Cameron dejó caer su cabeza sobre su escritorio.
Definitivamente tenía mala suerte.
"¡Cameron es un chico genial!"
Las palabras de su amigo seguían resonando en su cabeza desde el día de ayer, cuando en su fallido intento por invitarlo a una cita, había hecho un descubrimiento clave en su relación con él: cómo era que este la veía realmente.
Debería sentirse halagada de aquel elogio, de que el muchacho que le gustaba la definiera con aquella palabra.
"Genial" era un adjetivo del cual sentirse orgullosa, ¿no?
Entonces, ¿por qué rayos le dolía tanto?
Marlon, sentado a su lado, la miró de reojo.
—¿Sigues pensando en eso, Cam?
Ella asintió, sintiendo unas profundas ganas de llorar.
Jamás le había importado antes que la confundieran con un chico.
Siempre había hecho oídos sordos a la opinión del resto respecto a su apariencia poco femenina y por sobre todo, menos le habían importado aquellos comentarios ajenos al contar con el apoyo incondicional de sus dos mejores amigos.
Pero ahora era distinto, quería enamorarse.
Había conocido a un chico genial.
Se había enamorado de aquel chico genial y ahora él creía que ella también era un chico genial.
¿Cómo había podido…?
No, la verdad era que ni siquiera necesitaba hacer la pregunta. Ya conocía la respuesta.
Solo necesitaba mirarse al espejo.
"Soy un desastre", comenzó a pensar, completamente deprimida, "Ni siquiera me veo bien"
Si tuvieran que escoger a una chica que representara la palabra "femenina", de seguro ni siquiera pensarían en ella. Era todo lo contrario.
No había alumna menos preocupada de su apariencia que Cameron Price, y era algo que constantemente notaba.
Sin quererlo, recordó más de algunas risitas que había generado al pasar cerca de otras chicas, chicas que la reconocían y no dudaban en hablar de ella apenas se hubiera alejado unos cuantos metros.
Siempre había odiado eso de las mujeres…
Aunque no importaba cómo, su aspecto comparado a cualquier otra alumna, era algo de lo que burlarse.
Amanda en cambio… era maravillosa.
Como una modelo siempre. Increíble, guapa, talentosa, firme… Incluso su madre se lo recordaba siempre.
"Debería ser más como Amanda, ella sí es linda…"
Su mejor amiga era la chica perfecta comparada a ella. Si Pablo debía enamorarse de alguien, era claramente de ella.
Y aquel pensamiento era, definitivamente, la señal de que había caído fondo.
Sin dudarlo dejó caer su cabeza en el escritorio.
—Cameron, ¿estás bien?
En respuesta, ella gruñó.
Aún seguía enojada con sus amigos, pero estos no se habían dado cuenta hasta qué nivel ella estaba molesta.
Como siempre, sólo pensaban que todo era un juego.
—Quiero morirme, Marlon.
—Creo que lo exageras —respondió su amigo, con calma—. No es la primera vez que te confunden con un chico. ¿Qué tiene de malo que vuelva a pasar?
Ella lo miró con un pequeño puchero, alzando sus cejas.
—Ah, cierto… te gusta.
—Sí… creo que estaba ese pequeñísimo e insignificante detalle…
—Aún así —continuó su amigo, con calma—. No es algo malo que te confunda con un chico. No creo que desees decirle la verdad.
—Pero…
—La idea no es humillarlo. No sabemos cómo es ese chico y ya sabes que los hombres somos muy, muy orgullosos. Si él resulta ser así, pues se acabó…
Ella suspiró.
Marlon tenía razón. Lo que menos deseaba hacer era humillar a Pablo.
—¿Siguen hablando del tema? —Tyler apartó la vista de su libro—. Pablo es realmente torpe, hasta un punto en el que él mismo lo acepta. No notará que eres mujer hasta que se lo digas claro o te vea vestido de chica… y aún así, tal vez crea que sigues siendo un chico.
Marlon hizo una mueca.
—Eso es ser torpe en serio.
Tyler sonrió de medio lado.
—Hablas de mi mejor amigo… por supuesto que es un idiota.
Ella solo miró por la ventana, cansada.
**
En casa tampoco le iba mejor.
—Hija, creo que no entiendes lo que sucede.
Cameron enterró la cuchara en el pote de helado, y se la llevó a la boca, saboreando la frutilla.
—Entiendo que el helado me hace sentir mejor…
Amanda abrió las cortinas, dejando pasar la luz.
Cameron rodó y gimió, tratando de escapar de los rayos que ahora la invadían. No funcionó, por lo que gruño antes de volver a sentarse, con el pote de helado aún entre sus brazos.
—Mírate, estás toda despeinada.
—Es sorprendente que sea lo único que te preocupe de mí… —contestó, sarcástica.
—Lo siento, lo siento —Amanda caminó hasta sentarse a su lado y, con una sonrisita tímida, se llevó la cuchara a la boca—. Está delicioso en verdad.
Cameron no pudo evitar hacer un mohín ante la sonrisa de Amanda, y es que ella era tan, pero tan resplandeciente comparada a ella…
—¿Qué era lo que hablabas sobre no entender?
La mirada de la joven brilló.
—¡Puedes utilizar esto a tu favor!
—¿Y cómo puedo hacerlo?
La verdad, no quería ni hablar del tema, pero de partida había sido idea de Amanda todo aquello…
—Pues, podrías averiguar qué chicas le gustan a Pablo.
Aquello fue suficiente para despertar la atención de su amiga.
—Pues de seguro no las chicas que se visten como chicos…
—Ah, vamos, tienes mucho estilo, Cameron. Sobre todo considerando el guardarropa limitado que posees.
Cameron hizo una mueca mirando hacia su armario casi vacío, cortesía de su verdadera madre.
—No lo sé… no me parece correcto. Lo estaría engañando.
—No tienes que decirle ahora que eres una chica —explicó ella, con calma—. Sólo seguir comportándote como siempre e ir averiguándolo con el tiempo. Y luego, ¡bam!, yo me encargo del resto.
Cameron alzó su ceja, incrédula.
—¿Cambio de imagen?
—¡Sí! —chilló Amanda, emocionada. Cameron rió—. ¡El chico no sabrá que lo golpeó!
Amanda no había cambiado en nada… pero se sentía bien tener una amiga con la cual charlar.
—¿Qué harán para el festival cultural? —preguntó, solo por cambiar el tema.
—¡Una obra de teatro! —contestó emocionada. El festival cultural en la preparatoria femenina era el evento más esperado—. ¡Una historia de romance y drama! ¡Y yo estoy decidida a ser la protagonista, aunque hay otra chica que me hace competencia por el mismo papel!
—¿Y cómo harán una obra si todas serán chicas? —preguntó, estirándose.
Amanda se cruzó de brazos, pensativa.
—Supongo que algunas deberán disfrazarse de chicos —la miró con interés y una sonrisa amigable—. ¡Podrías ir y ayudarnos!
—Sí, claro…
—Pues yo iré a su festival, me parece justo que vengas al mío. ¡Porfa, porfa Cameron! —suplicó, con ojos de cachorro—. ¡Será como jugar a los disfraces! ¡Todas se verán maravillosas si nos ayudas!
—Pues… —no quería hacerlo, pero Amanda estaba tan entusiasmada que negarse fue imposible—. Está bien.
—¡Oh genial! —de inmediato tomó su bolso y corrió a la puerta—. ¡Recuerda tu misión! ¡Averiguar qué tipo de chicas le gustan!
Y se marchó con velocidad , como si fuera un huracán morado.
La joven se dejó caer en la cama, observando al techo. ¿En verdad sería una buena idea? ¿No engañaría a Pablo al fingir que era un chico?
Ahora que lo pensaba, ¿por qué no le había contado la verdad? ¿No sería todo más fácil ahora si le hubiera dicho desde un inicio que era una chica?
Supuso que el miedo había sido suficiente como para asustarla. La simple idea de que se riera de ella, la asustaba lo suficiente como para desear esconder la verdad.
Volvió a mirarse al espejo, desencantada con su imagen.
Tal vez había cometido un error al cortar así su cabello… tal vez, a pesar de ser molesto, se veía mejor con el cabello largo. Observó su ropa y suspiró. ¿Por qué no se esforzaba un poco más en usar la ropa de mujer que tenía guardada en su armario, la que su madre siempre le compraba?
Tal vez no se veía tan bien como ella creía…
"Luzco como si me hubiera levantado recién de la cama y este aspecto es lo mejor que puedo conseguir, después de media hora arreglándome…"
Con aquello en mente ni siquiera tenía ganas de moverse.
Su teléfono sonó en aquel instante, por lo que estiró la mano hasta él para ver de quien se trataba.
La fotografía de Tyler riendo, apareció en su pantalla.
—¿Qué sucede? —preguntó al contestar.
—Muy bien, Cameron, escucha con atención.
La voz de Marlon, proveniente desde el otro lado de la línea, la desconcertó.
—¿Marlon?
—Y Tyler.
—¿Sucedió algo?
—Sí. Tenemos algo que decirte.
—Hemos notado que no dejas de darle vuelta al tema de Pablo…
—Lamentamos habernos reído tanto ayer…
—Creemos que debe darte igual lo que Pablo piense de ti —la voz del chico azabache era amable, comprensiva—. Después de todo, lo que dijo no fue con mala intención, sino que es algo despistado y más aún cuando se trata de chicas.
Aquellas palabras formaron un nudo en su garganta.
—Chicos, no tienen que…
—Espera —pidió Marlon, resoplando—. Eso no es todo.
—Cameron, eres genial tal como eres. No tienes que pensar en cambiar, porque a nosotros nos gusta cómo te ves. Nunca hemos creído que por ser una chica debes arreglarte ni maquillarte, si te sientes cómoda siendo tú… entonces al diablo el resto.
—Y la verdad es que fuera de juego, ambos creemos que eres… bastante adorable y linda…
Cameron sonrió automáticamente con esas palabras, mientras sentía sus mejillas arder. Que sus amigos le dirigieran cumplidos, no era nada común…
—E-Eso es…
—Y no volveremos a hablar de esto —la interrumpió Tyler.
Ella supo que ambos debían estar avergonzados con la situación.
—Cierto. Como que menciones algo de esta conversación a alguien más, estás muerta.
—Bien muerta.
—Y no habrá compasión.
Ella rió con eso y se despidió, cortando el teléfono.
Se observó nuevamente al espejo: su ropa grande, su cabello despeinado…
Sonrió ante la imagen de sí misma, mientras miraba el techo de su habitación nuevamente, sintiéndose mucho más animada que hace unos minutos.
Entonces… no había nada malo con que Pablo siguiera creyendo aquello de ella, ¿cierto?
Amanda tenía razón, podía utilizar aquella oportunidad para averiguar más del chico y además de eso, no era la primera vez que la confundían con un chico.
¿Qué tan malo podía ser esta vez?