Helena lo miró fijamente, no supo como contestar, desvió la mirada y se disculpó. Entró apresuradamente al cuarto de baño, una vez dentro, se quitó el vestido, las medias, desató los broches del cabello y se metió a la ducha. Hizo un repaso mental de los acontecimientos de la noche anterior. Se sonrojó hasta la punta de los pies cuando recordó los besos y las caricias que furtivamente compartió con Donato, y el momento antes cuando se levantó apresuradamente para evitar que Arturo la descubriera en semejante posición tan vergonzosa. Se habría sentido profundamente humillada y culpable, lo que sin duda consiguió Donato, a eso precisamente se presentó, con el objetivo expreso de h