Prologo
Micah miró las escaleras y cuando no la vio, se preocupó; dejó de picar la verdura y caminó hasta el fregadero para lavarse las manos. Se secó las manos en el delantal que llevaba puesto antes de quitárselo. Apagando la cocina, salió de la cocina y subió las escaleras. Se detuvo ante una puerta y sin llamar; abrió la puerta y entró.
Rose se sentó en la cama cuando lo vio -¿qué estás haciendo aquí?- ladró.
-No has estado en la planta baja en toda la mañana y te perdiste el desayuno- respondió.
-No tenía hambre- respondió fríamente.
-Te estoy haciendo otra comida, es tu favorita-
-No tengo hambre, Micah, sal de mi habitación- ordenó.
Micah suspiró -sabes, no tienes que ser así, ¿por qué me estás evitando?
-Deberías estar feliz de que no te haya echado. Sal- gritó, subiendo de la cama para alejarlo.
No se movió ni un centímetro y solo la agarró de la mano para estabilizarla -vamos, Rose, no tienes que ser así. Lo que pasó, pasó, no tienes que pelearlo- le ahuecó las mejillas y miró profundamente a sus ojos marrones miel -tú lo querías tanto como yo-
-¡Yo estaba borracha, tú estabas borracho, los dos estábamos borrachos, Micah y tú no tenías derecho a tocarme!- miró profundamente a sus ojos grises, viendo su reflejo en ellos.
-Me dijiste que lo hiciera, me suplicaste que lo hiciera, así como otras cosas que dijiste. ¿Cómo me has querido desde que me viste por primera vez y quieres saber la verdad? Ha sido lo mismo conmigo, Rose y tú lo sabes. No puedes decirme que no has estado sintiendo la química también. Nos queremos y anoche solo sacó a relucir nuestros deseos ocultos-
Rose cerró los ojos para bloquear sus grises que siempre le hacen algo -no se suponía que pasara, soy una mujer casada y amo a mi marido-
-Si realmente lo amas, entonces no estarías anhelando por mí, por mi toque, mi beso- miró hacia abajo en sus labios -dile la verdad, todavía quieres ser así conmigo otra vez, quieres que te toque, que te bese y te haga sentir como lo hice anoche-. Trazó su rostro con las yemas de sus dedos, derivando un estremecimiento de ella -vamos, Rose, ya no tenemos que ocultarlo, nos anhelamos el uno al otro- Sus dedos trazaron sus labios y él amó mientras temblaba -dale, Rose, sabes que quieres-
-Yo... No puedo....Elvis...-
-Él no tiene que saber, no lo va a saber, yo no se lo voy a decir, tú no se lo vas a decir. Él nunca lo sabrá-
-B... pero- se estremeció mientras sus caricias bajaban hasta su cuello y su escote -se siente mal-
-Lo estás haciendo mal en tu mente, solo estaría mal cuando quieres que lo sea- su rostro estaba cerca del de ella y ella podía sentir su aliento caliente en su rostro -Rose, te quiero y sé que sientes lo mismo, solo déjalo ir- susurró mientras se cubría los labios con los suyos.