, su toque hace que cada pequeño vello de mi piel se erice, y tampoco me agrada que me guste.
—Dijiste que hablaríamos en casa, ¿De qué se trata? —me alejé de él, impidiendo que me siguiera tocando, y me senté en la cama esperando lo que tenía para decirme.
Y no sé por qué tengo miedo que sea sobre el divorcio, tal vez en el fondo no lo deseo, no obstante, mi razón me empuja hacia esa decisión.
—Morgan trabajará en mi empresa, eso quería decirte —soltó, sin tanto rodeo.
Entonces fue cuando se me formó un nudo en la garganta, casi me era imposible respirar, sentía como alguien tomaba mi corazón y lo apretujaba fuertemente como para dejarme sin vida.
Ella tomará poco a poco lo que le corresponde, pero es injusto, ella lo dejó todo, no sé la razón, pero lo abandonó, cualquiera que hubiese sido la razón, no justifica. Ahora yo soy la que p**o los errores, o las malas decisiones de los demás. La vida es demasiado injusta.
—No tienes que informarme sobre esos asunto que para mí, en lo personal, son triviales —me incorporé en la cama, y me puse la manta —. Es tu empresa, Donan, es tu vida también, y son tus decisiones, mantenme fuera de eso, por favor.
Quería llorar, ¿Que es lo que me impide solo irme y dejar todo tirado? Tal vez las cadenas invisibles que tengo atadas en mi corazón, llamadas amor, o tal vez el miedo a decepcionar a otros que tienen su confianza en mí, como mis suegros, mis padres, y hasta a mí misma.
Aunque quiero el divorcio, y estoy decidida que si ese momento llega lo voy a aceptar, no quiere decir que no me duela, guardo silencio, y parezco fuerte, pero duele tanto como nadie se lo imagina.
—Solo quería informarte sobre esa decisión.
—¿Que fue lo que te dijo, que te hizo perdonarla? Tengo curiosidad —me atreví a preguntar, pero me arrepentí, no quería oír esa respuesta, no cuando yo misma sé lo que son capaces de hacer las personas por amor.
—¿Enserio quieres saber la razón? —su aspecto cambió de inmediato, a uno más frío —. Pregúntale a tus padres.
—¿Que tienen que ver ellos? —levanté la cabeza cuando él los mencionó.
—Preguntales lo que le hicieron a Morgan para que me dejara días antes de la boda.
—Quiero que tú me lo digas, dilo —exigí, levantándome de la cama.
—La amenazaron con su abuela, con la única familia que tenía, porque ya murió de un infarto. Ella por miedo se fue, temía por la vida de su abuela, la ambición de los Wilson la destruirían.
—Eso...no es cierto, no...
Mis padres...¡Mis padres! ¡Ellos me metieron en esto!.
—Es la verdad, Jennifer, solo querían poder, ¿No es así?.
—¡Poder! ¡Ja! —las lágrimas salieron de mis ojos, sin evitarlo —. Por eso me odias, ¿Verdad? Porque mis padres hicieron algo como eso, porque piensas que quería robarle todo a tu amada, piensas que yo quería casarme contigo, piensas que yo quería estatus y poder. ¡Respóndeme!.
Esto no puede ser verdad, mis padres...ellos...
No, es que no tiene sentido, ¿Verdad?. Si es así, ¿Por qué Donan no descargó todo su odio contra mí? ¿Por qué no me demuestra con todas sus fuerzas que me odia por quitarle el lugar a la mujer que ama por culpa de mis padres? ¿Por qué no me dijo o me lo fregó en la cara cuando ella volvió? Y sobre todo...¿Por qué sigue casado conmigo?.
—La ambición de tus padres no tiene límites, Jenifer —se acercó a mí, con mucha calma —¿Tú eres como ellos?.
—No estás respondiendo a mi pregunta, Donan.
—Mi respuesta no cambiará nada, Jennifer.
—Bien. —asentí con la cabeza —. Si ella dice que mis padres tienen la culpa, ¿Por qué no te lo dijo antes? Se supone que se aman, el miedo no es una excusa suficiente para comentarle al hombre que amas, lo que te pasa, y mucho menos algo que ponía en riesgo la felicidad de ambos.
—¿Y tú, Jenifer? ¿Por qué tienes miedo de expresar lo que sientes? Dices que el miedo no es una excusa suficiente, ¿Que hay de ti?.
—No es lo mismo, Donan, no hay nada para decir. Hablo de dos personas que se aman, no de mi.
—Ella no me lo dijo por miedo, sí, temer perder a alguien a quién amas, te hace cometer locuras. Su abuela era su única familia, no tenía a nadie, solo a mí, y prefirió sacrificarse para protegerla. Ahora que ya su abuela no está, los Wilson no tienen con qué amenazarla, por eso volvió.
—¿Lo sabes no? —me giré, y le di la espalda —. Aveces el sacrificio no es mejor manera de demostrar amor. Tal vez si ella te decía sobre la amenaza de mis padres, tú podías ayudarla, y así encontrar una solución. Así no tendría yo que ocupar su lugar, así no tendría que estar en ese infierno llamado matrimonio por un largo año. ¿Es justificable su mala decisión, y ahora quiere de vuelta lo que perdió por ello?.
—Al parecer estás del lado de tus padres.
—¡No lo estoy! —lo miré, con los ojos húmedos —¿Crees que lo estaría? Dime, ¿Enserio lo crees? ¿Crees que yo quería estar en esta posición? ¡Incluso hoy hablé con ellos sobre el posible divorcio! ¿¡Y así crees que estoy de acuerdo con toda esta basura!? ¡Incluso el golpe en mi cara fue consecuencia de eso!.
—¿Divorcio? —él parecía perplejo, como si fuera algo que nunca pasó por su cabeza —¿Quieres el divorcio?.
—¿Por qué haces esa pregunta con tanta extrañeza? Tu amada Morgan volvió, debe ocupar su lugar, y mucho más después de que fue culpa de mis padres que ella lo perdiera, ¿No es eso lo que quieres? Voy a devolverle todo.
—¿Eso es lo que quieres? —acortó la poca distancia que había entre nosotros —¿Quieres el divorcio?.
—Tú lo vas a pedir... así que, ya estoy lista para ello desde le primer día en que puse un pie en ese altar.
—Nunca lo mencioné.
—Y aún no entiendo por qué. Han pasado tres meses desde que ella volvió, has estado con ella, tiene tu perdón, es a quien amas, ¿Que te hace dudar? Incluso yo que sé mi posición, he pensado en eso.
—No pienses por mí, aveces las cosas no son lo que parecen ser...
El sonido de su teléfono nos interrumpió, una de tantas veces, pero ahora no es a media noche, sino apenas iniciando.
Él sacó su móvil, y miró la pantalla iluminada, ya me podía imaginar quién era, su amada Morgan debía ser. Frunció el ceño cuando guardó el teléfono nuevamente, y me dejó sola en la habitación si argumentar nada más.