Todo se siente bien

1389 Words
Alejandro miró a su novia dormida y sonrió. En medio del caos del tráfico que los rodeaba, ahí estaba ella, profundamente dormida y tan tranquila como podía estar. Mientras conducía el todoterreno a través del denso tráfico, pensó en los acontecimientos de la noche. La comida había sido deliciosa y todavía estaba lleno de todo el bistec que había comido. Estaba contento de haber confiado en Valeria para pedir porque no estaba seguro de haber elegido ese plato por su cuenta. También había encontrado que sus comentarios sobre en quién se basaba realmente Andy eran perspicaces y estaba contento de que ella hubiera basado al menos algunos de los rasgos del hombre ficticio en sí mismo, aunque se había sorprendido genuinamente al descubrir la conexión con Max. Su parte favorita de la noche había sido el club de Jazz. Valeria no solo había revelado algunas de las cosas que admiraba en él y le había dicho que se sentía honrada de ser su cita y había convertido su hermoso vestido en uno de cóctel súper sexy, sino que también había llegado a abrazarlo por cerca de una hora mientras bailaban. Al final de la noche, estaban completamente presionados el uno contra el otro y sintió como si se movieran como uno solo. El anciano también había sido una coincidencia maravillosa. Había rezado fervientemente para que Valeria no corrigiera al hombre acerca de que eran una pareja casada, o rompiera el sincero consejo pieza por pieza allí mismo en el club y ella no lo había hecho. En todo caso, parecía tomar su consejo en serio y no había dicho nada negativo sobre la experiencia. Él se había esforzado por no reírse cuando ella lo malinterpretó y se maravilló de nuevo de que alguien tan inteligente en muchas áreas fuera tan socialmente inepto. No es que él se lo reprochara, en realidad era todo lo contrario. Encontró su torpeza social entrañable cuando no era frustrante. Siempre había pensado que si ella fuera tan hábil socialmente como intelectualmente, él definitivamente estaría fuera de su categoría de peso. Tal como estaban las cosas, demostraron ser un buen equilibrio el uno para el otro. Él la ayudó a navegar a través de las costumbres sociales que encontraba difíciles y ella lo mantuvo honesto con sus preguntas y opiniones directas. Garantizado que si fuera por algo, ella no se andaría por las ramas al respecto y él no la aceptaría de ninguna otra manera. Y ahora era oficial: eran pareja. No solo socios o amigos cercanos o parte de alguna tontería de 'relación sustituta' que, para empezar, él nunca entendió completamente, sino una pareja honesta. Ahora realmente podría llamarla suya. Ya no tendrían que permanecer en un silencio incómodo cada vez que alguien pensara que se veían como una buena pareja o alejarse cuando un momento se llenara de tensión s****l. Ella era su novia y él era su novio y por una vez todo se sentía bien en su mundo. Después de lo que parecieron horas interminables, pero en realidad fue solo una hora y cuarenta y cinco minutos, el tráfico finalmente disminuyó y pudo salir de la circunvalación. Aún así, era la una y media de la mañana cuando él se detuvo en su complejo de apartamentos y estacionó el SUV en su lugar de "Visitante". —¿Estamos en casa?— preguntó aturdida, estirándose en su asiento. —Acabo de llegar, te acompañaré— dijo en voz baja —¿Que hora es? —Un poco después de la una y media. Ella gimió —Odio el tráfico en Beltway —Somos dos lo que lo odiamos— Alejandro salió por la puerta y estaba abriendo la de ella antes de que tuviera la oportunidad de salir tambaleándose por su cuenta. —Gracias— se inclinó hacia él y dejó que la sacara de la camioneta. Ella se tambaleó un poco sobre sus tacones altos y él le pasó el brazo por la cintura para sostenerla. —Vamos— dijo suavemente— vamos a llevarte a la cama. Llegaron a su apartamento y ella buscó a tientas la llave varias veces antes de que finalmente entrara y abriera la puerta. Un poco más alerta por la subida, se quitó los tacones inmediatamente y comenzó a dar vueltas por el apartamento. —¿Te gustaría algo de beber?— ella le ofreció, moviéndose hacia la cocina. —El agua sería buena. ¿Te importaría si uso tu baño? —No, no me importa— fue la respuesta cansada Él le dio las gracias y se dirigió de nuevo al baño. Cuando salió, el apartamento estaba en silencio y ella no estaba a la vista. —Vale— llamó en voz baja, mirando alrededor de la sala de estar y decidiendo que ella no estaba allí. Un vaso de agua se coloco sobre el mostrador de la cocina para él, pero ella tampoco estaba en la cocina. Su presión arterial comenzó a subir y volvió por el pequeño pasillo hacia su dormitorio, con la esperanza de que tal vez ella hubiera pasado sin que él la oyera. —Vale... ¿Estás aqui?— llamó suavemente de nuevo Ninguna respuesta. La puerta del dormitorio estaba entreabierta y él la empujó el resto del camino con cautela. Suspiró aliviado y comenzó a respirar de nuevo cuando la vio. Estaba acurrucada de lado sobre las sábanas, profundamente dormida y cubierta con la chaqueta de su traje. —Alejandro—murmuró ella. —Oye, linda— se arrodilló al lado de la cama y le apartó el cabello de la cara— Me voy a ir ahora. ¿Quieres que haga algo antes de irme? —No te vayas— respondió ella adormilada. —Valeria, es tarde. Pero te veré mañana, ¿de acuerdo?— dijo, tranquilizandola. —Es tarde, no deberías estar conduciendo. —Oh, estaré bien —Quédate— insistió ella. —¿Estás segura? —Sí— señaló la cama a su lado— mucho espacio para los dos Él se rió entre dientes ante la casi propuesta, pero se dio cuenta de que, incluso medio dormida, ella siempre era práctica. —Está bien— dijo con una suave sonrisa— Déjame apagar las luces y cerrar con llave, vuelvo enseguida. —Está bien— le sonrió adormilada. Se fue, realizó todas las tareas necesarias, bebió el agua que ella le había dejado y regresó al dormitorio. Su mandíbula cayó. Valeria estaba de pie, de espaldas a él, en topless y luchando por ponerse el pijama. Se aclaró la garganta. Ella saltó un poco, luego se dio la vuelta para mirarlo. —¿Necesitas ayuda?— preguntó con una sonrisa. —Si no te importa— Valeria se sonrojó profundamente— Aparentemente mi coordinación motora está inhibida por mi fatiga. —Y sin embargo— cruzó la habitación y comenzó a ayudarla a vestirse— todavía estás lo suficientemente despierta como para usar palabras grandes y elegantes. Terminaron de poner la blusa y él la besó en la nuca antes de darle la espalda suavemente a la cama. Retiró las sábanas, ella se metió dentro y él la arropó. Apagó la luz del dormitorio antes de pasar al lado vacío de la cama y quedarse en bóxers. El nerviosismo se apoderó de él y rápidamente se movió debajo de las sábanas antes de que pudiera pensar demasiado en la situación. Su cerebro estaba demasiado cansado para eso de todos modos. Sintió más que vio que ella se movía para mirarlo. —Te dije que saldríamos tarde— le dijo. —Si y como suele pasar, tenias razón Vale —Me lo pasé muy bien sin importar el trafico que soportamos. —Yo también lo hice. —¿Crees que hacemos una buena pareja Alejandro? —Creo que hacemos una gran pareja La habitación quedó en silencio y él pensó que tal vez se había quedado dormida. —Buenas noches, Alejandro— dijo de repente. —Buenas noches, Valeria— extendió la mano y tomó su mano debajo de las sábanas y le dio un apretón suave, luego la soltó. Cada uno se dio la vuelta en la cama y se dispuso a dormir. Esperó hasta que ella se quedó quieta y su respiración se estabilizó antes de susurrar en la oscuridad, "Te amo, Valeria".
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