Marlon se estiró cual perro bajo el sol, mientras miraba el cielo nublado de aquel día.
Definitivamente, deseaba que llegara el verano pronto. Pronto el tiempo se enfriaría, llegarían los días feriados por la Navidad y luego los últimos exámenes antes de las preciosas, preciosas vacaciones…
Y él ya tenía todo planeado para lo que sería el viaje de su vida.
Por fin cumpliría aquel pacto hecho en la secundaría sobre ir un mes entero a la playa junto a Tyler y Cameron.
Marlon casi podía sentir los rayos del sol en su rostro, el aroma del mar salado y la arena caliente bajo sus pies. Sólo había un inconveniente, un pequeño detalle, que convertía aquel viaje en algo muy difícil de lograr.
El dinero.
¡El maldito y cochino dinero!
—¿En qué piensas, perro?
La voz le produjo un leve sobresalto. De inmediato giró la cabeza en busca de quién fuera le hubiera llamado.
—¿Qué hay, Alex? —saludó Marlon con aburrimiento, en cuanto le encontró.
Un muchacho de cabello y ojos negros se encontraba apoyado en el marco de la puerta del salón, con una sonrisa presumida en sus labios y una mirada de seriedad, que lo hacía parecer mayor de lo que era.
—¿Y tu manada? —cuestionó el joven, mirando alrededor—. Creí que los perros como tú se mantenían en manada.
—Uy sí, habla el lobo solitario —respondió Marlon, con sarcasmo—. Podría preguntarte lo mismo. ¿Dónde está tu novio?
—Tsk, que él no es mi novio... —respondió, frunciendo el ceño y consiguiendo así agrandar la sonrisa del castaño. Entonces sonrió con burla—. Aunque por otra parte si lo pensamos bien, al menos yo tengo una novia real...
Esta vez fue el turno de Marlon de gruñir.
—Golpe bajo.
—Lo sé —contestó, conforme—. Zen y los chicos están practicando por ahí —con un par de pasos, se adentró en el salón, con desinterés en su mirada—. Ya sabes que se acerca nuestro torneo…
Marlon sonrió.
El chico frente a él se trataba del capitán del equipo del salón 1 de tercer año. Cada semestre hacían un torneo de fútbol entre los tres salones como forma de diversión.
—Tyler y Cameron están paseando con Pablo por ahí… —respondió calmado.
—¿Pablo? ¿Te refieres a Pablo Wayne? ¿El nuevo chico del salón 3?
Marlon alzó su ceja.
—Sí, ¿y qué? ¿A dónde quieres llegar?
Alex tomó asiento frente a él, con su usual seriedad.
—¿Participará en el torneo?
El chico castaño guardó silencio, sin saber qué responder. Porque sólo para comenzar… ¿El amigo de Tyler jugaba fútbol?
—Eh… en verdad no lo sé.
—Hasta para eso eres inútil —declaró, cansado. Marlon gruñó—. Rayos, podría sernos útil tenerlo dentro. Sería la forma perfecta de averiguar la estrategia del otro equipo.
—Ya lo sé.
—Y por cierto, ¿cómo van los planes para sus vacaciones? —esta vez Alex le sonrió con tranquilidad. Aunque la mayoría del tiempo se veía serio, la verdad era bastante agradable una vez lo conocías.
Ah… cosas de chicos de Keane.
Se pusieron de pie y salieron al pasillo, caminando tranquilos.
—Tenemos todo planeado. Sabemos a dónde ir y cuánto gastaremos en alojamiento, comida y transporte… —explicó Marlon, observando por la ventana—, el único problema es…
—¿El dinero?
—Exacto… ni yo ni Tyler tenemos suficiente mesada, por no hablar de Cameron… —murmuró, pensativo—. Algo se me deberá ocurrir para juntarlo.
Alex le sonrió, con aquella clásica sonrisa burlesca que solía llevar.
Para ser de otro salón se llevaban bastante bien, ya que, además de los gustos en común, ambos eran capitanes de los equipos de fútbol de sus respectivos salones.
—Pues la idea que se te vaya a ocurrir debe ser buena, si quieres conseguir ese dinero pronto.
—Ya sé —contestó Marlon, suspirando ante ese desafío.
Sólo un semestre para conseguir el dinero…
No era mucho.
Miró alrededor, observando los nuevos anuncios colgados en el tablón de anuncios, y con desgano se acercó a observar, más por hábito que por verdadera curiosidad.
Y entonces, encontró la respuesta que necesitaba.
—¿Algo interesante? —cuestionó el chico de cabello azabache, acercándose. Marlon no le contestó, por lo que volteó a verlo molesto—. ¡Oye, ¿por qué no me…?! ¡Ah! ¿Qué rayos le pasa a tus ojos?
Y es que nada podía describir la emoción en su mirada…
¡Incluso un par de lágrimas habían caído!
—¡Es que sí tengo una idea!
**
—¡¿Una banda?!
Marlon llevó las manos a sus bocas, haciéndolos callar de golpe.
—¡Shhh! —ordenó, frunciendo el ceño—. La competencia siempre está cerca.
—¿De qué hablas, idiota? —espetó Tyler, apartando su mano con brusquedad—. ¿Competencia?
—Para el Concurso de música anual —continuó el castaño, sonriente—. ¡Piénsenlo! ¡El primer premio nos dará suficiente como para irnos de vacaciones todo el verano!
—Marlon sé racional. No contamos con absolutamente nada para organizar una banda.
—¡Ah, vamos! —su amigo sonrió, testarudo—. Tenemos los instrumentos y la habilidad, ¿lo recuerdas?
Tyler lo fulminó con la mirada.
—Recuerdo que la última vez que tocamos los instrumentos de mi hermano y los chicos, acabé colgando desde el segundo piso toda la noche —sintió un fuerte escalofrío al recordar aquello—. No quiero exponerme a eso de nuevo.
—Ya, pero Artics encuentra en su gira de América —le recordó Cameron, apartando con suavidad la mano de Marlon de su boca—. No volverán hasta el inicio del nuevo año escolar, al final de las vacaciones.
Tyler gruñó.
—Agh. Bueno, suponiendo que podamos violar la cerradura y robar los instrumentos que dejaron aquí… ¿qué pretendes hacer exactamente?
—¿Recuerdas nuestra presentación en música de secundaria? —Tyler asintió, seguido de Cameron—. ¡Perfecto, es básicamente lo mismo! Yo en la batería, tú en el bajo y Cameron en la guitarra. Tenemos meses para practicar y realizar algo genial, ¡podemos hacerlo!
Cameron suspiró.
—¿Y quién cantará?
—¿Quién más que tú? —preguntó Tyler de vuelta, a quien la idea comenzaba a parecerle divertida—. Tu voz es muy buena.
—¿Tanto como para ganar? —preguntó ella, sin evitar hacer una mueca.
—Agh, de hecho, no podemos usar a Cameron …
Tyler frunció el ceño, enfadado. Justo cuando comenzaba a agradarle la idea…
—¿Y por qué no?
- Porque… bueno… sé que es una idiotez sexista, y que probablemente Cameron se vaya a enojar, pero…
—¿Qué sucede?
—Las chicas tienen prohibido participar.
—¡¿Qué?!
Marlon hizo una mueca.
—Ya lo sé, ya lo sé. De seguro es todo obra del presidente, pero no podemos hacer nada, ya fui a preguntar…
—Entonces estamos perdidos… —Tyler suspiró—. Y yo que ya me había entusiasmado.
—No necesariamente todo acaba aquí —continuó Marlon con seriedad—. Podemos conseguir un vocalista, y en cuanto a Cameron…
Ella lo miró con los ojos entrecerrados, llena de sospecha.
—¿Qué planeas? —cuestionó. Su amigo le devolvió la mirada nervioso, confirmando sus temores. Marlon siempre era directo con las cosas, si tenía miedo de decirle algo, era porque usualmente significaba pedirle algo que sabía no le gustaría a ella. Y entonces lo comprendió—. ¡Quieres que finja ser un chico!
—¡Sólo hasta el festival!
—¡Será el segundo semestre entero! —se quejó, incrédula—. ¡Me descubrirán antes de una semana!
—Si nos inscribimos al concurso con nuestros apellidos, creerán que te tratas de tu primo. Luego solo debemos pasar inadvertidos hasta que…
—Marlon, no somos niños pequeños —Tyler frunció el ceño, con seriedad—. No funcionará.
Por toda respuesta, el castaño se arrodilló frente a Cameron, suplicante.
—Necesitamos ese dinero para irnos de vacaciones —comenzó, con los mismos ojos que su perro utilizaba al verlo comer algo delicioso—. ¿Recuerdas el pacto?
Ella suspiró, hastiada.
—Marlon, no creo que…
—Piensa en toda la ropa que podrías comprarte.
Cameron tragó, de pronto interesada.
—¿R-Ropa…?
—Sí, mucha ropa —Marlon parecía un perro, de haber tenido cola de seguro la estaría moviendo—. Toda la que quieras…
—Oh, Cameron —Tyler se golpeó la mano con la frente—. Eres débil.
Pero supuso que no podía culparla, después de todo, con lo estricta que era su madre respecto a su aspecto lo que más deseaba la joven, era una oportunidad para conseguir cosas propias…
Y de pronto, era Cameron la que estaba arrodillada.
—¿Podemos, Tyler?
—Ah, chicos, no creo que…
—¿Porfiiiiiiis?
Suspiró, cansado.
—Ya qué…
—¡Sí! —Cameron y Marlon se pusieron de pie, al instante.
—Pero sólo si mantenemos el asunto de la banda en total secreto —decidió Tyler, con seriedad—. Solo entre nosotros tres.
—¿Eh? ¿Por qué?
—¿Qué sucede si otro chico se da cuenta de quién eres realmente, Cameron? —preguntó Marlon, comprendiendo la idea de Tyler—. Será mejor mantenernos en secreto un tiempo, al menos medio semestre.
—Supongo que tienes razón… —suspiró ella—. Entonces sólo nosotros tres…
—Pero necesitamos un vocalista… —acotó Marlon.
Tyler sonrió, confiado.
—¿Qué tan difícil puede ser encontrar uno? Hay cientos de chicos en la escuela, uno debe saber cantar bien.
***
Pablo entró a su cuarto y de inmediato cerró la puerta, exhausto.
Tiró sus cosas a un lado y se dejó caer en la cama, mientras que con una mano buscaba con calma su celular. Se colocó los audífonos y le dio al Play sin dudarlo, dejando que las maravillosas notas llenaran su mente.
Oír música solía relajarlo al instante.
Era una conexión especial e incapaz de explicarse. La forma en la que cada nota lo llenaba, lo elevaba y lo transformaba en algo único y personal…
En una situación normal se hubiera quedado dormido con el pasar de las canciones, pero en ese momento, un sentimiento había inundado su pecho con tanta fuerza que ignorarlo era simplemente imposible.
Sin pensarlo demasiado, solo sintiéndolo, siempre sintiéndolo, abrió su boca y dejó escapar las primeras rimas de la canción en leves susurros, justo antes de agarrar el ritmo que deseaba y elevar su tono.
Y de pronto, se hallaba cantando a todo pulmón cada estrofa de la canción, mientras se movía por el cuarto, imaginándose en medio de una presentación real, fantasía que desde niño había anhelado cumplir.
De pronto, escuchó el sonido de la puerta principal abrirse y de inmediato guardó silencio, inexplicablemente avergonzado. Salió de su cuarto y mientras se asomaba a la escalera para ver quién de sus padres había llegado, se sintió aliviado de no ser descubierto.
—¿Hijo, oías música? —la voz de su madre, una amante de la música, le llegó desde abajo.
—La radio —mintió deprisa—, pero ya se acabó.
—Oh, que lástima. La voz era tan maravillosa… de las mejores que he escuchado.
Pablo sonrió, como si de una travesura se tratase.
Aquel era en verdad su único secreto, ya que nadie jamás lo había oído cantar… ni siquiera Tyler.
Y planeaba que así fuera por mucho tiempo…