Capítulo 3
Biblioteca
Durante la noche un sueño había despertado a Anne, alguien repetía su nombre mientras le susurraba al oído, ella saltó de su cama con el corazón palpitando fuerte y la frente empapada en sudor, al ver el reloj en la mesita al costado de su cama, notó que eran las 3 de la madrugada. Desde ese momento no pudo conciliar el sueño a pesar de que puso sus audífonos con música relajante, lo cual había sido inútil, por lo tanto, se levantó a buscar un libro de su autora favorita, (Agatha Christie) y de esa manera pasó la madrugada en vela, hasta que el sol del amanecer se asomó por la ventana de su habitación.
Su padre se había ido muy temprano, ella escuchó los pasos y el crujir de la madera cuando bajó las escaleras, e incluso el motor de su camioneta al encenderla y marcharse, en el instante que quedó completamente sola, esperó un rato más para poder levantarse de la cama y buscar algo que hacer para no aburrirse.
Tenía un pequeño itinerario que iba a ejecutar durante el día, hasta que su padre llegara del trabajo, normalmente salía a las 6 o 7 de la noche cuando no tenía culminaba la jornada laboral, toda su vida la había dedicado a la fabricación de materiales químicos que se usan en las casas para la limpieza y esas cosas, la madre de Anne pensaba que eso le traería problemas a largo plazo, pero realmente era que detestaba el olor que siempre desprendía Simón cuando llegaba del trabajo. Llegó al punto de ponerle una muda de ropa en el garaje para que se cambiara, y por supuesto la ropa que traía puesta debía llevarla directo a lavar para eliminar cualquier residuo de ese olor a químicos, que según ella se le metía por las fosas nasales y no la dejaban respirar.
Anne siempre aprendió a vivir con esas cosas, de hecho ella nunca notó ese olor, o simplemente no prestaba atención, a diferencia de su madre que se quejaba todo el tiempo, quizás porque el problema era que Anya detestaba a su padre con ganas y hasta si él respiraba, a ella le provocaba una gran molestia.
La chica pelinegra de tés blanca se bajó de la cama poniendo un pie en la alfombra que cubría toda la habitación, el frío de Phemking se sentía en toda la atmósfera, de inmediato se abrigó con una de sus predilectas sudaderas para entrar en calor, avanzó hasta la puerta yendo al pasillo para bajar las escaleras, que rechinaban con cada paso que presionaba en los escalones, fue a la cocina buscando en la parte de arriba donde se ubicaban las alacenas para preparar un té caliente, ya que odiaba el café. Muchas personas podían empezar el día con una taza de café, pero eso sería lo último que Anne haría en su vida, nunca se acostumbró a probarlo, a pesar de que le gustaba el olor, las veces que intentó tomar una taza de café, no le agradó su sabor.
Luego de poner a hervir un poco de agua, buscó una taza de vidrio y las cajitas de té, puso una bolsita en el interior de la taza, y echó el agua caliente para luego endulzar con una cucharadita de azúcar, mientras apoyaba sus codos en la mesada de la cocina y observaba su alrededor, daba pequeños sorbos a su té de manzana y canela, el humo desprendía de la taza y el olor se colaba metiéndose por sus orificios nasales, dando una placentera experiencia de sabor al probarlo.
Al terminar su bebida caliente, rebuscó dentro del refrigerador notando que no le apetecía el desayuno que su padre le había preparado, por lo tanto, obvió comer y subió de nuevo a su habitación para darse una ducha. Al entrar en el baño, dejó llenar la tina con agua caliente y midió la temperatura con su mano, le agradó sentir ese calor y sumergió su cuerpo desnudo en el agua.
Mientras disfrutaba de un agradable baño, y jugaba con la espuma del jabón que se hacía en la superficie, un ruido captó su atención... Frunció sus cejas intentando deducir de donde provenía aquel sonido molesto, como de un golpe a la madera, que se desvanecía poco a poco y luego volvía nuevamente, el sonido era consecuente, y por más que intentaba ignorarlo, no lo consiguió porque era fastidioso. Decidió salir de la tina, se enrolló en una toalla para ir a la habitación, mirando a todos lados con una mueca formada en su rostro, que se llenó de intriga.
Su cabello mojado chorreaba por la madera del pasillo, se quedó ahí esperando a que algo pasará, pero aquel sonido molesto desapareció como por arte de magia. Hizo un gesto con sus cejas y arrugó la nariz, pero para no darle más importancia de la que debía. Volvió a la habitación y se puso algo para salir como tenía pensado desde la noche anterior. Luego de vestirse tomó dinero de su mochila y bajó las escaleras para salir de la cabaña, justo en el patio había una pequeña casita donde su padre metía todas las herramientas y cosas de trabajo pesado, ahí también tenía la vieja bici que Anne usaba cada vez que venía al pueblo y quería salir a recorrer el lugar.
La mañana estaba sumergida en una niebla espesa, los árboles goteaban con cada soplo del viento, debido a la lluvia de la noche anterior, Anne metió las manos en sus bolsillos para evitar que el frío se las entumeciera y siguió caminando hasta la puerta de la casita, la cual estaba cerrada con un candado, ella sabía donde guardaba su padre las llaves. Justo al lado, debajo de una roca liza que se diferenciaba de todas las demás, buscó entre todas y la encontró, movió la roca, descubriendo una llave plateada brillante que estaba fría por el clima lluvioso.
Volvió a enderezarse para meter la llave en el candado, con un solo movimiento logro abrirlo y entró a la casita, cuando pasó al interior un olor a madera vieja y polvo se le metió por la nariz, arrugó la cara observando todo el sitio que parecía no haber sido abierto durante un buen tiempo, quizás su padre no entró ahí desde la última vez que ella vino de visita. Al fondo de la casita estaba la bici vieja de Anne, cuando empezó a halar para poderla sacar, estaba atorada, hizo un poco de fuerza y luego de unos segundos la bici cedió, sin embargo, un objeto cayó de la canasta que tenía la bici en la parte, trasera... Anne se inclinó para recogerlo y al observarlo, notó que era una fina cadena con una medallita en forma de letra, (S) quizás era la inicial de un nombre. Lo extraño era que jamás la había visto en su vida y no le pertenecía a ella, puesto que la recordaría.
La guardó en la parte delantera de su sudadera y sacó la bici, luego de haber cerrado bien la cabaña tomó rumbo al pueblo para ir a la biblioteca, mientras sus pies iban pedaleando sentía la brisa golpear su rostro, pero le agradaba esa sensación. También la llenaba de emoción ver como los rayos finos de luz se metían entre los árboles enormes, haciendo del paisaje una vista perfecta. Una que otra ardilla corría hacia los árboles para subir rápidamente, cuando ella pasaba cerca.
El sendero rocoso era un poco incómodo para pedalear, pero la distrajo todo su entorno, y luego de unos minutos ya estaba en la carretera.
Fue a la izquierda, hacia la parte más transitada del pueblo, donde estaban las tiendas y supermercados. La carretera estaba mojada por la lluvia, por esa razón iba con prudencia para no resbalarse y lastimarse si llegaba a caer, su atención estaba al frente, a pesar de que uno que otro vehículo pasaba cada cierto tiempo. De pronto un auto pasó muy cerca de ella a toda velocidad, cosa que la tomó por sorpresa, tuvo que girar el volante a la izquierda saliendo de la carretera y de no ser porque recuperó la estabilidad del volante, hubiera tenido un accidente innecesario. Miró, indignada como el conductor ni siquiera volteó para saber si ella estaba bien, pero al fijarse mejor, supo que eran unos chicos quienes iban en ese convertible de color rojo, los cuales estaban en sis propios mundos como si nada en el exterior existiera. Anne soltó una maldición por lo bajo y volvió a la carretera para seguir su camino.
A veces pensaba que en el mundo había un cierto tipo de personas desagradables que no les importaba su entorno, y esos sujetos del convertible era una de esas personas. A pesar de que pudieron atropellarla, o ella pudo lastimarse por tener que esquivar el auto que iba a una velocidad alta, no se detuvieron a ver que estuviera bien y tampoco le pidieron disculpas, solo la ignoraron como si no estuviera ahí. Intentó no pensar en eso, pero en el camino iba refunfuñando sobre el acontecimiento.
Luego de varios minutos, ya estaba más cerca, pero no tanto como para decir que ya había llegado. Pasó frente a la institución mental que se había incendiado e Intentó no mirar el lugar, ya que le inspiraba una sensación extraña, como si algo muy malo estuviera en ese lugar, siguió pedaleando más rápido y sin darse cuenta ya había dejado muy atrás aquel tenebroso lugar de paredes quemadas y estructura siniestra.
Cuando estuvo en el pueblo, notó que había más personas de las que normalmente estaba acostumbrada a ver, la plaza de Phemking estaba llena, había algo como una campaña sobre una protesta por los animales en peligro de extinción. Mientras del otro lado estaban los sujetos del convertible rojo, que pasaron junto a ella y que por poco la atropellaron. Apoyados a su coche miraban a las personas de la protesta con pancartas, parlantes y camisetas con un logotipo sobre la campaña. Dos de ellos reían como si de un chiste se tratara, y del otro lado una chica rubia anunciaba con su parlante para hacer conciencia sobre los animales.
-¡Gente de Phemking, debemos dejar de cazar en el bosque, todos los años mueren osos y poco a poco están desapareciendo de nuestro ecosistema!- La chica traía una playera que anunciaba (Salven a los osos) Para Anne eso era algo muy hippie, pero a la vez le parecía una buena iniciativa. Ella siguió su camino ignorando el alboroto de los ecologistas, y avanzó pasando por los vitrales de las tiendas. Cruzó unas cuantas calles hasta que por fin llegó a la biblioteca. Que para su mala suerte estaba cerrada, maldijo por lo bajo mirando a todos lados. Una chica notó que ella estaba contemplando a través de los cristales con la esperanza de que hubiera alguien adentro.
-Oye- La llamó. Anne se dio media vuelta para observarla.
-¿Sí?
-Está cerrado, no abren hasta el lunes, la señora Rosse está de vacaciones.
-Ah, comprendo, bueno, gracias- Respondió con tristeza. La chica notó el desanimo de Anne y le sugirió una idea.
-Sabes, a dos cuadras de aquí hay una tienda de historietas, el chico es un nerd que tiene de todo. Quizás él tenga libros que te interesen- Anunció intentando ayudarle. Anne arrugó la nariz levemente al escuchar tienda de historietas, pero era eso, o nada.
-No suena mal, te agradezco- Respondió con amabilidad. La chica le dedicó una sonrisa amable y se marchó, Anne la observaba alejarse por la acera. Era una pelirroja de estatura baja, llevaba unos jeans de color azul rotos muy apretados, botines negros y chaqueta del mismo color que sus botines dando un aspecto muy rockero. La miró por unos segundos más y siguió su camino hacia la tienda donde tenía la esperanza de encontrar algo interesante para poder leer.
Dos cuadras más adelante, encontró el local que no era muy grande, se veía tétrico, pero peor era nada. Dejó su bici en la acera y entró al establecimiento observando las estanterías con miles de cómics que cualquier fan de Marvel leería, Anne no era muy amante a las historietas, pero si le gustaban las películas de Marvel. De hecho, hace poco había visto capitán América y le gustó mucho. Se dedicó a ver todos los estantes y nada se le antojaba para leer, luego de darse por vencida. Un chico en la recepción de un aspecto muy pintoresco, ya que su cabello estaba teñido de color rosa y camiseta de flash, lo cual hacía que destacara en gran manera. Él la miraba con una expresión pensativa y sin rodeos preguntó.
-Qué buscas exactamente- Empezó esperando obtener una respuesta, Anne puso cara de estar apenada, por el hecho de que en realidad no estaba ahí por ninguna historieta.
-Eh, bueno, la verdad fui a la biblioteca y estaba cerrada, una chica me dijo que aquí podía encontrar algo parecido a un libro- Comentó. Él sonrió con ironía apoyando los codos en la barra.
-Vaya, creo que esa chica debió jugarte una broma, yo solo vendo historietas- Añadió con una sonrisa burlona, Anne bajó la mirada con tristeza dándose por vencida. El chico, al notar su expresión, rascó su cabeza para complementar con un poco de duda. -Bueno, déjame ver que tengo ahí atrás, me gusta leer otras cosas y pues aunque no vendo mis libros, quizás pueda prestarte alguno- Hizo una pausa señalando con su dedo -Solo si prometes cuidarlos como si fueran tu vida- Anne asintió lento. -Bien, espera aquí un momento- Entró por una puerta que conectaba a la parte, de atrás, quizás era un almacén donde guardaba más pilas de historietas, pero si había mencionado que tenía libros, Anne guardaba la esperanza de que fuera cualquier cosa que no tuviera que ver con súper héroes.
Luego de esperar algunos minutos, empezaba a perder la paciencia, pero el chico del cabello rosa salió varios libros en las manos, los dejo en la barra e hizo una seña para que ella se acercara.
-Bien, aquí están. Algunos son de psicología, mente humana y otros son de mi autora favorita...- Instó apilando los libros. Cuando Anne leyó el nombre de (Agatha Christie) en la portada de varios, una sonrisa se amplió en su rostro. Porque, ¿Qué posibilidades había de que en todo Phemking, otra persona fuera fan de su autora favorita? -¿Ves alguno que te guste?- Expresó y ella asintió con ánimo.
-De hecho, creo que los llevaré todos, ¿Puedo?- Agregó sin dar tantos rodeos. Él hizo un gesto pensativo y encogió los hombros
-No hay problema, solo cuida mis libros muy bien- Recalcó con seriedad.
-Lo prometo, por cierto, soy Anne- Ella extendió su mano para estrechar la de él.
-Un gusto, yo me llamo Richard, pero puedes decirme Rich- Cuando ambos estaban estrechando sus manos, en ese instante entró alguien a la tienda, ambos voltearon y Anne pudo notar que se trataba de la chica protestante de la plaza.
-Esos malditos desconsiderados, a ninguno les interesa la situación de los pobres osos, ellos solo cazan por diversión y esos animales están desapareciendo- Se quejó con evidente molestia, Anne la analizó mientras se acercaba y Rich añadió con desinterés.
-Ella es Sarah, está loca, no le hagas caso- Inquirió tomado asiento detrás del recibidor. La chica puso mala cara y luego miró a Anne con cierta curiosidad.
-¿Te he visto antes? Te me haces conocida
-Quizás, esta es mi tercera vez visitando el pueblo- Respondió en tono bajo.
-Ah, pues seguro te he visto, yo nunca olvido un rostro...- Sarah puso su atención en Rich, que revisaba su teléfono. - Oye, deja de decirle a todos que estoy loca.
-No estoy diciendo mentiras- Respondió sin despegar la mirada de su celular, ella le lanzó un bolígrafo de Superman que había en la barra, metido en un frasco con otros más.
-Todo esto que ves aquí, es producto de muchos árboles talados y animales sin hogar- Dijo Vociferando al tiempo que hacia un gesto con sus manos señalando todo el interior de la tienda. Rich giró sus ojos.
-Sí, tanto te molesta, no entres a mi tienda. No me interesa si un oso quedó sin hogar, si tengo un buen libro para leer- Señaló con desdén, ella movió la cabeza con indignación.
-Por eso es que terminaremos con el planeta, personas como tú no tienen conciencia.
-Blah, blah, blah- La remedo haciendo un gesto con su mano.
- Bien, no me hagas caso, pero cuando todo se vaya al carajo, entonces no digan que no les advertí.
-Sí, sí- Murmuró Rich. Sarah dejó el tema para dirigirse a Anne.
-Disculpa que no me haya presentado, soy Sarah Smith.
-Un placer, yo soy Anne Watts- Ella amplió sus ojos al escuchar el apellido haciendo un gesto como si hubiera tomado una cucharada de vinagre.
-Espera, ¿Eres hija de Simón Watts?- Hizo la pregunta como si esa la respuesta fuera de vida o muerte. Anne asintió lentamente y Richard soltó un resoplido entornando los ojos.
-Aquí vamos otra vez- Inquirió él con fastidio.
-¿Sabes que tu padre es un asesino?- Especuló Sarah, y Anne abrió los ojos muy grandes.
-Rayos, no, ¿A quién mató?- Inquirió sorprendida.
-Al planeta...- Expresó ofendida.
-La verdad no lo sabía- Terminó respondiendo Anne un poco confundida.
-Sí, esa empresa donde trabaja contamina el ambiente y está provocando una gran cantidad de muertes de los peces del lago de Phemking- Formuló con preocupación y Rich interrumpió para dar el tema por finalizado.
-Sarah, deja a la chica en paz, olvida lo del planeta por un instante y por favor haz una amiga en este pueblo, todas las chicas normales te detestan porque siempre las aburres con sus historias del medio ambiente- Aconsejó él para quw por una vez en su vida tomará un consejo, la chica puso mala cara, pero entendió el mensaje y dejó de hablar sobre el ambiente.
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