No quiero perderte

1590 Words
Observó su rostro atentamente mientras absorbía todo lo que había dicho. Una miríada de emociones parpadearon a través de él y casi podía escuchar los engranajes en su mente zumbando para mantenerse al día con todo lo que había sucedido. Lentamente, su rostro se elevó para encontrarse con el de él y pudo ver que había llegado a una conclusión. Rezó para que fuera uno diferente al anterior. —Esas dos semanas...— detuvo su voz cargada de emoción, se recompuso y reinició— Esas dos semanas en las que pensé que estabas muerto, fueron horribles. ¿Sabes por qué? Él sacudió la cabeza en silencio. Tenía sus conjeturas, por supuesto, pero no quería entrometerse en su momento. —Todos nuestros amigos y colegas determinaron que me había dado cuenta de mi amor por ti y estaban desconsolados por haber perdido mi oportunidad de tener una relación contigo. En verdad, era todo lo contrario. Por primera vez vi lo verdaderamente dependiente que me había vuelto de ti. La relación tan profunda que realmente compartimos. Casi siempre eras la primera persona con la que hablaba por la mañana y la última por la noche. Si necesitaba a alguien para guiarme a través de las complejidades de las relaciones sociales, tú estabas allí. Si me esforzaba demasiado o me extendía demasiado, tú estabas allí para detenerme y obligarme a interactuar con la gente nuevamente, incluso si solo eras tú. La única persona...— Se detuvo de nuevo, las lágrimas corrían por sus mejillas. Él la ayudó a apartarlas y esperó a que empezara de nuevo —La única persona que podría haberme ayudado a navegar a través de un momento tan emocionalmente tumultuoso fue la persona que se había ido, pero mi mente se negaba a aceptarlo. A veces, traté de convencerme de que simplemente estabas de vacaciones, o que no tenías un caso para nosotros. Habías dejado un mensaje en mi correo de voz y lo reproduje una y otra vez solo para escuchar la cadencia tranquilizadora de tu voz... para escuchar a alguien llamarme Brown. Eventualmente, llegué a la conclusión de que me habías dejado deliberadamente tal como lo habían hecho antes mi padre y mi hermano. De buena gana te interpusiste en el camino de la bala y me dejaste privada de tu amistad para siempre. Me enojé y juré que ni siquiera asistiría a tu funeral— Se detuvo una vez más y le sonrió suavemente— Obviamente, Angela me convenció de lo contrario, sin embargo, me sometí a una fuerte protesta. Él asintió —Escuché tu comentario durante el discurso de Caroline —Me estaba conteniendo —No lo dudo, Vale. —Dejé caer las ataduras cuando vi que estabas vivo después de todo —Recuerdo eso— se frotó la mandíbula donde ella lo había golpeado y compartieron una sonrisa. —Entonces, ¿puedes entender mi renuencia a poner en peligro nuestra ya sólida relación por una que es tenue e insegura en el mejor de los casos? —Sí y no— tomó sus manos entre las suyas de nuevo, deleitándose con la suavidad de su piel contra la suya. —Esa no es una respuesta válida— señaló. —Sí, entiendo y aprecio por qué estarías reacia. Realmente entiendo eso y me habría sorprendido si hubieras dicho 'sí' de inmediato y te hubieras derretido en mis brazos. Esa no eres tú y lo sé muy bien. Sin embargo, también acabas de admitir que soy la persona más importante en tu vida. Y aunque entiendo que no quieres correr el riesgo, creo que dada nuestra fuerte relación y nuestra historia juntos a través de todo tipo de situaciones diferentes que nos han puesto a prueba y nos han hecho más fuertes: las recompensas superan con creces los riesgos —No quiero volver a perderte —No lo harás Se quedó en silencio y se sentaron uno al lado del otro durante varios minutos. Se sintió aliviado al ver que ella parecía más tranquila después de que todas las lágrimas habían salido. Nunca habían hablado de eso después de que ella irrumpió en su baño y lo regañó por no romper el protocolo y contactarla para asegurarse de que supiera que él todavía estaba vivo. Sin duda, no había hablado con nadie sobre eso y lo había estado aguantando todos estos meses hasta que no pudo hacerlo más. Le ayudó a comprender por lo que ella había pasado y la admiraba aún más por ello. —Entonces, ¿cómo se desarrollaría esto?— preguntó Valeria finalmente. —¿Podrías explicarme? —Si fuéramos a embarcarnos en una relación más profunda y comenzar....— Valeria buscó a tientas una palabra. —Salir— suministró Alejandro. —Sí— ella asintió con la cabeza— Salir, ¿qué abarcaría eso? —Bueno, supongo que significaría que comenzaríamos con una cita— sonrió, contento de que ella al menos estuviera pensando en abrazar la idea. —¿Y qué constituiría una cita?— ella quería saber a continuación. —No hay una definición establecida, simplemente, ya sabes, haríamos algo juntos —¿Una reunión preestablecida entonces? ¿Por lo cual supongo que cada parte intentaría vestirse para seducir mejor a la otra? —Whoa, whoa, whoa— dijo, levantando ambas manos— Detén el tren justo ahí Brown. —¿Qué? —Vale, el propósito de las citas no es seducirse, es para conocerse mejor —Ya nos conocemos— protestó ella. —¿Ah, de verdad? ¿Cuántos hermanos y hermanas tengo? —Sé de al menos un hermano, sin embargo, no estoy segura si mencionaste que tenías más —Somos católicos, Vale —No sé lo que eso significa —Significa que somos más de dos —¿Por qué? —Porque si— dijo, exasperado— pero eso no viene al caso. El punto es que todavía hay cosas entre nosotros que no sabemos. —Sé cómo te ves desnudo— Valeria sonrió. —Sí, bueno, uno de estos días el sentimiento será mutuo— respondió él. —¿Entonces habrá un aspecto físico en nuestra nueva relación?— ella preguntó. —Oh, sí— sonrió. —Bien, no estaba segura de hasta dónde se extendían tus valores puritanos. —Tengo un hijo fuera del matrimonio, Vale— señaló. —Supongo que sí. Entonces, ¿cómo progresamos? Alejandro se encogió de hombros —No es como un experimento científico y un ambiente controlado. Comenzaremos con algunas citas y veremos a dónde va a partir de ahí. Mientras tanto, puedo hacer esto— se acercó y la besó en los labios con firmeza— Cuando quiera. —¿Ese privilegio se extiende en ambos sentidos?— preguntó tímidamente. Él asintió y ella una vez más cerró la brecha entre ellos e inició un beso. Por segunda vez en menos de veinticuatro horas, Alejandro se sintió perdido en la experiencia. Las lenguas chocaron, las manos vagaron mientras cada uno de sus cuerpos respondía a lo que estaba ocurriendo entre ellos. —Creo— dijo Ana cuando parararon a tomar aire— que podría adaptarme muy bien a este nuevo arreglo —¿Eso es un sí?— bromeó, tirando de ella hacia su regazo. —Sí, lo es. Entonces, ¿qué sigue? —Bueno— trazó su rostro con el dedo— Como dije antes, lo primero que debemos hacer es tener una cita. Podríamos cenar juntos y luego ir a bailar o al cine, lo que sea que estés lista para hacer. —Dudo que podamos encontrar una película en la que ambos estemos interesados— frunció el ceño,— Así que supongo que eso deja el baile —No tiene que ser así si quieres— se encogió de hombros— Ese fue solo un ejemplo. —No, creo que me gustaría bailar contigo, Alejandro. Entonces, ¿harás los arreglos? —Esa es la forma tradicional— captó la mirada en sus ojos— Aunque no tengo que hacerlo si lo prefieres Reflexionó sobre la idea por un momento, luego negó con la cabeza —No. Te gustaría hacer los arreglos y es justo que yo también acceda a tus deseos, así que adelante —Gracias, Vale— dijo con sinceridad. —De nada— Ella saltó de su regazo ligeramente y se giró para mirarlo— Espero que no me encuentres grosera, pero tengo algunas tareas que esperaba lograr hoy. —No hay problema— sonrió, poniéndose de pie junto a ella— Le dije a Peter que pasaría más tarde a buscarlo de todos modos, así que probablemente debería irme. Hubo un silencio incómodo. —No estoy segura de qué hacer a continuación— Valeri admitió tímidamente. —Ven— Alejandro tomó su mano— Acompáñame a la puerta y despídeme Ella asintió y caminaron hacia la puerta de la mano, demorándose una vez que llegaron allí. —¿Tienes algo planeado para mañana por la noche?— preguntó. Ella sacudió su cabeza. —Bien— sonrió— Entonces, ¿tendrás una cita conmigo mañana por la noche, Valeria Brown? —Sería un honor, Alejandro Vitale. Él sonrió —Gracias, de verdad. ¿Te veré a las seis, entonces? —Eso suena satisfactorio para mí— respondió ella con una radiante sonrisa. —Hasta mañana— abrió la puerta y se dio la vuelta para irse. —Adiós— susurró ella. Él se volvió hacia ella y le dio un beso que no le dejó dudas sobre sus sentimientos por ella y se fue.
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