El problema con querer invitar a un chico a salir… era que Cameron no tenía la menor idea de cómo hacerlo.
Nunca había salido con un chico que no fuera Marlon, Tyler o su primo Albert, por ende, ahora ante esta nueva situación, no sabía que debía hacer.
En su mínima experiencia, se suponía que los chicos invitaban a las chicas a salir (incluso recordaba una graciosa escena cuando Tyler había invitado a Amanda a una cita, hace algunos años), no al revés.
Aunque por otra parte, Pablo era algo despistado… en el buen sentido, claro.
No podía ser poco clara, ni lanzarle indirectas… debía ser firme y dejarle claras sus intenciones. Por otro lado, desde que ella hubiera comenzado a pensar en la idea de invitarlo a salir, o más bien desde que Tyler la hubiera presionado a ello, habían comenzado a inundarla un montón de inseguridades que había creído ocultas debido a un solo temor.
Si ella lo invitaba a salir… ¿él aceptaría?
No era que dudara de sí misma, pero… bueno, sí, eso era. Pero no podía evitarlo, comparada con otras chicas en su escuela ella era… bueno… ¿por dónde partir?
Su cabello, sus ropas, su personalidad… Ella y Pablo eran amigos, ¿pero él la vería como algo más allá de eso, si ella seguía actuando como lo hacía siempre?
Si fuera a tener una cita con él… ¿a dónde irían? Tenían varios gustos parecidos, pero la idea era hacer cosas de una cita, no entrar a una tienda en busca del último tomo de Fairy Tail. Y para eso, para conseguir esa cita ideal, ella debería marcar esa línea para dejar todo claro… ¿y qué otra mejor manera de hacerlo, que vistiéndose como nunca lo hacía?
Si él aceptaba tal vez, tal vez, pudiera probarse aquellos conjuntos que su madre siempre le compraba y le suplicaba que usara y si se lo pedía a Astrid, estaba más que segura que su hermanita se ofrecería a maquillarla…
Aunque solo pensar en eso, la agobiaba.
Pensándolo mejor… otro problema que acudía a su mente sobre el tema, era que no sabía cómo comportarse de forma femenina. Si salía con Pablo, no sabría cómo ser la chica linda y educada que debía ser, sino que tal vez terminaría comportándose como… bueno, ella misma.
Sin quererlo infló sus mejillas, resentida con Marlon por lo último.
¡Que no supiera ser femenina era culpa suya!
"¡Si vamos a ser amigos, hay unas cuantas cosas que debes aprender antes!"
¿Quién había pensado que con solo siete años, su amigo ya era un idiota en camino a la estupidez?
"P-Pero Marlon…"
"¡Ni hablar, Cameron, yo ya soy todo un hombre!", con sus pantalones cortos y el rostro lleno de tierra se apuntó a sí mismo, "¡Es decir que sólo me junto con hombres!"
Ella recordaba cómo en ese entonces, sólo se había dedicado a observar a su amigo y luego, ayudada por el reflejo del espejo, a sí misma. Quería decirle que aquel odioso vestido morado no había sido idea suya, sino que de su madre… pero el niño era tan terco, que ni siquiera la escuchaba.
"¿Q-Qué tengo que hacer?", había suspirado ella, finalmente.
Era el primer día de vacaciones de verano y Marlon estaba empeñado en pasarse todo su tiempo libre junto a sus nuevos amigos.
El problema era que Cameron interfería sus planes.
"Ninguna chica", habían dicho ellos, en cuanto Marlon había planteado la idea de introducirla. Por supuesto, su amigo no la traicionaría, nunca caería tan bajo… pero no era como si planeara cruzarse de brazos todo el verano.
La solución, en ese entonces, fue hacer que todos los niños creyeran que Cameron era un chico más.
"¡Te prestaré mi ropa!", había anunciado emocionado, mientras tomaba su mano y la llevaba directo a su cuarto para partir aquel emocionante juego, "¡Podemos empezar ahora! ¡Y con tu cabello, sólo hace falta revolverlo!"
Y así es como, por todo un verano, Cameron había tenido que fingir ser un niño.
Aunque no había bastado con la ropa, lo había tenido que fingir en serio: jugando, ensuciándose, insultando y comiendo hasta reventar, despreocupada por completo de lucir bien y agradar al resto.
Y lo había amado a muerte.
Por mucho, el mejor verano de su vida.
Aunque antes de eso, había pasado por un periodo de reeducación. Marlon había llamado a aquello "sus clases", en donde le había enseñado cómo era que debía comportarse cuando hubiera otros niños cerca.
Es decir, nada de llanto ni de quejas. Ni de todas esas cosas de niñas.
¡Si tenía que golpear a alguien para defender su honor de niño, pues lo haría!
Y ahora… bueno, ahora, gracias a él, estaba muy acostumbrada a actuar como un chico. Lo único que había impedido el cambio completo había sido su madre y Amanda.
Por no decir que disfrutaba demasiado esa libertad. Pros y contras que comenzaba a descubrir por primera vez…
—Cameron, ¡sé racional! ¡No puedes hacer esto!
—Deja de llorar ya, Tyler —ordenó, volteando para enfrentarlo.
Más que molesta, el chico la tenía de los nervios. Pero era su culpa, por haberle contado respecto a Pablo.
—¡Pero es un idiota! ¡¡Un idiota!!
—Anteayer dijiste que era uno de los chicos más geniales que habías conocido jamás.
—Anteayer no sabía que a mi pequeña hija le gustaba mi mejor amigo —replicó, ofendido.
—Pareces un niño, Tyler. Compórtate, Marlon lo ha tomado con madurez.
Bueno, no podía decir eso.
Se había puesto terriblemente celoso, pero al mismo tiempo, feliz de que su amiga se hubiera enamorado por fin.
Justo en el instante en el que lo dijo, el nombrado apareció por el pasillo junto al muchacho rubio. Cameron sonrió de forma automática y a su lado Tyler, haciendo uso de su excepcional madurez, hizo el gesto técnico de vomitar.
—¿Qué hay? —saludó, sintiendo sus mejillas arder.
—Nada. Solo paseábamos —contestó Marlon, con calma y una sonrisa.
Se había convertido en su nuevo aliado y ahora planeaba pasar mucho más tiempo junto a Pablo para poder ayudarla.
—El festival cultural será dentro de unas semanas —recordó Pablo, emocionado—. Nuestro salón hará un puesto de comida.
—El nuestro igual —contestó Cameron, sonriendo con emoción.
Él correspondió su sonrisa.
—Entonces, llevémonos bien, ¿vale?
Ella suspiró, aunque no pasó desapercibido porque Marlon la golpeó en la cabeza justo en el momento indicado.
—Eso significa que solo tenemos una semana de descanso —continuó Pablo, hablándole a Tyler. Este le asintió, extrañamente serio—. Eh… acaso… ¿despertaste de mal humor o algo?
—¿Hmm? —alzó sus cejas, con un tono inocente—. ¿Por qué preguntas eso?
—Porque… eh… no he podido evitar notar que desde la mañana me miras como si quisieras clavarme un cuchillo. ¿Hice algo malo de nuevo?
Tyler forzó la sonrisa y Cameron rodó los ojos.
Claramente tenía sentimientos encontrados respecto a la situación, pero tarde o temprano, debía comprender que Cameron era quien debía marcar su propio camino.
Pablo dio un paso atrás, con aspecto preocupado.
Pese a que pasaba la mayor parte del tiempo con ellos, la verdad es que continuaba con su clásica timidez, algo que para Cameron resultaba era obvio, ya sea en su mirada asustada, su sonrisa nerviosa o su manera silenciosa de moverse, como si deseara pasar por completo inadvertido.
Ya se había conseguido el uniforme correcto, pero continuaba siendo el "nuevo", el chico extraño… y se notaba a muerte que él odiaba resaltar tanto, aunque ella aún no entendía el porqué.
—Supongo que la siguiente semana todo será más complicado —comentó Marlon, matando la tensión por fin—. Ya saben… por los preparativos para el festival.
—Ah… me gustaría salir —Pablo se estiró, cual gato despertando—. Ya que no conozco esta ciudad, sería genial salir.
Tyler abrió la boca para decir algo, pero Marlon lo pateó con discreción mientras le lanzaba una mirada de advertencia a Cameron.
Ella casi ni lo pensó.
—Ah, Pablo… —el chico le miró con interés y una sonrisa entre sus labios.
Cameron tragó, nerviosa. Si no lo hacía ahora, no lo haría nunca.
¡Debía ser valiente!
—¿Sí?
—¿S-Saldrías conmigo?
En el momento en que la pregunta salió de sus labios, él se la quedó observando con total sorpresa, al igual que ella.
Lo había hecho.
¡En verdad lo había invitado a salir!
Sin evitarlo recordó que, de niñas, Amanda siempre le había dicho que ella era realmente linda y que estaba por completo segura de que ningún chico rechazaría una invitación a salir… pero eso había sido hacía cinco años y muchas cosas habían cambiado en ese tiempo.
—Ah, yo… bueno, me halagas y todo… —Pablo sonrió, nervioso y tratando de parecer amigable—. La cosa es que… yo no tiro para ese lado de la cancha.
¿"No tiro para ese lado de la cancha"? ¿Pero qué diablos le quería decir con eso?
De un momento a otro, a su lado, Marlon estalló en una fuerte carcajada junto a Tyler.
Cameron quiso cubrirse el rostro, humillada por aquel rechazo. ¡¿En que había pensado con pedirle una cita a aquel chico con ese par de idiotas presentes?!.
Pero para su total sorpresa, pronto notó que sus amigos no se reían de ella… sino de Pablo.
—Oh Dios, justo cuando creí que no podía llegar más lejos —decía Tyler, intentando en vano reprimir la risa.
—N-No creí que sucedería esto. Mis… mis… mis clases sí que fueron efectivas.
—Oigan —la voz seria de Pablo llamó la atención de todos—. No está bien burlarse de Cameron solo porque sea… ya saben.
Ella se le quedó viendo con completa desesperación, esperando a que él acabara la frase, pero nada, el chico solo desvió su vista, apenado con la situación tanto como ella lo estaba.
¡¿Pero qué diablos estaba pasando?! ¡¿De qué se estaba perdiendo?!
Tyler y Marlon se miraron nuevamente antes de estallar en otro ataque que los obligó a sujetarse de la pared para no caer al suelo.
Cameron miró a sus amigos en busca de ayuda, suplicándoles con la mirada que le explicaran aquel vital elemento de la conversación que se estaba perdiendo, pero estos estaban demasiado concentrados riéndose de lo que fuera que allí sucedía.
—N-No me refería a una cita —exclamó, sonrojada, como último recurso para salvar la situación. Pablo la miró con renovado interés—. M-Me refería a salir como amigos.
—Ah, entonces está bien —volvió a sonreír, amigable, y a ella se le derritió el corazón—. Perdón por dudar, pero los chicos no nos invitamos a salir entre nosotros. Creí que tal vez serías ese otro tipo de chicos.
Ella sintió el color subir a sus mejillas aún más.
—Yo sí te he invitado a salir conmigo —comentó Tyler, sin poder contener la risa que toda aquella situación aún le causaba.
—Hasta que no te pongas serio, no te dirigiré la palabra —declaró él rubio. Tyler volvió a soltar una carcajada—. Vamos, ya basta. Cameron es un chico genial, no habría nada de malo si a él le gustaran… ¡oh, ya saben!
El silencio que acompañó esas palabras fue total. Seguido claro, del nuevo ataque de risa que esta vez dejó a los chicos sin aire y literalmente, en el suelo.
Pablo bufó, decepcionado con sus amigos, en cambio, Cameron soltó una risa nerviosa.
¿Había escuchado… "chico"?
"Cameron es un chico genial"
Chico, chico, chico, chico… ¡¡CHICO!!
De inmediato, volteó a verse en el reflejo del ventanal y casi lanzó un grito.
Con aquella ropa holgada que ocultaba su pecho y sus caderas, con el cabello cortado de esa manera y con aquellos lentes puestos… ¡de verdad parecía un chico!
¡Tenía que ser una maldita broma!
—¡Marlon! —gritó, esforzándose por parecer tranquila—. ¡Nos vamos! ¡Ahora!
—¿Por fin lo notaste? —exclamó él.
Miró a Tyler y estalló en otro ataque, mientras el azabache caía al suelo, sujetándose el estómago.
—¡Pablo, no respiro!
—Merecido. No creí que serias tan intolerante —como toda respuesta, Tyler le dedicó una mueca de burla.
—Y yo no creí que serias tan ciego.
—¡¿A quién le dices ciego, pedazo de imbécil?!
Cameron no dijo nada más. Agarró a Marlon del brazo y tiró de él, desesperada por marcharse.
Él la siguió de forma automática, aguantando la risa aún.
Caminaron por el pasillo y doblaron algunas esquinas hasta encontrarse a solas. Allí ella se permitió soltarlo y caer al suelo, aún incrédula.
Las lágrimas golpearon sus ojos.
Él creía que ella era un chico.
Es todo, se había acabado.
Ya no tenía oportunidad alguna de gustarle.
—No te sientas mal —desde su lugar, pudo ver las piernas de Marlon frente a ella. Se preguntó si trataría de consolarla o calmarla—. Después de todo… dijo que eras genial y…
No continuó, atrapado en una extraña tos.
Ella lo miró, furiosa.
—¡No te rías! —ordenó, en cuanto vio la sonrisa aparecer.
¡¿Cómo era incapaz de entender lo que aquello le había dolido?!
Tyler apareció en la esquina, girando con velocidad. Su mirada se encontró con la del castaño.
—Ya está… —informó, con la voz temblorosa—, s-se ha ido a su salón y…
Estalló en una risa incontenible, contagiando a Marlon, quien nuevamente se sostuvo el estómago por el dolor.
—¡¿Viste su cara?!
—¡Se veía tan serio!
—¡Creí que estaba jugando, pero cuando me di cuenta de que en verdad se lo creía, casi me muero!
—¡Ha sido la cosa más graciosa en años!
Y volvieron a reír.
Cameron se puso de pie, ya lo suficientemente humillada y completamente furiosa con sus dos mejores amigos. Pasó sus manos por sus ojos con velocidad, para que ellos no alcanzaran a divisar las lágrimas.
—¡Ustedes son unos idiotas insensibles! —declaró, dando media vuelta y marchándose.
¡¿Por qué los hombres eran tan idiotas y ciegos?!