CAPÍTULO ONCE Riley luchó contra el mareo que amenazaba con frenarla. Estaba sin aliento y su corazón latía con fuerza. Sin embargo, siguió adelante. Estaba decidida a terminar este ejercicio. El ejercicio consistía en correr por el gimnasio, hacer una pausa para agacharse junto a un marcador de plástico, volver a ponerse en pie y correr en la otra dirección. Correr le estaba resultando difícil después del trabajo agotador que ya había hecho esta mañana. Cuando llegó a la meta, se inclinó y se llevó las manos a las rodillas, tragando bocanadas de aire. Riley se secó la frente, sintiéndose bastante satisfecha consigo misma. Antes de este ejercicio, había completado la carrera requerida de tres kilómetros sin ningún problema. Eso no era realmente sorprendente. Después de todo, en DC habí