Me siento honrada

1749 Words
El humo flotaba en el aire cuando entraron en el club de jazz del segundo piso. Alejandro se ofreció a buscarles una mesa mientras Valeria se disculpó y se fue al baño de damas. Una vez dentro, seleccionó un compartimiento y comenzó a desabrochar los cierres de la mitad inferior de su vestido. Al principio había dudado en comprarlo, pero Ángela insistió y cedió a su amiga. Agradecida de que el baño tuviera un espejo de cuerpo entero, salió del cubículo e inspeccionó la nueva apariencia antes de dirigirse con Alejandro. Lo que una vez fue un vestido largo hasta el suelo ahora era un vestido de cóctel que se cortaba justo por encima de las rodillas. Ella sonrió con aprobación y colocó la mitad inferior del vestido en su bolso, agradecida de que entrara fácilmente. Se miró por última vez en el espejo, se recogió los mechones sueltos de cabello que se habían soltado durante la cena, se aplicó una nueva capa de lápiz labial y salió. El silbido bajo de Alejandro la saludó mientras se acercaba a la mesa de la esquina que él había elegido —¡Lindo atuendo! —Es el mismo vestido que tenía puesto antes— le informó, deslizándose en la cabina circular a su lado. —No, esa podría ser la misma tela, pero este vestido es mucho más sexy que el otro —La mitad inferior del vestido es removible, al principio desconfiaba del concepto, pero Angela me aseguró que ambos vestidos se verían bien. —Ella tenía razón— se quitó la chaqueta del traje y se echó hacia atrás, moviendo su brazo derecho hacia la repisa detrás de la espalda de Valeria— Así que le hablaste de nosotros, ¿eh? —No— dijo ella, tomando nota de la ubicación de su brazo y descubriendo que estaba disfrutando de la proximidad que le trajo— Ella sabe que tengo una cita esta noche, pero no revelé con quién iba —¿De verdad?— Alejandro sonaba sorprendido— ¿Por qué no? —Primero, no habíamos discutido cuánto íbamos a revelar sobre nuestro nuevo estado civil a nuestros compañeros de trabajo. Además, no quería que hiciera un gran alboroto por las cosas. Ella es bastante propensa a la hipérbole, ya sabes, y es extremadamente excitable en situaciones como esta. —Ángela es tu mejor amiga— le sonrió— Ella querría saber sobre esto y lo sabes —Ha dejado varias pistas en el pasado sobre la buena pareja que haríamos— admitió Valeria— Aún así, este es un asunto muy privado para mí. Honestamente, la única persona a la que le revelaría algo así es a ti. —Gracias— respondió en voz baja— ¿Pero por qué ser tan reservado? Quiero decir, no has sido exactamente tímida o privada acerca de con quién saliste en el pasado —Y tal vez esa fue una de mis caídas, estoy tratando de ser más deliberada y discreta con mi vida personal ahora. Quizás eso ayude a preservar nuestra relación —¿Entonces no te avergüenzas de estar aquí conmigo? —¡Por supuesto no! Su mano derecha se movió de alrededor de sus hombros para trazar su rostro —Bien, Brown. Porque yo tampoco —¿Por qué me avergonzaría?— ella buscó su rostro en busca de una respuesta. —Bueno...— echó hacia atrás el brazo, pasándose las manos por el cabello con nerviosismo— Solo soy un policía y ex-deportista tonto. Donde tú, no solo eres una mujer asombrosamente hermosa, sino también una genio que ha sobresalido como científica y escritora a pesar de todas las fichas que estaban en tu contra cuando eras niña. —Alejandro— le puso una mano en el antebrazo— aunque me halaga tu opinión sobre mí, ciertamente no estoy de acuerdo con tu interpretación de ti mismo. Eres un agente especial del FBI, lo que significa que tienes que tener al menos una licenciatura, además de la educación militar y del FBI que has recibido. También eres una de las personas más inteligentes que conozco en cuanto a leer las motivaciones de una persona y determinar si están diciendo la verdad o no. Por más que te he observado no me he acercado a emularte. Además, en tu trabajo como 'policía' demuestras coraje a diario al meterte en situaciones que el público en general consideraría altamente peligrosas. Cualquier mujer debería sentirse honrada de salir contigo— le sonrió alegremente— Y yo lo hago. Puede que no lo exprese muy bien, pero realmente lo valoro mucho. Alejandro le devolvió la sonrisa —Solo hay una forma en que sé cómo reaccionar ante cumplidos como ese —¿Y qué podría ser eso? Se puso de pie y ofreció su brazo, —¿Puedo tener este baile señorita Brown? —Sería un placer, señor Vitale. Se abrieron paso entre la pequeña multitud que ya giraba al ritmo de la música. Alejandro pasó un brazo alrededor de su cintura y tomó su mano justo cuando ella se movía para hacer lo mismo. Compartieron una sonrisa nerviosa y ella se obligó a relajarse y apreciar la música de la banda. Cuatro canciones más tarde estaba completamente relajada, con la cabeza descansando contenta sobre el ancho hombro de Alejandro. Se movían con una suavidad y una gracia que la hacían sentir como si hubieran estado bailando juntos durante años en lugar de solo esta noche. Alejandro también parecía estar divirtiéndose y actualmente tenía la cabeza enterrada en su cabello. —Deberíamos regresar— dijo después de algunas canciones más— Nunca se sabe lo que traerá el mañana —Una sabia observación— dijo y permitió que él la acompañara de regreso a su mesa para recoger sus cosas. Se dirigían a la puerta cuando un señor mayor se acercó y tocó el brazo de Alejandro. —Quería decirte que disfruté verte a ti y a tu novia bailar juntos esta noche —Gracias— dijo Alejandro cortésmente, como si no estuviera seguro de cómo responder. —Me hizo pensar en mí y en mi Mary— continuó el anciano— Solíamos romper cosas en nuestros días Alejandro sonrió —Estoy seguro de que lo hicieron —Ahora agárrate a esa, hijo —el hombre la señaló con un dedo nudoso—, como dice el Buen Libro: "El que encuentra una buena esposa encuentra algo bueno". Cuídala siempre y tu vida será aún más rica —Planeo eso, señor— respondió Alejandro con sinceridad, plantando un ligero beso en su mano. —Y tú— el hombre se volvió hacia Valeria— déjalo que te mime cuando quiera. No seas como estas chicas modernas que tienen que hacer todo por sí mismas— agitó su brazo hacia el resto del club con disgusto— El hombre necesita dos cosas en la vida: que lo necesiten y que le muestren respeto. Bueno, supongo que hay una tercera cosa— le guiñó un ojo con picardía a Alejandro— pero eso no es para una compañía educada, ¿verdad? Alejandro se rió entre dientes y Valeria le dio un puñetazo en el brazo en broma. —Ustedes dos tengan una buena noche— dijo el hombre con un breve saludo. Antes de que cualquiera de ellos pudiera responder, se había desvanecido entre la multitud y ninguno de ellos pudo encontrarlo de nuevo. Caminaron en silencio hacia la camioneta, cada uno reflexionando sobre las palabras del misterioso anciano. —Creo que pensó que éramos una pareja casada— dijo Valeria finalmente cuando estaban de regreso a DC. —Sí— él la miró— ¿Estás bien? —Sí. —Bien. Estabas bastante tranquila allí, así que pensé en preguntar —Ciertamente fue motivo de reflexión, aunque nada más— comentó, todavía pensando en el consejo del hombre— ¿Tenía razón acerca de las cosas que un hombre necesita? Alejandro se encogió de hombros —Más o menos. Quiero decir, una vida en la que no te sientes útil y respetado por al menos una persona no sería una vida feliz. Y definitivamente tenía razón con la tercera— sonrió como un lobo, moviendo las cejas hacia ella. —El sexo también es importante para las mujeres, ¿sabes?— bromeó ella. —Sí, bueno, para los chicos es diferente— le informó. —Eso es cierto, los hombres tienen la necesidad física de liberación... —Y aquí es donde te impido que me sermonees sobre cosas de las que soy muy consciente y no quiero un curso de actualización— interrumpió. —Oh— fue la breve respuesta. —No estoy enojado ni nada, simplemente no es una buena charla de novia —¿Te estaba tratando como si fuera una amiga? Estoy tratando de frenar esa tendencia, ¿sabes? Alejandro parecía como si se estuviera tragando la risa, aunque algo de ella logró filtrarse en su voz de todos modos —No, Vale. Estaba diciendo que no quería hablar de esas cosas con mi novia, osea tu. —¿Entonces eso te convierte en mi novio? —Por lo general, así es como funciona— sonrió. —Bien. Permanecieron en silencio durante un rato. —¿Cuál era el 'Buen Libro' al que se refería?— Valeria preguntó de repente. —La Biblia— respondió suavemente. —¿Así que esa cita está contenida en la Biblia? —Sí. —¿Donde? —Proverbios, creo... pero no me cites en eso —Okey. Valeria inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos. Era tarde y ella estaba cada vez más fatigada por minutos. —Adelante, duerme si lo necesitas, no me ofenderé. Miró por la ventana. Viajaban a lo largo de la circunvalación a paso de tortuga sin un final del atasco a la vista. —Podría poner la sirena si realmente quieres llegar a casa— ofreció. —No— bostezó Valeria, sacudiendo la cabeza— Eso no sería ético y, de todos modos, es innecesario. Aunque creo que intentaré dormir si no te importa —Puedes usar mi chaqueta como manta si quieres —Gracias, Alejandro— dijo adormilada, alcanzando el asiento trasero para sacar la chaqueta del traje que él había desechado— Esta fue una buena primera cita —Duerme lo suficiente por los dos— bromeó. Ella asintió y se quedó dormida en minutos, reconfortada por el aroma de Alejandro que la rodeaba.
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