CAPÍTULO DOCE Cuando Jake entró en la oficina de Erik Lehl la mañana siguiente, supo de inmediato que el agente especial a cargo estaba de muy mal humor. El hombre alto y desgarbado podría ser formidable cuando estaba enojado. —Siéntate —dijo Lehl. Jake obedeció con inquietud. Estaba seguro de que su jefe estaba a punto de regañarlo. Lehl giró en su silla por un momento, sus piernas largas impulsándolo de lado a lado. Luego miró fijamente a Jake y le dijo: —Dime qué pasó. Jake sabía que su jefe quería que le hablara de su altercado con el periodista. La estación de televisión local había estado reproduciendo el video una y otra vez, centrándose en la toma que parecía ver que Jake había tumbado al hombre. Lehl tenía buenas razones para odiar ese tipo de publicidad. Jake contuvo un su