Primera cita

1697 Words
Ella asintió y permitió que él la ayudara a ponerse la chaqueta. Él le ofreció su codo y caminaron tomados del brazo hacia el elevador y de nuevo hacia el estacionamiento. —Te ves hermosa esta noche, Valeria— dijo mientras la ayudaba a sentarse en el asiento del pasajero de su SUV. —Tú también te ves muy guapo— respondió ella con una sonrisa. Juró que su corazón dio un vuelco y se inclinó y le dio un suave beso en la mejilla antes de cerrar la puerta y moverse hacia el lado del conductor. El momento en sí era como siempre lo habían sido. Bromearon, hablaron, pero sobre todo discutieron de un lado a otro sobre los temas más tontos. —Todavía no puedo creer que te guste la música rap— Alejandro negó con la cabeza mientras entraban en el estacionamiento de L'Auberge Chez Francois. —Como dije antes, el tribal... Él la interrumpió con un gesto de la mano —Sí, sí. Solo hazme un favor y no hables de nada tribal en el club de jazz más tarde, ¿de acuerdo? Ella pareció realmente tomar su consejo bajo consideración —Está bien —Bien— Alejandro sonrió— Y aquí estamos. Se sorprendió gratamente de que esperara a que él diera la vuelta y le abriera la puerta y se alegró aún más cuando le pasó el brazo por la cintura y le sonrió. Pasaron por delante de los pequeños jardines y subieron por la fachada del edificio. Alejandro pensó que parecía un edificio sacado directamente de la Inglaterra de Shakespeare y quedó impresionado con el comedor de apariencia cómoda que los esperaba adentro. En cuestión de minutos se sentaron y les proporcionaron menús para estudiarlos detenidamente. Alejandro miró su menú y agradeció a quien le había dado definiciones en inglés para todos los platos franceses. Le echó un vistazo a su compañera, que parecía completamente absorto en el menú. —¿Sabes lo que quieres?— preguntó. —Creo que sí— respondió ella, mirando hacia arriba— ¿Y tú? Sacudió la cabeza y bajó la voz —No. Y para ser honesto, no tengo ni idea de cómo pronunciar nada —¿Has comido comida francesa antes?— preguntó, afortunadamente manteniendo su voz baja también. —No. —Entonces, ¿por qué elegir un restaurante francés?— inquirió Valeria levantando una ceja. —Por la canción— murmuró. —¿Que canción? —La que bailamos, 'Wonderful World' de Sam Cooke— dijo con tristeza— resulta que realmente no recuerdo nada del francés que tomé como lecciones antes. Ella sonrió, aunque no de manera condescendiente y puso una mano tentativa en su brazo —¿Confías en mí? Sus ojos se encontraron y vio que ella tenía una solución y estaba tratando de ayudar. —Claro que si Vale— respondió suavemente, poniendo su otra mano sobre la de ella— Te confiaría mi vida —¿Tienes alguna alergia a los alimentos? —No que yo sepa. —Está bien— cerró el menú y levantó la vista justo cuando el mesero regresaba por su pedido— Para empezar, tendremos Le croustillant au Roquefort et poires d'Anjou confites à la cannelle et au Calvados— habló en francés fluido— Para nuestro plato principal, Le chateaubriand de L'Auberge, sa bouquetière de légumes, bearnaise et sauce Perigueux pour deux. Y dos copas del vino recomendado por el chef El camarero les dio las gracias y se fue. —¿Puedo saber lo que acabas de hacer ahora o me vas a hacer esperar?— Alejandro quiso saber una vez que el mesero estuvo fuera del alcance del oído. Ella le sonrió tímidamente —No estoy segura —Valeria— dijo en tono de advertencia— No pediste una ensalada elegante o algo así, ¿verdad? Ella negó con la cabeza, sonriendo, disfrutando de su momento de poder —Nada de eso —Entonces, ¿cuál es el aperitivo? —Pruébalo primero, y luego te lo diré— lo desafió. —¿Qué, hay algún ingrediente secreto como hígado de pato o algo así? Ella se rió —No que yo sepa. Pero siempre es mejor cuando se prueba comida nueva no conocer todos los ingredientes, para que no tengas prejuicios —Sin prejuicios, ¿eh? —Sí. —¿Qué pasa con las mujeres y ese libro de Orgullo y Prejuicio de todos modos?— Alejandro quería saber. —Bueno— Valeria tomó un sorbo de su agua— No puedo hablar por otras personas de mi género, pero disfruto de los comentarios sociales que hace Austin sobre sus contemporáneos. Además, algunas de las bromas entre los dos protagonistas no tienen precio. Yo misma he tomado prestado de su estilo al escribir algunos de los diálogos que tienen lugar entre Kathy y Andy en mis libros. Alejandro asintió como si todo lo que ella había dicho tuviera sentido para él y decidió continuar con un tema diferente —Bien Vale. Es el momento de la verdad —¿Como la zona de la verdad de Roberto?— interrumpió, arrugando la frente con disgusto. —No... Así no. De todos modos, ahora que estamos en nuestra primera cita oficial, es hora de que admitas en quién se basa realmente Andy— se recostó en su asiento y se cruzó de brazos y le sonrió. —Bueno— Valeria lo miró fijamente a los ojos— Para ser honesta, la mayoría de las cualidades románticas de Andy se basan en mi padre —Tu padre— Alejandro trató de no parecer tan desinflado como se sentía— ¿En serio? —Sí— asintió con seriedad— Muchas de las acciones y propuestas de Andy son las que recuerdo que mi padre le hizo a mi madre. Los dos compartían una conexión profunda y mi padre era un hombre extremadamente sentimental. Él todavía lo es, para ser honesta. —Sí, puedo ver eso en Max. Eso es bueno, Vale. Estás modelando un personaje inspirado en tu papá. —Si algo así, la otra parte del carácter de Andy se basó en... —Sus aperitivos— anunció el camarero, colocando un plato lleno en el centro de la mesa y colocando un plato más pequeño delante de cada uno de ellos— Disfrútenlo. —¿Estabas diciendo?— Alejandro preguntó tan pronto como se fue el camarero. —El caracter de Andy se baso en ti— respondió suavemente— Andy posee algunos de los rasgos que más admiro en ti Alejandro le sonrió, aunque no se sentía tan eufórico como pensaba. En cambio, se sintió conmovido porque había rasgos en él que ella admiraba, y se sintió honrado de que finalmente se sintiera lo suficientemente cómoda con él para admitirlo. Sus ojos se encontraron y él sintió que ella entendía lo que su revelación significaba para él. —Entonces— Alejandro se frotó las manos— ¡Vamos a profundizar en el hígado de pato! Ella le hizo una mueca y colocó una porción de la comida primero en su plato, luego en el suyo. Le dio un pequeño mordisco tentativo y se sorprendió al descubrir que, fuera lo que fuera, le gustaba. —Mmm, Vale— dijo con la boca llena de comida— ¡Esto es bueno! ¿Qué es? —Queso roquefort, peras de Anjou confitadas, canela y topping de sidra destilada, sobre hojaldre. —¿Queso y peras?— dijo sorprendido— Sabe mucho mejor de lo que hubiera pensado. —Y eso era por lo qué quería esperar para revelar los ingredientes. —Mujer sabia— él limpió su plato y tomó una segunda porción— Entonces, ¿el hígado de pato es para la cena? —No— se rió— nada de hígado de pato, lo prometo —Confío en ti, Brown— sonrió. Pronto llegó su plato principal, junto con el vino. Nuevamente, el mesero colocó un plato lleno de comida en el medio de la mesa y les dio a cada uno un plato vacío. —Ahora esto lo reconozco— dijo Alejandro con avidez. Entre ellos había un filete de lomo grande y grueso con verduras variadas y una especie de salsa untada por todo. —¿Pensé que no te gustaba el bistec?— él la cuestionó. —No es mi primera preferencia, pero esto es muy bueno y a ti, por otro lado, te gusta mucho el bistec según recuerdo —Sí, pero tú también deberías conseguir lo que te gusta —Lo hice — dijo, alcanzando el plato de cerveza— Me gustan mucho estos vegetales —Si tú lo dices— recogió el vino frente a él y lo levantó— Un brindis, por nosotros. Seamos quienes seamos y en lo que nos estemos convirtiendo —Y a nuestra primera cita que hasta ahora, todo marcha bien Intercambiaron sonrisas, chocaron sus copas y comieron en gran parte en silencio. Alejandro quedó impresionado por la ternura y el sabor del bistec y tuvo que admitir que Valeria parecía estar disfrutando las verduras tanto como disfrutaba la carne. —Estoy lleno— anunció cuando terminó, apartándose un poco de la mesa. —Creo que sí— se rió levemente— Esa fue una porción doble de carne que consumiste —Sí, bueno— se encogió de hombros— Hice un poco de ejercicio esta tarde, así que tenía hambre. Además...— sonrió— Alguien robó todas las verduras, así que tuve que llenarme con algo. Ella le devolvió la sonrisa —Estaban muy deliciosas también El mesero regresó y preguntó si estaban listos para el postre. Alejandro se negó, afirmando que la comida era tan buena que estaban llenos y pidió la cuenta. —Pagas la próxima vez, Valeria— respondió a su protesta silenciosa. Ella asintió, aunque claramente no se sentía del todo cómoda con la idea. Alejandro pagó, agradecido de haber trabajado muchas horas extra en el último cheque de p**o, y partieron hacia la noche. —Y ahora— anunció Alejandro cuando ambos estaban en el auto— Al club de Jazz
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