Capítulo 3

2102 Words
Cameron bostezó, exhausta. Se restregó los ojos y continuó su camino a la escuela, deseando haber dormido un poco más. ¿Por qué la escuela debía empezar siempre tan temprano? No vivía lejos de su preparatoria, por lo que podía ir a pie sin problema. También adoraba el tiempo de sobra que tenía, pues mientras su hermana acaparaba el baño para arreglarse perfectamente, ella y su primo podían disfrutar de un delicioso desayuno, en vez de tener que comer apurados. — Lo único bueno de llegar temprano es que podré ver a Pablo primero… —murmuró, aún aturdida por el sueño. De inmediato se detuvo, sonrojándose de golpe. Miró alrededor, esperando encontrarse a algún compañero de escuela o de salón, pero para su suerte, la calle se encontraba desierta, a excepción de un par de chicos, que ahora la miraban… Volvió a caminar, avergonzada. ¿Cómo podía pensar en algo así en voz alta? Desde que Pablo se hubiera convertido en uno de sus amigos, no se lo podía quitar de la mente. ¡Pensar en él como un posible novio, hacía que su corazón latiera veloz! Agradeció que al menos aún fuera temprano, ya que la escuela estaba a un par de calles. —Pero qué tenemos aquí… Al comienzo, le costó comprender que se dirigían a ella, hasta que alzó la vista solo para toparse con aquellos dos chicos que la habían observado segundos antes. Instintivamente, dio un paso atrás. —¿Qué…? —¿Esta cosa es un chico? —uno de ellos rió, burlesco, mientras se deshacía de su cigarrillo—. Camina como una chica… —Mira como sostiene su estúpido bolso. Debe tener algo importante dentro. —¡No! —gritó ella, en cuanto el tipo se lo arrebató. —¿Qué harás, eh? ¡Enano! —Si cooperas, no te lastimaremos —afirmó uno de los sujetos, mientras abría su mochila—. Sólo entréganos tu celular y tu dinero. Ella iba a replicar, pero pronto se dio cuenta de la gran desventaja: dos contra uno. Nadie la ayudaría. —¡Hey, par de idiotas! Cameron volteó a ver. Como Pablo solía ser de aquellos chicos tímidos y silenciosos que caminaban siempre encorvados, a Cameron le costó comprender que aquel muchacho valiente y decidido que corría para rescatarla, era su mismo compañero de clases. —Oh demonios, vámonos de aquí —exclamó el muchacho frente a ella. Cameron sostuvo con fuerza la correa de su mochila, recuperándola—. ¡Dame eso! —¡No seas idiota, mocoso! —Devuélveme mi bolso —exclamó ella, con firmeza. Sentía sus manos temblar pero no tenía miedo. No planeaba dejar que se lo quitaran. —¡Suéltalo! —¡Me largo! Uno de los chicos escapó, pero el otro siguió forcejeando. Finalmente, frustrado por su robo fallido, la empujó. Cameron cayó al suelo, adolorida, mientras por el rabillo del ojo observaba al sujeto escapar. Pablo pasó a su lado, veloz, tratando de darles alcance para atraparlo. No lo consiguió. —¡Cameron! —corrió de vuelta hasta donde ella se encontraba, visiblemente preocupado—. ¿Estás bien? —S-Sí… —respondió, con vergüenza, mientras rápidamente se ponía de pie. Su corazón latía apresurado sólo de recordar cómo él se había enfrentado sin ningún temor a aquellos chicos. —Diablos, eso ha estado cerca —respiró con fuerza, recuperando el aire. Y a continuación le miró, clavando sus fuertes ojos azules sobre ella—. Pero no te preocupes nunca, ¡yo te protegeré! Ella le observó entusiasmada, mientras sentía su corazón latir acelerado. —¿E-En verdad? —¡Claro! —asintió, con calidez—. ¿He llegado a tiempo? ¿No te han robado nada? —N-No. De pronto, se sintió avergonzada por haber tenido que ser rescatada. Pablo pareció notarlo, porque de inmediato le sonrió. —No te sientas así, en verdad. A todos nos han intentado robar alguna vez. Ella asintió, nerviosa. —G-Gracias… —Entonces, luego de esta emocionante mañana, comienzo a extrañar lo aburrido —le sonrió con malicia—. ¿Qué te parece si buscamos a Tyler y Marlon? Ellos son los expertos en el tema. Cameron rió, encantada, y él sonrió al ver aquello. Nunca se había enamorado antes, pero suponía que todas las señales que sufría indicaban que así era. Mariposas en el estómago, palmas sudorosas, nervios, etc, etc… Si en verdad le gustaba Pablo, debía confirmarlo y hacer algo al respecto. Y sólo había alguien con quien podía hablarlo. La casa de Tyler era bonita. A Cameron siempre le había gustado, sobre todo por el jardín tan bien cuidado. Era un poco más pequeña que la suya, pintada de color azul y con un ambiente hogareño que se sentía a distancia. En la entrada, varias campanillas sonaban siempre con cada movimiento del viento. Junto a su casa había otra del mismo tamaño y forma (exactamente igual a la de Tyler, pero pintada de rojo), que ahora se encontraba ocupada por la familia de Pablo. Sólo pensar en que el chico estaba tan cerca, se sentía nerviosa. Por suerte, ese día su amigo ayudaría a sus padres a terminar de desempacar, por lo que sabía que no estaría en casa de Tyler. Cameron entró. La puerta principal estaba cerrada, por lo que sin dudarlo giró hacia el jardín y avanzó decidida, como si aquella fuera su propia casa. —¿Hola? —llamó, ingresando por el ventanal del patio, dejando fuera los zapatos. La madre de Tyler apareció desde la cocina, con la cara y el delantal manchados de harina. —¡Cameron, bienvenida! —saludó, sonriendo automáticamente. De tratarse de un extraño cualquiera hubiera confundido a aquella sonriente mujer con la hermana mayor de Tyler, ya que en verdad era realmente joven—. ¿Comiste algo? —Aún no —aceptó, apenada—. ¿Tyler está? —Sí. En su cuarto. Sube, sube, te llevaré algo de comer. Aquella era la prueba irrefutable de que era m*****o de la familia. Además de eso, la madre de Tyler siempre había deseado tener una niña y por eso adoraba tanto a Cameron. La joven sonrió y corrió escaleras arriba. La puerta del cuarto de Tyler era la primera a la izquierda (su amigo le había contado que Pablo había escogido el cuarto exactamente frente al suyo, por lo que ahora solían despertarse juntos en la mañana, por culpa de los despertadores). El segundo cuarto, el del fondo, le pertenecía a Andrew, el hermano mayor de Tyler. Andrew no estudiaba ni trabajaba: en ese momento se hallaba de gira como guitarrista de la famosa banda de rock Angels Creek. Cameron avanzó con calma hasta el cuarto de Tyler, evocando con la memoria el lugar que había visitado tantas veces antes y preguntándose qué tan desordenado estaría ahora. Tocó, más por cortesía que por necesidad, y abrió la puerta. — Tyler, tengo algo que… Se topó de frente con una chica. De inmediato, ambas dieron un paso atrás, sorprendidas con la presencia de la otra. La joven frente a ella le ganaba por unos cuantos centímetros: era delgada y muy bonita. Vestía el uniforme de otra preparatoria, más específicamente el uniforme de la Preparatoria Femenina de Keane —escuela a la cual Cameron se había negado rotundamente a asistir—, y a primera vista, se conseguía descifrar que era el tipo de chicas a la que cualquier cosa le podía quedar perfectamente, casi como una modelo. Además de eso, imponía un fuerte aire de decisión y una mirada llena de voluntad, la cual se revelaba a través de sus ojos azules. Un toque justo de maquillaje se extendía por su rostro, tanto así, que ni siquiera se conseguía notar y le daba un aire aún más elegante y sofisticado. Lo único que resaltaba en ella… era su cabello morado… —¡¿Amanda?! —gritó, sorprendida de que estuviera allí. Justo tras ella, Tyler apareció. —Oh, Cameron, ¿qué haces…? No alcanzó a preguntar. El grito de Amanda lo interrumpió todo. —¡¿Cameron?! —exclamó, horrorizada—. ¡¡¿Pero qué te pasó?!! Ah, ahí estaba: la reina del drama. Iba a responderle que se calmara, cuando vio su propio reflejo en el espejo de la habitación y se dio cuenta del porqué de aquella reacción. Su cabello corto y revuelto. Claro… la última vez que se habían visto, había sido durante las vacaciones de verano, cuando aún conservaba su cabello largo… —Agh… ¿c-cómo te lo explico? No hubo necesidad de hacerlo. Amanda volteó hacia Tyler, con la mirada en llamas. —¡¿Qué le has hecho a nuestra hija?! Cameron suspiró. También había olvidado aquello. Durante toda la secundaría, Amanda se había considerado a sí misma como la madre sustituta de Marlon: retándolo cuando se portaba mal, recordándole los deberes y comparándolo constantemente con Cameron; y por lo mismo, cuando Tyler había llegado en el último año de secundaria y había tomado su papel como padre sustituto de Cameron… pues… ya se imaginan cómo había surgido la alocada familia. —N-No le hecho nada —respondió él, temeroso. —¡¿A no?! ¡¿Y cómo explicas esto? —y al decirlo apuntó directamente a… bueno, la joven. —¿Qué pasa con ella? —Bueno, que de partida parece un él, no un ella. Tyler vio a Cameron directamente a los ojos, como si la viera por primera vez. —Oh… Cameron frunció el ceño, ofendida. —¿Sólo puedes decir eso? —preguntaron a la vez. —¿Y qué se esperan? —reclamó. A continuación, sólo miró a Amanda—. No le puedo decir qué usar cada día. Cameron odia todas esas cosas de niña. —Claro que puedes decírselo. Eres su padre. —A veces siento que enloqueceré por culpa de ustedes… —Sí, yo siento lo mismo —aceptó Tyler, mirando con resentimiento hacia la joven de cabello morado. —Silencio Tyler, has hecho suficiente —el muchacho la vio incrédulo, pero la joven hizo caso omiso de su mirada, como si solo se enfrentara a un niño haciendo una rabieta—. Lo más importante es, ¿para qué has venido, Cameron? —Q-Quería pedirle un consejo a Tyler —admitió, avergonzada. —¿Sobre qué? —N-Nada importante. Sólo un chico q-que me gusta… Dijo lo último en un leve susurro, aunque por algún motivo, decírselo a alguien más lo hizo real. —¡¿Quién?! —Tyler frunció el ceño, indignado. —¡¿Un chico?! —Amanda casi chilló de la emoción. De inmediato tomó la mano de Cameron y la obligó a entrar al cuarto y tomar asiento—. ¡Dime quien es! ¡¿Dónde lo conociste?! ¡¿Es guapo?! ¡¿Mayor o menor?! ¡Sólo dime que no es un chico de primer año, porque eso sería algo…! ¡Oh, oh! ¡¿Cómo se llama?! Cameron suspiró, nerviosa. Tal vez aquello no era una buena… Miró hacia la puerta, ya pensando en escapar. —Ni lo pienses —ordenó Tyler, amenazador—. ¿Quién... rayos… es? —N-No subas la voz —pidió, aterrada—. P-Podría oírnos… —¿Oírnos? No hay nadie más aquí —él se vio confundido un segundo—. El único que podría escucharnos sería… Guardó silencio y volteó hacia la ventana de su cuarto que daba al cuarto de Pablo. Abrió la boca nuevamente y la cerró. Cameron esperó los gritos mientras le asentía para confirmar sus sospechas. —¿Q-Qué te gusta… Pablo? El pequeño tic en su ojo resultó hasta cómico. Pero bueno, al menos no estaba gritando… —¿Quién diablos es Pablo? —preguntó Amanda, cruzándose de brazos. —Mi. Mejor. Amigo —respondió el azabache, indignado, remarcando cada palabra con los dientes apretados. —Oh, bueno, eso lo soluciona y lo hace todo más fácil —Amanda sonrió—. Y bueno, este chico. Cuéntame algo más sobre él. —Me salvó esta mañana, de no ser por él me hubieran robado mis cosas —explicó, nerviosa. Todo lo que había planeado decir se esfumó de su mente en un segundo. Inspiró fuerte para volver a comenzar—. S-Solo es un presentimiento, pero en verdad… —No digas nada más, niña. —¿Ah? Amanda la miró llena de decisión, justo antes de sonreírle como en los viejos tiempos. —Hija mía, te lo juro aquí y ahora. Sea quien sea ese chico, será tuyo.
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