Cuando comenzó todo
Actualidad
Londres
Donovan
Aun sigo preguntándome ¿Cuándo cambió mi manera de verla? ¿Cuándo se convirtió en una mujer? Sí, todavía recuerdo como jugamos con inocencia, las noches de cine en su casa, como me volvía loco cubriéndole sus travesuras, pero de la noche a la mañana es otra. Creció, dejo de ser una niña, y se convirtió en belleza con curvas, una sonrisa que te seduce de una manera absurda. Cuando sus ojos azules te miran quedas hechizado, y enloqueces cuando sus cabellos dorados juegan con el viento, es simplemente hermosa. Aunque lo más extraño es conocer sus secretos, sus confesiones y sus gustos.
Y debo ser un cobarde para no decirle lo que me pasa con ella. Pero ¿cómo se supone que le digas a tu mejor amiga, me gustas? Yo todavía no tengo la respuesta, tampoco quiero arruinar nuestra amistad, ni que piense que me quiero aprovechar de ella, pues siendo honesto soy un poco mayor, no es que sea un viejo, tengo 18 años, estoy en mi último año de secundaria, a punto de graduarme y Tessa tiene 15 años, casi 16, no es mucha diferencia. Sin embargo, mis amigos me dirían depravado, asaltacunas y por último me puedo ganar unos golpes de su hermano mayor e ir preso por andar con una menor. No exagero, Jeff es abogado y muy sobreprotector con su familia, encima su tío es amigo de mi padre, entonces la tengo difícil por todas partes, así que antes de meter la pata o dar un paso más allá necesito conocer si puede ver como un hombre.
Reconozco que estoy en un dilema, porque quiero ser más que su amigo, ser sus sonrisas, robarle sus miradas, quiero ser sus madrugadas alocadas y convertirla en adicta a mí, porque no me basta lo que tenemos, porque no soporto más la angustia de verla y no poder besarla. Lo sé, da pánico, da terror, pero no puedo estar toda la vida amarrando mis sentimientos al silencio. Creo que es la peor de las torturas y necesito sacarme está incertidumbre, antes de que cometa una locura.
Sin embargo, hoy es de esos días que los murmullos llenan los pasillos del colegio, las chicas coquetean con su andar mientras los muchachos se queden como tontos observándolas, en cambio, yo terminó de cerrar mi casillero cuando soy sorprendido por la voz de Tessa.
–Tengo clases con el aburrido de historia, otra vez hablará del periodo de la guerra fría. Dime ¿Qué hago para escaparme? ¿Cuál fue la última excusa que le di? –declara arrimándose al casillero de forma casual y le devuelvo una sonrisa afable.
–No seas mentirosa, es interesante la clase, sino que no te gusta la historia– respondo con mi voz inquieta y me saca la lengua, señal de desagrado. –Tessa no puedes volver a faltar sino te desaprobará el profesor y está vez no te ayudaré– aconsejo con mi voz formal y me clava su mirada de reproche.
–¡Mierda! Pareces mi hermano mayor, ¿Cuándo te contagio Jeff, su amargura? –señala con su voz irritada y tuerzo la boca.
¡No, diablos! No quiero que me vea como un hermano, tampoco como un amigo. Mejor cambiare de táctica y quizás consiga que salga conmigo, probemos.
–No más consejos, pero te propongo algo. Te ayudaré con tu tarea si vas a clases y podemos reunirnos en mi casa más tarde. Mis padres tendrán una de sus aburridas galas de beneficencia que auspicia el pesado de Blake, y nadie nos molestará, ¿Qué opinas? –digo con mi voz inquieta y me mira indecisa.
–¡Tentador! Puedo decirles a los chicos que nos acompañen, será una pequeña reunión de estudios, que incluirá algo de música y desenfreno, ¿Sí? Por favor –replica, me da esa mirada intensa que me desarma y me arrincona con sus palabras.
¡Una fiesta en mi casa! Mis padres me mataran, pero no tienen por qué enterarse. Además, es la ocasión ideal para declararme con Tessa o arruinar todo. ¿Cómo me escapo de su pedido? Imposible sí sigue mirándome de esa forma. Sí, soy débil, y ¿Quién no? Entonces será mejor responderle y cruzar los dedos para tener suerte.
–Tú ganas, haremos una pequeña reunión en mi casa, pero debe quedar todo exactamente igual, como si nunca hubiera sucedido nada, y los chicos deben retirarse antes de la medianoche, esas son mis condiciones, ¿Tenemos un trato? –respondo y da un brinquillo de gusto. Se abalanza a abrazarme, y debo tener una cara de tonto, embobado, aturdido, disfrutando este momento de tenerla pegada a mí. Su cabello huele a chicle y el perfume de su piel es una delicia que me aturde.
–Donovan eres el mejor, sabía que no me fallarías, nos vemos más tarde en tu casa– exclama con su rostro irradiando felicidad mientras se separa de mí, tan solo asiento con la cabeza, intentando guardar la sonrisa tonta.
En la noche
Vuelvo a mirar con disimulo la hora en mi reloj, mientras estoy en la sala revisando mis apuntes y mi padre camina impaciente vestido con su esmoquin aguardando a mi madre, pero me pone más nervioso, incluso creo que sospecha de la fiesta.
–Hijo pensé que vendrían tus amigos a estudiar, ¿Era está noche? –pregunta con dudas sacándome de mi burbuja y levanto mi mirada.
–Sí, es esta noche. Vendrán Nicky y Tessa, deben estar por llegar, pero solo será un rato– respondo con un dejo de temblor y arquea la ceja, intrigado.
–¡Ah! Pensé que vendrían Albert y Jack, no sabía que todavía ayudabas a Tessa con sus tareas…–señala con su rostro confundido y trago saliva, pero somos interrumpidos por la silueta de mi madre.
–Estoy lista amor, ¿Nos vamos? –informa mi madre y él sigue lanzándome esa mirada extraña.
–Vamos preciosa– responde mi padre, rueda su atención a mí. –Hijo, no se queden hasta tan tarde estudiando, tampoco nos esperes despierto– añade, me da una palmada en el hombro.
Suelto una sonrisa forzada observando como sus siluetas cruzan la puerta principal, y apenas escucho la puerta cerrarse, por arte de magia subo corriendo las escaleras para cambiarme de ropa.
Una hora más tarde
¡Rayos! Sí que está bellísima Tessa con ese vestido, en verdad cualquier prenda le luce bien. Igual aun no sé cómo abordarla, más bien forzado escucho a Jack mientras sigo observando cómo se mueve al ritmo de la música. Tan sensual, libre, con esa sonrisa coqueta que contagia alegría, pero una voz familiar nos interrumpe.
–Donovan ¿Bailemos? No me hagas rogarte– habla Kelsi con su voz chillona, sujeta mi brazo y forzado accedo.
Damos unos pasos por la sala y con mucha confianza cuela sus brazos en mi cuello mientras mi mirada se pierde en Tessa, que ahora baila con el imbécil de Michael. Sí, lo admito, me muero de celos, quiero ser quien la tenga aprisionada entre mis brazos, pero en cambio tengo que soportar el coqueteo descarado de Kelsi.
No es fea, es muy bonita, casi de mi edad. Morocha, ojos verdes seductores, cabello n***o azabache, buen cuerpo, pero no es Tessa, y ese es el gran problema, no puedo quitármela de la cabeza, vivo soñándola despierto, recordando cada sonrisa, cada palabra dulce que repite, entonces es hora de buscar la cura para mi mal sincerándome con ella.
Un rato más tarde
Me cansé de ser un caballero, no podía más bailar con Kelsi, sobre todo quería escapar de sus garras, entonces mentí, repite una disculpa tonta y en este instante camino a la cocina para buscar a Tessa, pero ni rastro de ella. Sigo avanzando por la casa buscándola con mi mirada. Decido subir a las habitaciones, doy unos pasos por el pasillo cuando escucho una discusión proveniente del baño.
–¡Muñeca! Deja de hacerte la difícil, toda la noche estuviste coqueteándome, pidiéndome a gritos que te folle…–escucho que gruñe el imbécil de Michael y mi respiración se altera, aprieto mis puños, cuando pierdo la cabeza con los gritos de Tessa.
–¡Suéltame animal! Estás confundiendo las cosas, yo no soy una zorra…–escucho que exige Tessa y sin más preámbulos, empujo la puerta con violencia.
Contemplo como el imbécil forcejea con Tessa, desatando al animal en mí. Sin pensarlo dos veces agarro al salvaje por el brazo y lo aparto de un tirón, empujándolo contra la pared.
–¡Déjala en paz, imbécil! –grito, mi voz llena de furia. Micky me mira con sorpresa y enojo, pero no voy a permitir que le haga daño a Tessa.
–¿Qué te crees que estás haciendo, Donovan? –replica, intentando recobrar la compostura, pero no le doy tiempo.
Lo golpeo con todas mis fuerzas, estampo mi puño contra su mandíbula. Michael cae al suelo, aturdido, y me coloco entre él y Tessa, para protegerla.
–Si vuelves a tocarla, te juro que te arrepentirás. Ahora te largas de mi casa, no quiero volver a verte– amenazo, mi voz temblando de ira y vuelvo mi atención a Tessa.
–¿Estás bien? ¿Ese animal no te hizo daño? –cuestiono con dudas y con mi respiración alterada.
–Estoy bien, gracias, Donovan –murmura Tessa, con lágrimas en los ojos y la envuelvo en un abrazo sintiendo su cuerpo temblar contra el mío. Michael, aún aturdido, se levanta con dificultad y sale tambaleándose del baño, lanzándome una última mirada de odio antes de desaparecer por el pasillo.
–No tienes que agradecerme, Tessa. Nunca permitiré que alguien te haga daño– sentencio con firmeza, acariciando su rostro con ternura. –Supongo que es mejor acabar con la fiesta, ¿Sí? –añado y asiente con la cabeza.
Unos minutos después
Terminamos de recoger los vasos, los platos, botellas, ordenar la cocina y acomodar los almohadones de la sala, como si no hubiera pasado nada, pero en este instante la observo guardar el último plato en la repisa, cuando se gira encontrándome con sus ojos azules, trago saliva, me sujeto el cuello nervioso.
–Parece como si no hubiera sucedido nada. cumplí con mi parte– comenta Tessa con su voz inquieta, y niego con la cabeza.
–En verdad no fue así, casi ese animal te lastima y no me lo hubiera perdonado…–respondo, mis ojos clavados en los suyos. Su aliento me enloquece, su perfume me embriaga y no puedo más con esta dulce agonía de tenerla tan cerca.
–¡Donovan…! –susurra, miro hechizado sus labios y anulo la distancia para perfilarme a besarla, cuando mis labios se adueñan de los suyos.
Es un beso lento, sin apuro, lleno de dulzura, pero cargado de pasión y anhelo, y tal vez sea una locura decir que siento la fuerza de una corriente eléctrica recorrer mi cuerpo, aunque es lo que despiertan sus labios. Es un néctar prohibido que me acaricia los sentidos, que me dejan a su merced y no quiero detenerme. Sin embargo, es lo mejor por mi propio bien, tampoco quiero darle las señales equivocadas, después de lo que vivió con ese animal. Así detengo el beso, le doy una tierna sonrisa mientras me observa confundida.
–Tessa…no sé porque donde empezar– digo nervioso, las palabras se me quedan atrapadas en la garganta.
–No sigas Donovan, solo fue un beso, dejémoslo aquí– espeta con su voz inquieta y los músculos de mi rostro se contrae ante sus palabras.
–¡No Tessa! Hablemos, necesito hacerlo, porque tú no eres una chica más, sino alguien muy importante para mí…–digo con sinceridad. De pronto la voz de mi madre resuena en la cocina, interrumpiéndonos y como un reflejo me aparto de ella.
–Buenas noches, ¿Qué les sucede? –pregunta mi madre con curiosidad y me deja en jaque.