La misma noche
Londres
Donovan
Alguien dijo que lo peor es amar en silencio, no tener la certeza de que eres correspondido, callar creyendo que es lo mejor, aunque no puedes evitar que tus ojos reflejen tus sentimientos. Porque la verdad es que es horrible vivir anhelando, siendo incapaz de sincerarte con la mujer que amas. No te conformas con ser un espectador de su vida, más bien quieres ser parte de ella, ser el ladrón de sus besos y el dueño de su corazón.
Contra todos los pronósticos, me tiré al vacío sin paracaídas, sin red salvavidas, en ese instante en que me dejé llevar por mis ganas de besar a Tessa. Pero en mi defensa, no aguantaba un día más amarrar mis sentimientos al silencio, menos conformarme con una amistad. Ella es mi dueña sin buscarlo, es quien me arrancó mi paz, y ahora no puedo continuar como si nada. Me niego a olvidarla, inclusive ni sé cuándo fue que se colocó en mis pensamientos y se ancló en mi corazón.
Quizás algunos dirán que es solo algo pasajero, un romance de verano, una novedad, pero no es así. No puedo mentirme a mí mismo. Ella dispara mis latidos con una mirada o con un roce de sus manos. Entonces, es lo más natural dejar que mis sentimientos fluyan, porque cada segundo que paso cerca de ella, siento cómo el mundo a mi alrededor se desvanece y solo existimos nosotros dos.
Entonces decidí no ser un cobarde y enfrentar la realidad de mis sentimientos, porque el amor no merece ser silenciado ni reprimido. No quiero vivir en un mundo donde ella no sepa cuánto la amo, donde mis noches sean solo un desfile de sueños no cumplidos. Mi corazón arde por ella, y cada fibra de mi ser clama por estar a su lado, por compartir con ella no solo momentos, sino también un futuro. Sí, tal vez es muy pronto para pensar en ello, pero solo me veo a su lado.
Sin embargo, en mala hora mi madre nos interrumpió y ella escapó, ni siquiera me dijo: “hablamos después del beso” al contrario tiene días esquivándome, al punto de no cruzarnos en los pasillos del colegio y si lo hicimos se aseguró de estar acompañada de sus amigas. Aunque lo más grave ha sido escuchar los comentarios de los muchachos después de haber golpeado al idiota de Michael y uno de los ellos fue Jack.
–Ya me enteré que ahora estás jugando al hermano mayor de Tessa, pero anda acostumbrándote a sus pretendientes, porque vendrás más– argumentó con su voz inquieta y sus palabras desataban mi malestar. Continúo derramando su veneno. –¡Mírala! Creció, está muy hermosa y cualquiera quisiera comerse a ese bomboncito, inclusive yo, y no sería para nada un sacrificio, ¿Por qué no me ayudas? –sus palabras se deslizaban con malicia mientras contemplaba a Tessa a la distancia, con sus amigas en los pasillos. Yo apretaba mis nudillos para contener mis ganas de golpearlo por sus comentarios.
–Por tu bien aléjate de Tessa, sino me vas a conocerse, no me importará que seas mi amigo– bramé, mis celos desbordando por mis ojos y él me miro confundido.
–¡Mierda! Donovan pareces celoso, ¿acaso te interesa Tessa? –se quejó, cuestionando con dudas mientras mi rostro se llenaba de malestar.
–Y si fuera así, ¿cuál es el problema? –exclamé, la furia retumbando en mi voz. Jack soltó una sonrisa forzada, sus ojos destellaban sorpresa.
–No, ninguno, solo que no sabía que te gustaban tan novatas, pensé que te interesaba Kelsi–respondió, su voz sonó apresurada y desconcertada.
A este punto no me interesaba ser cuestionado, ni criticado por mis amigos por interesarme en Tessa, más bien necesitaba una sola esperanza para pedirle una oportunidad, para que apueste por nosotros y eso lo conseguía hablando con ella. Si bien, había estado esquivándome, la mejor ocasión para sincerarme era el día de su cumpleaños, inclusive estuve toda la semana pensando en mi discurso.
No obstante, mis nervios me traicionaron, porque no pude contener mi malestar, es que ni siquiera merezco su silencio, ni su indiferencia después de ser más que amigos. Lo sé, tal vez la asuste con el beso, pero lo mejor es hablar con sinceridad para acabar con cualquier malentendido. Aun así, cada segundo sintiéndola entre mis brazos aumenta mi ansiedad, mis ganas de cometer una locura. De repente su voz rompe el silencio atronador que existe entre nosotros.
–No es que no quiera hablar contigo, Donovan... es solo que no es el lugar, ni el momento, todos nos observan... –su voz tiembla, y aparta su mirada de la mía, como si fuera incapaz de sostener la profundidad de mis ojos.
–Tessa no me des esa excusa, entre nosotros nunca hubo necesidad de buscar un lugar o un momento adecuado. Siempre podíamos hablar de lo que sea cuando y donde quisiéramos, pero ahora ya no, ¿Por qué…? ¿Por qué te besé? –reclamo, mi voz cargada de frustración y miro sus nervios en su rostro.
–Ya te dije que no es el momento, no insistas con lo mismo– exige con su voz nerviosa.
–Tessa sino quieres que cometa una imprudencia, ni llamar la atención de los presentes, hablemos en otro lado. Tal vez en tu habitación para tener un poco de privacidad, ¿Sí? –presiono para ser escuchado y abre los ojos llenos de sorpresa.
–No puedo simplemente desaparecer, es mi cumpleaños. Así que tendrás que comportarte y guardar tu ansiedad– señala con su voz inquieta y la pego más a mí.
–Entonces, te besaré delante de los chicos, de tu madre y de Jeff. Después veremos qué pasa, ¿Quieres correr el riesgo? –aseguro con firmeza y el azul de su mirada me confunde.
–De acuerdo, tú ganas, espérame en mi habitación, en cinco minutos subo– accede a regañadientes.
Un momento más tarde
Sigo repasando mi discurso, pero es inútil, estoy demasiado nervioso, al punto de tener la mente en blanco. La verdad, es que con ella nunca necesite un manual, siempre todo fue espontaneo y sincero. Lo sé, en el momento que empecé a verla como mujer, todo dio un giro drástico y ya no puedo volver atrás. En un segundo salgo de mi letargo cuando la puerta se abre muy despacio y es ella. Mis latidos se disparan, mis nervios son más evidentes y mis manos tiemblan, aun así, acorto la distancia.
–Pensé que volverías a huir de mí…Tessa, necesito que me escuches, necesito aclarar que no fue un beso más el que nos dimos. Tampoco fue un impulso, sino significó mucho y creo que para ti también, me correspondiste sino me hubieras abofeteado o reclamado, pero en su lugar escapaste de mí, ¿Por qué? ¿A qué le tienes miedo? –espeto con sinceridad y miro sus ojos llenos de dudas.
–Porque me asusta arruinar nuestra amistad, de que nos lastimemos en el camino solo por una ilusión...y ni siquiera sé cómo enfrentar todo esto, menos a nuestras familias. No quiero interrogatorios de mi hermano, ni de mi tío– responde con su voz quebrada y me acerco un poco más a ella. Llevo mi mano a su rostro para acariciarlo con ternura.
–Tessa, lo último que quiero es perderte como amiga, pero necesito saber qué sientes. Este silencio y la distancia me están volviendo loco. Si no hablas conmigo, no sé cómo entenderte– mi voz es un susurro cargado de desesperación y me quedo hechizado en el azul de su mirada.
–Donovan, yo... –titubea nerviosa, y siento que mi corazón va a explotar. –Yo también he estado pensando en ti. Pero no sé si estoy lista para algo más. Tengo miedo de lo que pueda pasar entre nosotros– confiesa con su voz inquieta y sus palabras calan hondo en mi corazón. Una señal de esperanza se enciende en mi ser.
–También tengo miedo, pero no quiero seguir callando lo que me sucede contigo, no quiero preguntarme algún día: ¿Por qué fui cobarde? ¿Por qué te deje escapar? Más bien necesito olvidarme del resto del mundo y ser solo nosotros.
–Sabes que no será fácil, ya casi te gradúas, pronto te marcharás a la universidad y cada vez será más complicado...–sentencia con su voz preocupada y rozo mi rostro contra el suyo haciendo que guarde silencio.
–Tessa, me gustas mucho, realmente mucho, pero no tienes que decidir nada ahora mismo. No quiero presionarte, aunque …. tampoco puedo seguir así, sin saber qué sientes por mí, porque no quiero conformarme con ser tu amigo, quiero más– susurro, mi voz cargada de ansiedad y emoción. –¿Quieres ser mi novia? ¿Quieres darme una oportunidad? –pregunto buscando el azul de su mirada, y su silencio me confunde.