Dejó el teléfono sobre la mesita de noche, se volvió de costado e intentó dormir, pero le fue imposible conciliar el sueño. Un solo pensamiento ocupaba su mente y lo desvelaba, Helena no cayó en la trampa, a decir verdad, en ninguna, lo que menos tenía era ser ingenua. Esa ingenuidad infantil que él descubrió cuando la conoció, de ser una niña tierna e insegura, ingenua y mimada, paso a ser una mujer inteligente y precavida, calculaba los riegos, actuaba en consecuencia, pero siempre a la segura, no se permitía un paso en falso. El día siguiente sería definitivo, volvería a colocar la red, y esta vez no fallaría, no fallaría porque jugaría con las misma reglas de Helen