Elvis llegó tarde a su conferencia y trató de no molestar a la clase mientras encontraba en silencio un asiento. Mientras trataba de ponerse en orden, su billetera se cayó y se inclinó para recogerla, vio una mano muy tierna con los dedos agradables que ya sostenían la billetera. Levantó la cabeza para ver quién tiene esos hermosos dedos y resultó ser los mismos ojos marrones miel que le hicieron un espacio en su asiento el otro día -aquí vas- dijo, ofreciéndole la billetera.
A Elvis le faltaban palabras y recogió la cartera, dando las gracias cuando encontró su voz. No podía volver a quitarle los ojos de la misma y estaba tan absorto con sus miradas inocentes pero hermosas. Le resultó difícil concentrarse en la conferencia e inmediatamente terminó la clase, salió corriendo a esperarla. No había manera de que le faltara hablar con ella de nuevo. Al verla acercarse, se tragó y su corazón se apretó mientras le pedía: -Oye, hermosa-
Rose se volvió y sonrió –hola-
Elvis asintió con la cabeza y cerró su distancia -gracias por tu ayuda hoy-
Rose respondió: -Eres bienvenido-. Ella sonrió: -Noté que llegaste tarde durante la clase-
-Sí, estaba un poco atrasado-
Rose sonrió -yo también, pero vine antes que tú- se rió.
Elvis se rió –Sí- luego preguntó -¿por favor puedo saber tu nombre?-
-Soy Rose, Rose Williams ¿y tú?-
-Soy Elvis Richardson- le ofreció su mano y le temblaron -es agradable conocerte, Rose-
-Lo mismo aquí- sonrió -déjame correr ahora, necesito ir a buscar un lugar donde quedarme. No puedo quedarme en un hotel durante seis meses-
-¿Ya tienes un lugar para quedarte?- Preguntó.
-No, pero tengo una cita con un agente este mediodía-
-Bueno, entonces, ¿nos vemos mañana?-
-Claro- ella asintió con una sonrisa y se despidieron mientras ella se iba, él se quedó mirando y ya con ganas de verla mañana. Su farwall y creer en verla mañana.
Cuando Elvis llegó a su hotel, no pudo sacar a Rose de su mente, estaba muy absorto y atraído por su belleza y personalidad. Sonreía cada vez que se acordaba de ella y su cara aparecía en su mente, sabía que se estaba cayendo, pero simplemente no podía evitarlo. Nunca antes había sido tentado por la belleza. Aunque es un hombre de dama, también ha estado tan centrado en su trabajo y estudios porque quiere hacerlo más grande que su padre y le prometió a su padre que iba a ser más grande que él. Mientras Elvis estaba ocupado pensando y sonriendo, su teléfono sonó y fue Catherina la que llamó.
Él ignoró, pero más tarde decidió contestar después de perder sus llamadas cuatro veces -hola, cómo estás- dijo que recogió la llamada.
-Estoy bien- respondió Catherina. -No te molestaste en llamarme o revisarme después de nuestra partida hace dos días-
Él ha estado distraído con su Rose desde el primer día, así que respondió a regañadientes: -Lo siento-
-Pensé que había química entre nosotros. Pensé que nos gustábamos uno al otro-
-Lo hacemos. Vamos, que nos gustamos bien, ¿cómo fue tu viaje? ¿Y espero que hayas podido ver a tus padres?- Pidió mantener el debate.
-¿Padres?- Ella se burló.
-Oh, perdóname mi querida, he estado pensando mucho en mis estudios en estos días, olvidé que llegan tarde-
-Eso está bien, eso es para mostrar lo importante que soy para ti, ¿nos veremos de nuevo si vengo a Nueva York?-
-Seguro- respondió -¿puedo llamarte más tarde?-
-Por supuesto, entonces adiós-
Elvis colgó, había notado el dolor en su voz pero no le importaba mucho. Aunque lamentó no recordar que ella le dijo que sus padres llegaron tarde, también agregó sus alucinaciones de Rose lo que contribuyó mucho a su memoria olvidadiza.
****
Al llegar a su hotel, Rose se retrasó en la reunión con el agente. Notó varias llamadas perdidas en su teléfono y en la línea del hotel. Se quitó la chaqueta, devolvió las llamadas y rezó para que el agente no reprogramara la cita. Afortunadamente, eligió y estaba un poco enojada y Rose tuvo que disculparse y preguntarle dónde quería que se encontraran. Ella le dio la dirección y después de decirle que estaría allí, colgaron.
Rose no se molestó en refrescarse, agarró su chaqueta y salió corriendo de la habitación. Al bajar las escaleras, se encontró con el gerente del hotel que se acercaba a ella con el asistente del hotel. Se detuvo y los miró con curiosidad. Le ofrecieron un paquete y le dijeron quién se lo había dejado. Ella lo aceptó y se apresuró a regresar a su habitación para quedárselo y hacer un esfuerzo mental para no revisarlo más tarde.
Eran las cuatro de la tarde cuando Rose regresó de su búsqueda de casa. Satisfecha con sus hallazgos, se arrojó sobre la cama y se quedó dormida. Despertándose a las doce de la medianoche y con mucha hambre, corrió al restaurante del hotel a buscar algo para ella cuando vio a Richard. Inmediatamente, recordó que recibió un regalo antes y no lo había abierto y decidió hacerlo cuando regrese a su habitación. Ella se acercó a él con una linda sonrisa jugando en sus labios -hola, buenas noches o más bien buenos días-
Richard se sorprendió al verla -¿puedo saber por qué te levantas tan temprano?-
-¿Hambrienta?- Ella se rió entre dientes -Vine a buscar qué comer y sí, recibí un paquete de ti hoy o ayer, pero aún no lo he abierto-
El tono de Richard cambió al de la ira de inmediato -¿por qué?-
Rose explicó su carrera de ayer y prometió abrirla una vez que llegara a su habitación. Richard se calmó y terminó comprándole comida y bebida. Charlaron un poco y luego él le dijo que se quedaría en su hotel esta noche debido a una cita anticipada que tiene con un cliente que lo encontraría allí y también le preguntó si le haría compañía durante toda la noche en su habitación..
Rose se negó de inmediato porque, en primer lugar, no quiere tener una relación con él y, además, había notado un poco de arrogancia y orgullo en él. Pensar en cómo le habló simplemente porque ella no abrió su regalo también la hizo estremecerse al pensar en estar con él. Suena como el momento posesivo y ella no quiere eso.
Cuando se retiró a su habitación, se sentó en el sofá y recordó a Elvis, sonrió y murmuró para sí misma -un joven tan guapo- y luego se sorprendió diciendo: -Me gusta-
Saber que lo vería hoy la emocionó y la puso tímida al mismo tiempo. Se puso de pie, se trasladó a su cama y se acostó. Entonces sus ojos fueron al Paquete de Richard y se preguntó qué era. Se levantó, lo alcanzó y lo abrió. Para su sorpresa, era un fino brazalete y collar de oro de veintiocho quilates con una tarjeta que la invitaba a cenar este fin de semana.
Sostuvo el regalo y la tarjeta, perdida en sus pensamientos, ¿qué pasó? ¿Por qué darle un regalo tan caro? Cuanto más pensaba en ello, más confundida estaba. Finalmente, decidiendo no darse un dolor de cabeza, se levantó y lo colocó sobre la mesa y luego tomó su teléfono para llamar a su mamá y decirle cómo le habían ido las cosas a ella y a la casa que encontró.
***
Eran las ocho de la mañana y la escuela de San Agustín ya está ocupada con coches que entran y salen, gente que va en diferentes direcciones. En la recepción de la escuela, Elvis se estiró el cuello para ver si podía ver venir a Rose, ha estado en la escuela desde las 7:30 am, tratando de no estar tarde esta vez. Mientras estaba ocupado pensando y esperando ver a Rose, un chico le dio una palmada en el hombro y le dijo: -hola, tu clase comenzará en los próximos 10 minutos- Se volvió y vio a un lindo joven de unos treinta años sonriéndole -Hola, soy Jude y tú?-
-Elvis- respondió -¿somos compañeros de clase, supongo?-
Jude asintió con la cabeza -vamos, vamos-. Dijo, volviéndose para dirigirse a su salón de clases y Elvis no tuvo más remedio que seguirlo. Al llegar a clase, se sorprendió al ver que Rose ya estaba sentada. Ella sonrió y lo saludó con la mano. Elvis le devolvió la sonrisa mientras acortaba su distancia. Se inclinó y le susurró al oído: -¿Dormiste aquí?-
Rose se rió entre dientes y negó con la cabeza -Estoy acostumbrada a llegar temprano- le guiñó un ojo.
Él se rió entre dientes y negó con la cabeza antes de caminar hacia su asiento justo cuando entraba el conferencista.
Después de sus conferencias, Rose y Elvis tuvieron una larga conversación mientras caminaban por el pasillo de la escuela en la que se contaban sus sueños y logros.
Elvis estaba impresionado por sus sueños y todo el esfuerzo que ella pone solo para hacer feliz a su madre que él no sabía cuándo soltó:- ¿Sabes qué, Rose? Me gustas.- Y en ese momento, pareció darse cuenta de lo que acababa de decir y se rascó la cabeza con torpeza -bueno, ¿qué hay que no me guste? Lo tienes todo y eres muy apasionada con lo que haces y esperas hacer, estoy realmente impresionado y realmente no me avergüenza agradarme-
Rose se mordió los labios y esperó a que él terminara sus divagaciones -¿te gusto?- Ella preguntó.
Elvis se mordió el labio y asintió con la cabeza –sí-
Ella sonrió y dijo: -¿Sabes qué? Tú también me gustas, pero estaba pensando que es un poco gracioso, ya sabes, que me guste un hombre que acabo de conocer y ni siquiera me ha invitado a una cita todavía, suena extraño-
Elvis negó con la cabeza -no, no lo es. Es natural y algo único, ya sabes- se rió entre dientes -es un sentimiento mutuo que ambos tenemos allí -. Hicieron una pausa y se miraron durante unos segundos, luego sonrieron y siguieron caminando. -Así que, um... ¿Puedo pedirte una cita oficial tal vez este fin de semana?-
Rose recordó la nota de Richard que decía que cenaría con él, pero ella la ignoró y aceptó la oferta de Elvis -¿tiempo?- preguntó con un sonrojo en su rostro.
Elvis sonrió, no podía creer que ella aceptara -a las siete de la tarde y te pasaré a buscar-
Rose sonrió y susurró: -es una cita-