Capítulo 7

2525 Words
Tyler suspiró, agotado. Encontrar un vocalista había resultado mucho más difícil de lo que esperaban. Lamentablemente, el nivel de cantantes en su escuela no era tan alto como creían y los más reconocidos ya habían sido reclutados. Seguir preguntando sin llamar la atención de las otras bandas, era imposible. La buena noticia era que por fin había descubierto la forma de robar los instrumentos del cuarto de su hermano sin que la alarma estallara. Sonaba a una tontería, pero a pesar de que Andrew estuviera al otro lado del mundo meterse en su cuarto le provocaba un temor indescriptible. Cuando estaba en casa, su hermano solía decirle que no era digno de mirar su bajo, así que la simple idea de tocarlo de nuevo lo ponía ya de por sí nervioso. Nunca había sido especialmente bueno en las travesuras, pero suponía que si todo salía bien y se presentaban antes de que su hermano llegara no habría problemas. —¿Quieren ir al centro mañana? —Marlon se hizo oír por sobre el murmullo general del salón—. Para distraernos de toda esta semana de locos… —Nos haría bien —respondió Tyler, acariciándose el puente de su nariz mientras terminaba de meter las cosas en su bolso—. Un respiro para pasarla bien… Ya estaban inscritos en el concurso, aunque sólo habían usado sus apellidos para no despertar sospechas, y ya que la lista de participantes era secreta su presencia aún había pasado desapercibida para otros grupos. Como eran poco conocidos en la escuela comparados a otras chicas y otros chicos, muy poca gente sabía que Cameron era una chica… básicamente solo su salón. Esa era una de las tantas ventajas de ser invisible. —¿Podemos llevar a Pablo? —preguntó Cameron. —Ah… supongo, pregúntale. Ella sonrió emocionada, justo en el instante en el que el chico rubio ingresaba al salón con su bolso. Su cabeza alta indicaba claramente que se sentía feliz de que al fin fuera viernes, como todos. Sin pensarlo, Cameron caminó hasta él, sintiendo a las violentas mariposas en su estómago. —Ah, hola… ¿cómo estás? —Algo nervioso —admitió—. Aún no me hago amigos en mi salón así que… Ella asintió. Llegar en el segundo semestre, representaba claramente una dificultad para integrarse cuando los grupos dentro del salón ya se encontraban formados. Sobre todo si se era tan tímido como Pablo. —Ah, Pablo, ¿quieres ir al centro mañana? —Ehmmm —el chico volteó a un lado, mirando a Tyler, quien bostezaba tras ella—. ¿Él irá? —¿Tyler? —preguntó extrañada, Pablo le asintió—. P-Pues sí… Al instante sonrió, consiguiendo que ella también sonriera. —Entonces iré. —¡Genial! —afirmó—. ¡Les avisaré a los chicos! Volvió sobre sus pasos con Pablo siguiéndola y en pocos segundos, ya se encontraban planeando todo. —¿Entonces nos veremos en la Estación mañana a las 11? —preguntaba Tyler. —¿A las 11? ¿No crees que es muy temprano? —Marlon hizo una mueca—. La gente debe dormir y todo… —A mí me parece bien —puntualizó Cameron, mientras terminaba de meter las cosas en su bolso para poder irse a casa—. Así podremos almorzar en un buen horario. —Insisto en que vayamos en la tarde. —Por ti ni iríamos, así que cállate. —¡Oye! ¿Quién fue el que planeó todo? Tyler sonrió, presumido. —Yo. ¡Agh, Tyler! Cameron rió. De pronto Pablo tocó su hombro, llamando su atención. —Cam… —él la observó con rareza—. ¿Por qué tienes un brillo de labios en tu bolso? Se quedó estática ante la pregunta, mientras que con velocidad, dirigía la vista al brillo de labios color cereza dentro de su bolso. Al instante supo la respuesta. "¡¡AMANDA!!" ¡De seguro lo había dejado allí por accidente! —A-Ah… bueno… yo… —bufó, frustrada—. Es que ella es tan desordenada… —¿Desordenada? ¿Acaso esto es de tu novia o qué? —¡¿N-Novia?! Ante su reacción, Pablo reemplazó su gesto serio y le sonrió con malicia. —Ah, ¡vamos, Cameron, sabes de lo que hablo! Y arrojó el puño. Fue un golpe pequeño, hecho en medio de una broma, pero un golpe a fin y al cabo. Y Cameron no había recibido un golpe desde aquel verano fingiendo ser un chico, a los siete años, por lo que no pudo evitar el pequeño quejido que escapó de sus labios. —A-Auch… —susurró, acariciando su hombro con delicadeza. —¿Te dolió? —preguntó Pablo, preocupado. De pronto los chicos aparecieron, atraídos por la expresión de dolor de la joven. —¡Hey, hey! —gritó Marlon, empujando a Pablo para que retrocediera—. ¿Qué haces? —¿Te golpeó fuerte? ¿Estás bien? —Tyler miraba el hombro de Cameron, como si esperara ver sangre aparecer de un momento a otro. —Estoy bien. —¿Oh, Cam, qué pasa? —Pablo intentó acercarse, pero el chico azabache lo detuvo. —Eh, eh, quieto —ordenó Marlon. Pablo frunció el ceño. —¿De qué hablas? Solo fue un golpe y ya, no hay nada de qué preocuparse. Marlon frunció el ceño, indignado, y abrió la boca listo para rebatir, en cuanto Cameron puso una mano en su hombro. —E-Es que me vacune recientemente —mintió ella, riendo—. Así que el brazo estaba delicado justo en esa parte… Los chicos se calmaron y dieron un paso atrás. —Oh, lo siento, no lo sabía —se disculpó Pablo, preocupado. —No es tu culpa… —al instante, fulminó a los chicos con la mirada, quienes también fruncieron el ceño. —Agradece que nos preocupamos por ti… —replicaron. —No es razón para exagerar. Finalmente suspiraron, agotados. No podían negar que esconder la identidad de Cameron los ponía bastante tensos. —Oh… y por cierto Cam… —Pablo sonrió de nuevo, haciéndola suspirar en su mente: ¡adoraba la forma en la que sus labios se curvaban hacia arriba!—. Te quería preguntar… —¿Sí? —Ayer tuvimos natación, ¿dónde estabas? Un rayo cayó sobre los tres, al olvidar aquel mínimo detalle que por la semana habían pasado en alto: ¡La clase de deportes estaba separada en chicos y chicas! Durante el primer semestre, las chicas habían usado la piscina, pero ahora que le pertenecía a los chicos, ellas en encontraban en las pistas de atletismo. —A-Ah bueno… —Cameron dio un paso atrás, tratando de pensar en una mentira con rapidez. ¡El pánico la invadió! —No creí que eras de los chicos que escapaba de clases… —¡No es eso! —aseguró, nerviosa—. Es sólo que… —Cameron no sabe nadar —afirmó Tyler, con calma—. Así que está libre de natación… ¿cierto? Ella le miró, sorprendida: ¡eso era verdad! —¿No se supone que con las clases debería aprender a nadar? —A-Ah… tengo un serio problema en mis oídos —admitió, levemente avergonzada—. Así que no puedo meter mi cabeza bajo el agua por mucho tiempo. Era verdad. Jamás había aprendido a nadar, pero contrario a lo esperado Pablo sólo le sonrió, como si ella le hubiera dicho algo tan común como que tenía alergia a la primavera. —Oh, entiendo. —A-Ah… Pablo. ¿Entrarás al equipo de fútbol? —preguntó Marlon, tratando de distraer el tema. Habían sido suficientes emociones por un día. —¿Hay un equipo de fútbol? —Sí —contestó Tyler, calmado—. Siempre competimos entre nosotros. Es por salón. —Oh, eso se oye genial… —Eso creía… Sería una buena forma de que hicieras más amigos… Pablo miró fijamente a Tyler a los ojos y él le sostuvo la mirada, como si estuvieran sosteniendo una conversación secreta de la que nadie más podía ser parte. Finalmente, luego de varios segundos, Pablo suspiró. —Sí, sí, creo que tiene razón… Tyler le sonrió. —Sabes que siempre la tengo. ** Cameron caminaba hacia la puerta de su escuela, junto a los demás. Por fin descansaría de la que había sido la semana más cansadora en mucho tiempo. Desde que se habían anotado en el concurso, el objetivo con la prioridad más alta había sido esconder la identidad de Cameron, lo que claramente los había puesto más paranoicos que de costumbre. Aunque era una tontería: la mayoría de los chicos, como Pablo, eran despistados y no se interesaban en preguntar; mientras que las chicas pasaban directamente de Cameron. Ahora la joven sólo podía pensar en el largo y relajante baño que se daría al llegar, porque claro, el día ya no podía empeorar… Una joven se hallaba de pie en la puerta, ensimismada en su teléfono, el cual miraba como si fuera lo más divertido del mundo. Su largo cabello castaño caía por su espalda en una cascada. Cameron reconoció al instante el uniforme (¡pertenecía a la escuela secundaría femenina de Keane!) y por supuesto que también reconoció a la chica. —¡¿Camila?! —gritó, corriendo a ella. —Ah, ¡hermanita! —le llamó esta, emocionada. De inmediato le enseñó su teléfono, en donde un pequeño adorno de conejo colgaba—. Mira, mira, ¿no te parece un adorno muy lindo? —Ciertamente… —sonrió, con calma. Pese a toda su apariencia madura, su hermana seguía siendo realmente tierna—. ¿Q-Qué haces aquí? —Dejé las llaves en casa —contestó, con un pequeño mohín—. Creí que podría acompañarte a casa ya que Albert saldrá dentro de unas horas de su escuela. Ella asintió. —Claro, vamos. —¿Podemos comprar un par de pasteles en el camino? —No, sabes que mucha azúcar es mala —le regañó. Su hermana se cruzó de brazos, frustrada. De pronto, el resto de los chicos apareció. —¿Qué hay, pequeña? —saludó Marlon, chocando los cinco con la joven. Tyler acarició su cabeza en saludó. —Marlon, Tyler —entonces miró a Pablo, quien la miraba algo extrañado—. ¿Quién es él? —Es Pablo, un viejo amigo —presentó Tyler. Miró al chico—. Ella es Camila, la hermana menor de Cameron. —Oh, es un placer, Pablo… —sonrió la pequeña, haciendo una leve reverencia. —¡Waah! Es tan linda, desearía tener una hermanita menor como tú, Cam. Ella solo sonrió, nerviosa. —¿Vienes a buscar a Cameron? —preguntó Tyler. —Sí —sonrió, emocionada—. Quería volver con mi hermanita… Cameron le tapó la boca con velocidad. De inmediato, sostuvo a Cameron contra su cuerpo y comenzó a retroceder a la salida. —N-Nos veremos mañana, ¿vale? —¿Hermanita? —preguntó Pablo, confundido. —Hermanita es como le dice a una de sus amigas —mintió deprisa, asustada—. P-Pero como no pudo venir con ella, vino a buscarme a mí, su hermanito, ¿cierto, Cami? Su hermana le dirigió una larga mirada, que Cameron correspondió con una de súplica, antes de asentir. —¡Cierto! –afirmó la pequeña, en cuanto Cameron la soltó—. ¡Así que… mi hermanito… me llevará a comprar pasteles! ¡Todos los que yo quiera! ¿Verdad? Marlon y Tyler reprimieron la risa al ver la expresión de Cameron. —S-Sí… Pablo, en cambio, rió. —Creo que la consientes demasiado. —A veces creo lo mismo —suspiró ella, ante la sonrisa emocionada de Camila. Aunque bueno, era su culpa. Las mentiras eran tan malas, como comer demasiada azúcar. ** Cameron se dejó caer en pijama sobre su cama, exhausta. Lo único que deseaba era dormir por un largo rato, pero por la mañana saldría de compras con sus amigos. Sonrió entusiasmada ante la idea y, luego de cerrar la puerta de su habitación con llave, abrió el armario para decidir la ropa que usaría al día siguiente. Una serie de vestidos, faldas y blusas de vistosos colores la recibieron. De inmediato, aguantó el grito. ¿Dónde estaban sus camisas y polerones? ¡¿Dónde estaban sus jeans?! ¡¡¿Dónde diablos estaba toda su ropa?!! —¡¡¡MAMAAAÁ!!! Abrió la puerta y bajó la escalera a toda prisa, casi tropezando. Dio un salto en los últimos tres escalones y aterrizó con un fuerte golpe, llamando la atención de toda su familia, que a esa hora se encontraba tomando el té en el comedor. Su primo, sentado a un par de metros de ella, alzó sus cejas y la observó con atención. Y entonces, Cameron sonrió con dulzura. —Madre, he notado que mi cuarto tiene ciertos cambios —comenzó, con completa calma—. ¿Puedo preguntar el porqué? Su madre sonrió emocionada. —Verás, hemos ido de compras con tu tía. Encontramos muchas cosas hermosas y como estabas en clases, decidimos ver por ti. —¿Puedo preguntar entonces dónde quedó la otra ropa que había en mi armario? —¿La ropa de Marlon? Cameron hizo una mueca. Había olvidado aquello. Como Marlon se la pasaba tanto tiempo en casa de Cameron, ambos habían inventado que la ropa de la joven le pertenecía en realidad a él. La historia calzaba a la perfección, pues si había algo de lo que la madre de Marlon estaba menos preocupada era sobre la ropa que su hijo optara ponerse. Algo completamente contrario a la madre de Cameron. —Sí —contestó, forzando la sonrisa. —Pues no había espacio así que deseche las prendas más viejas y las demás se las envié de vuelta a su casa —respondió su madre, con calma. Cameron quiso gritar, pero tuvo suficiente control para sonreír, agradecer y subir a su cuarto con la excusa de que debía terminar sus deberes. Lo último que alcanzó a oír fue la voz de su madre mientras decía "como toda una dama…" Se sentó en su cama y miró al techo, mientras suspiraba. Su madre era de aquellas mujeres que creían que una chica debía vestirse con faldas y vestidos de colores claros, usar el cabello largo, tacones y maquillaje. Muchas veces la comparaba con Amanda, a quien hallaba la joven perfecta: silenciosa, calmada y elegante, dones que creía eran esenciales para convertirse en una chica respetable. Tampoco aprobaba cosas tales como leer manga, los deportes bruscos o usar ropa de hombres, todas cosas que Cameron amaba realizar. En su opinión, ninguna chica debía realizar ese tipo de actividades, clásicas de los hombres. Su hija, claro, no era la excepción. ¡Y por cosas así, Cameron odiaba ser una chica!
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