Los Abbey

3061 Words
Capítulo 4 Los Abbey Luego de recoger todos los libros, y acordar traérselos de regreso a Rich, cuando los hubiera terminado, Anne salió de la tienda, pero esta vez iba acompañada por Sarah, quien ya se le había pegado como un chicle hablando hasta por los codos. Mientras Anne cargaba la canasta de la bici, la chica rubia le comentaba algo sobre una vez que hicieron una protesta al norte del pueblo y el dueño de la granja los amenazó con una escopeta, ella no prestaba mucha atención a la historia, solo se limitaba a asentir de vez en cuando para no parecer maleducada, sin embargo, algo repentino se había robado por completo su campo visual. Aquellos chicos del convertible rojo se habían estacionado a unos cuantos pasos de ella y se disponían para entrar en un café que había a tres locales de la tienda de cómics. —Oye— Intervino Anne. —¿Sí?— Respondió Sarah, recelosa por la interrupción. Anne señaló a los tres chicos, de manera prudente, los cuales parecían modelos de revista. Uno era bajo, fornido y con cabello n***o un poco desordenado, su apariencia joven y rostro perfecto llamaba la atención, también vestía muy a la moda, cosa que le pareció extraño a Anne, debido a que toda la gente de ese pueblo era común y ellos no encajaban ahí. El segundo chico se veía un poco más alto y tenía rasgos finos muy atractivos, sus ojos miel destacaban en su tallado rostro de porcelana, el cabello n***o le goteaba como si acabara de lavárselo. Y por último, estaba el del medio, quien tenía una estatura más alta que los otros dos. Su cuerpo era delgado con extremidades largas, pero de igual manera tenía ese aspecto como si hiciera algún tipo de deporte, el torso perfecto de ese adonis, estaba metido en un suéter cuello de tortuga que le marcaba el pecho tallándolo como si fuera el lienzo de una pintura, los pantalones de vestir color n***o y zapatos bien lustrados le daban un toque formal y a la vez casual, llevaba un saco cargado en su hombro derecho y una actitud que parecía no importarle el mundo a su alrededor, entonces Anne supo que era él quien iba conduciendo y casi la atropellaba. —Quiénes son ellos— Anne hizo la pregunta sin dejar de escanear a los tres sujetos atractivos que ya casi entraban a la cafetería. Sarah los contempló con las cejas un poco levantadas, luego miró a Anne como desconcertada, ya que la expresión que tenía, era de que todos tenían que conocer a esos sujetos bien vestidos que resaltaban por sobre todos. —¡Vaya! ¿No conoces a los Abbey?— Anne encogió los hombros negando con su cabeza, para añadir de manera desinteresada —¿Debería?— Sarah asintió de forma exagerada. —Deberías, ya que son los más ricos del pueblo, viven al norte en una mansión muy lujosa, nadie nunca ha entrado, pero dicen que les sobra el dinero— Anne hizo una mueca de lado, por el hecho de que le parecía exagerado como les daba tanta importancia Sarah, sin embargo, más se debía al reciente acontecimiento de que el idiota bien vestido y niño riquillo de papá, casi la hace pasar a mejor vida. —Pareces molesta, ¿Sucede algo?— Le preguntó la rubia con el rostro que desmotraba intriga. —Eh, no...— Dirigió la mirada al chico más alto de suéter, cuello de tortuga —Él cómo se llama— Preguntó y Sarah lo detalló por unos segundos, luego puso su atención en Anne otra vez. —Él es Ansgar— Pronunció su nombre por lo bajo como si estuviera cometiendo un delito, de pronto la mirada del muchacho se posó en ambas, cosa que tomó por sorpresa a Anne, ya que parecía que las hubiera escuchado. Sarah miró a otro lado totalmente sonrojada, pero ella no, pues le sostuvo la mirada para que supiera que no le causaba ningún tipo de reacción, al contrario, Anne quería que ese sujeto entendiera su acción tan descortés, y de no ser porque Sarah estaba ahí, quizás le hubiera hecho saber su imprudencia en la carretera. 《 Qué haces, Anne, ¿Te volviste loca?》 Su mente la alertaba de aquel error que estaba cometiendo, sin embargo, la rabia por recordar ese incidente, fue más fuerte que la voz de su cabeza, advirtiendo que estaba jugando con fuego. El chico de cabello castaño con destellos dorados alzó la barbilla y frunció las cejas con intriga, sus ojos grises se profundizaron intentando deducir por qué razón Anne lo observaba de esa manera, pero Sarah cortó aquel enfrentamiento con un halón de brazo que robó la atención de Anne… —Oye, qué te sucede, eso es de mala educación…— Anne puso mala cara y para cuando volvió a ver en la dirección donde estaba el chico, ya se había adentrado a la cafetería. Estaba tan enojada que sujetó la bici con fuerza y echó los últimos libros para marcharse. —A dónde vas, ¿Te encuentras bien? —Sí, estoy bien, ya me tengo que ir… Dile a Rich qué gracias nuevamente— Dejó a Sarah con la palabra en la boca y empezó a pedalear obviando a la rubia, su molestia era más por orgullo, ya que ese niño mimado e imprudente se creía la gran cosa y por eso la irritaba, ni siquiera lo conocía y ya sentía que lo odiaba. De regreso a casa pedaleo un poco más rápido, debido a que algunas gotas empezaban a caer, subió la capucha de su sudadera para no mojarse el cabello, pero le preocupaban los libros de Rich, por el hecho de que él había sido muy específico en que debía cuidarlos como a su propia vida. No quería que se mojasen y por eso decidió acelerar un poco más, sus pies empezaban a doler y sin darse cuenta iba a una velocidad peligrosa para una carretera sumamente resbalosa. Pasando por el sanatorio mental de Phemking, de forma repentina el cielo se oscureció de tal manera que su corazón empezaba a latir con rapidez, intentó no mirar el sitio, pero la curiosidad la llevó a girar el rostro y en las ruinas de ese lugar oscuro y tenebroso, justo al lado derecho en una ventana, logró distinguir una figura escondida observándola en la penumbra, parpadeó varias veces, y las luces de un auto que venía de frente la hicieron reaccionar tomándola por sorpresa, entonces, para no chocar con aquel vehículo giro el volante de su bici del lado derecho, empezó a perder el control fuera de la carretera hasta chocar con un árbol… El impacto la hizo saltar de manera brusca, golpeándose fuertemente con ese árbol y terminó inconsciente en el suelo. (Esa voz, un susurro que decía su nombre) —Anne, Anne, despierta… Anne…— Abrió sus ojos totalmente desconcertados, miraba a todos lados con nerviosismo, no tenía idea dónde rayos estaba, su corazón acelerado en su pecho y su respiración era muy agitada. Lo primero que notó fue que no estaba en el bosque, ahora se encontraba en un lugar totalmente diferente y debía investigar cómo fue a parar ahí. La cama donde estaba recostada era enorme, cómoda y tenía varias almohadas con fundas negras, la habitación se veía amplía, muy diferente a cualquiera que hubiera visto antes, lo que le parecía curioso era el color. ¿Quién que no fuera un emo, o rockero se decidía por ese color para una habitación? Generalmente, las personas se decidían por colores tenues o crema, pero ahí era totalmente diferente. Toda la habitación resaltaba en elegancia, cerrando por completo la boca de Anne sobre sus ideas de ese color para una habitación, al lado de la cama un poco separada, se encontraba una mesita de cristal, un libro sobre ella, una lámpara encendida y en la pared de enfrente una estantería repleta de libros. Todo aquello cada vez se tornaba mas raro, porque algo en el fondo le hacía pensar que estaba segura, a pesar de que no tenía la más remota idea de saber dónde se encontraba. Anne se levantó de la cama para husmear un poco... Al poner su pie en el suelo sintió a través de las medias la alfombra, se quedó observando por un instante para darse cuenta de que también era de color n***o. 《Vaya, tenemos a una persona obsesionada con este color》 Pensó arrugando el ceño, siguió mirando y encontró un pasillo a la izquierda donde se encontraba algo parecido a una sala de estar, tenía un sillón que se veía muy cómodo, era de esos que se pueden reclinar para subir los pies y tomar una siesta, frente a ese sillón estaba una ventana enorme en forma rectangular con vidrio transparente y una cortina a medio abrir, otra cosa que notó, es que estaba un reproductor de música que despertó más su curiosidad, avanzó lentamente hasta llegar para admirar los discos en la mesita los cuales eran de música clásica, ella levantó una ceja y para cuando los iba a regresar a su lugar, la puerta de la habitación rechinó para abrirse… Se giró inmediatamente, quedando anonadada por ver quién era la persona que la había traído a ese lugar. —¿Cómo te encuentras?— Le preguntó con un tono de voz que suave. Anne tragó saliva sin saber que responder, en su cabeza intentaba procesar toda la información, por el hecho de que eso no podía ser una casualidad. —Bien— Respondió cortante. —¿Qué hago aquí?— Prosiguió exigente, el chico que ya no traía un suéter cuello de tortuga, sino una camiseta simple de color n***o y pantalones jeans del mismo color, levantó la comisura de su labio en una sonrisa leve. —Te encontré en el bosque, estabas inconsciente y como no tenía idea dónde vives, decidí traerte a mi casa— Señaló Ella puso mala cara —Debiste esperar que despertara y preguntar donde vivo, en vez de traerme a tu casa. ¿Sabes que a eso le llaman secuestro?— Recalcó tajante. Él hundió las cejas y amplío un poco más su sonrisa —Eres libre de irte, no te estoy reteniendo aquí, además…— Quiso terminar, Ella no le permitió seguir, y avanzó molesta a la puerta, llevaba los puños cerrados y ni siquiera pensó en sus zapatos, por lo que tuvo que regresar a la habitación para recogerlos —Puedes escuchar unos segundos — Musitó él; sin embargo, ella lo ignoró. Avanzó por el largo pasillo de esa casa enorme buscando una salida, pero parecía estar en un laberinto, sentía los pasos del chico siguiéndola y eso la irritaba, por lo que caminó más rápido. Llegó a unas escaleras que no dudó en bajar, atravesando una sala más grande que la cabaña de su padre, miraba a todos lados analizando cuál sería la salida hasta que por fin halló una puerta que para ella parecía la principal… Tomó el pomo y antes de girarlo un relámpago hizo parpadear las luces de la casa. Se paró en seco y luego abrió para notar que una gran tormenta arrasaba con el pueblo, el cielo parecía que iba a caerse porque llovía a cántaros, los árboles se movían con violencia por las ráfagas de viento que los azotaban, retrocedió sorprendida y tropezó con Ansgar. Se separó tan rápido que fue incómodo para ambos. —¿Ahora ves por qué no podía esperar que despertaras? Siento que te moleste estar aquí, pero creo que tendrás que esperar que deje de llover— Le aclaró. Anne tenía una mueca de protesta, sin embargo, al escuchar los truenos y la lluvia que chocaban con la estructura de esa casa, no le quedaba de otra que esperar. Totalmente inconforme, se cruzó de brazos para aceptar la realidad de que no tenía opciones ante esa situación, él le hizo un ademán para que lo siguiera, cosa que provocó cierta molestia en Anne por el hecho de recordarlo conducir su convertible y casi atropellarla. Llegaron a la sala donde se ubicaban unos muebles muy bonitos con cojines decorativos y una mesita en medio con una copa sobre ella que poseía algunas figuras indescriptibles a su alrededor. Cuando él tomó asiento e hizo seña para que ella también lo hiciera, Anne se negó quedándose de pie frente a los muebles. Ansgar levantó una ceja preguntando con naturalidad: —Qué te ocurre— Señaló. Pero ella negó lentamente con su cabeza poniendo los ojos en blanco. —¿Siempre eres así?— Inquirió, Ansgar puso cara de confusión. —¿Así cómo? No te comprendo…— Refutó. Anne levantó la barbilla y lo fulminó con la mirada. —Así, digo, me recogiste como si yo fuera un cachorro, no creo que la gente sea tan amable como para recoger personas en la calle y llevarlas a sus casas— Culminó con sarcasmo, él sonrió de tal manera que se le hizo un hoyuelo en la mejilla derecha. —Te ves tensa, parece que necesitas decir algo, pero mi duda es… Por qué no dices que te ocurre y serás libre de toda esa tensión que tienes— Sugirió con paciencia, Anne abrió la boca un poco, se sentía indignada porque ese sujeto le hablara como si la conociera, de hecho cada una de sus palabras sonaba a que sabía la causa de su enojo. —No estoy tensa, pero si tengo algo que decir— Escupió sin remordimiento — Te recomiendo mirar bien cuando vayas en la carretera, porque otras personas existen y no somos simples objetos de goma… —¿Te refieres a mi manera de conducir?— Afirmó lo obvio, y Anne bufó con más sarcasmo. —¿Acaso hablo en otro idioma? Es lo que acabo de decir, me refiero a que seas más prudente— Para ese instante ya ella se encontraba echando chispas, totalmente diferente a la actitud relajada de Ansgar, ya que parecía no perder la calma de manera tan fácil, incluso era amable. —Lo siento, a veces no mido la velocidad con la que conduzco, pero todavía no me has explicado que tiene que ver contigo— Insistió con inocencia, ella resopló e hizo un gesto como si le estuviera jugando una broma, pero al parecer tenía que explicarle la razón de por qué se encontraba disgustada. —Esta tarde casi me atropellas, de no ser porque te esquive, casi me matas— Reclamó con enojo. Ansgar levantó ambas cejas y luego movió sus labios para responder con afabilidad. —Lamento eso, realmente no pude notarte, creo que seré más prudente para la próxima — Se levantó del sofá y extendió su mano —¿Puedes disculparme?— Añadió con tono suplicante, ella se encontraba muy molesta, pero algo en su interior le decía que debía aceptar las disculpas, por lo tanto, apretó su mano en señal de paz. Ansgar sonrío y agregó con un tono lleno de satisfacción — Me alegra que aceptes mis disculpas, por cierto, no hemos tenido la oportunidad de presentarnos, me llamo Ansgar Abbey— Sus ojos grises se posaron en los de Anne. —Yo soy Anne Watts, es un placer. —Me alegra conocerte, Anne— Comentó con ese tono característico de amabilidad. Ella le soltó la mano rápidamente, ya que una corriente repentina le recorrió la espina dorsal, antes no había tenido esa sensación, pero al experimentarla en ese momento, era algo sumamente extraño. —No te había visto antes aquí en Phemking, ¿Eres nueva?— Comentó con las cejas medio fruncidas —He venido antes, solo de visita, pero esta es mi tercera vez aquí— Explicó. —Comprendo, me agrada saber qué gente nueva visita este pueblo— Cuando terminó las palabras, dos chicos salieron de una habitación haciendo un escándalo. —¡Te dije que él sería asesinado! —¡Rayos, no puede ser, ese sujeto es un desgraciado!— Expresaba moviendo las manos de manera exagerada, Anne miró a los dos chicos que se acercaban en medio de una discusión amistosa. —Ellos son mis hermanos— Explicó con serenidad, ella los analizaba de pies a cabeza, dándose cuenta de que ambos tenían un increíble parecido. A pesar de que uno era más alto que el otro, pero su aspecto físico era de facciones similares. —Axel, Esben— Los llamó para presentarlos a Anne. Ambos se le acercaron con una sonrisa, el más pequeño tenía aretes que le daban un toque rebelde y atractivo a la vez. —Hola, un gusto chica misteriosa, yo soy Esben— Expresó con amabilidad estrechando la mano de Anne, ella le dedicó una sonrisa que por primera vez no sintió forzada, ya que las vibras que transmitía ese chico eran genuinas y la hacían querer sonreír. —Un gusto, yo soy Anne Watts— Se presentó, pero el otro chico se interpuso haciendo mover a su hermano y le tomó la mano a Anne, dejó un beso en el dorso y luego con un tono de coqueteo añadió. —Es un placer, señorita Watts, yo soy Axel, pero puedes decirme Ax…— Sus ojos miel la observaban con cierta malicia, Anne intentó no incomodarse, pero era algo imposible, ya que no estaba acostumbrada a cosas así. —El placer es mío — Contestó ella temerosa. —Bien, ya basta… Dejen a la señorita en paz— Intervino Ansgar en tono autoritario, y ambos hermanos recobraron la compostura. —Vayan a ver si crecieron las amapolas— Ordenó. Los dos entendieron la indirecta y se despidieron para subir a las habitaciones. Anne se les quedó mirando hasta que se perdieron en el pasillo. —Disculpa a mis hermanos, ellos son un poco…— Hizo una pausa buscando la palabra, pero Anne terminó la frase por él. —¿Especiales?— Sugirió ella, Ansgar asintió. —Sí, para no decir que están locos— Terminó parq regresar al sofá, ella curvó una sonrisa mínima, pero casi de inmediato giró la cabeza llena de preocupación, ya que no paraba de llover y temía que su padre saliera a buscarla arriesgándose por no saber dónde se encontraba su hija. —Tranquila, pronto dejará de llover — Comentó para darle ánimo. ***
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