Una charla peligrosa (1era. Parte)

1574 Words
Una semana después Londres Tessa Algunos piensan que la amistad entre una mujer y un hombre es efímero, irreal y una burda mentira, porque los hombres solo piensan en sexo, no pueden separar las cosas, son incapaces de entablar una relación sincera sin más dé por medio, pero difiero, no todos son unos imbéciles. Existen aquellos que entienden el valor de una conexión genuina, que saben apreciar a una mujer más allá de su apariencia física, quienes pueden vernos como un ser humano completo, con pensamientos, sentimientos y sueños, y no solo como un objeto de deseo. A mi corta edad lo vivía con mi amigo de infancia Donovan, teníamos un vínculo estrecho. Crecimos juntos, siendo confidentes, cómplices y compañeros de travesuras, al punto que podía hablar de cualquier tema sin sentir vergüenza, ni ser criticada, más bien me entendía. Aunque desde hace un tiempo comencé a mirarlo con otros ojos, no sé si fue producto de verlo con otras chicas o parte de volverme “mujer”. Pero la realidad es que detestaba que cualquier tonta tuviera su atención, y lo que más despertaba mis celos eran sus citas con sus amiguitas. Además, no puedo negar que el tonto se volvió muy apuesto y varonil. Y tiene una mirada profunda de sus ojos azules que ha cualquier chica descolocaría. Encima tiene un rostro de galán con unas cejas gruesas, una nariz respingada. Y su cabello castaño ondulado y despeinado lo hacer ver más atractivo. Tiene la piel blanca, posee una buena estatura, 1,80cm, también tiene el cuerpo atlético, entonces sería una ciega sino lo notará. Igual disimulaba lo que me sucedía con él, también ocultaba mis celos, e intentaba ser una buena amiga, pero con el tiempo Donovan se convirtió en mi secreto, alguien por quien suspirar y siendo sincera estaba en una encrucijada entre el quiero y no puedo, entonces me conformaba con mirarlo de lejos. Quizás por miedo a arruinar las cosas, a no ser correspondida, también porque soy menor que él y pensaba que me siguiera viendo como una niña. No obstante, una noche de “estudios” que parecía terminar mal por culpa del idiota de Michael, acabó diferente. Cuando Donovan me besó, despertó un mundo que no conocía, no solo me descolocó con su forma de besarme, sino que incendió cada poro de mi cuerpo, sentí por primera vez el cosquilleo, las mariposas en el estómago, la corriente eléctrica, pero fui cobarde, me aterré y pensé tal vez fue un impulso, su manera de borrar la noche horrible que viví, o su forma de consolarme. En verdad no tengo idea porque me besó y quise dejarlo allí, pues son demasiadas cosas que están en juego, y para nada es tan sencillo involucrarme con él: por nuestras familias, él pronto se ira a la universidad y también la diferencia de edad entre ambos, no es mucha, pero pesa en una relación. Los chicos a su edad buscan relacionarse con chicas mayores y experimentadas, quieren sexo, encima no querrá ser la burla de sus amigos por andar con una niña. Lo malo es que fuimos interrumpidos por Adele y entré en pánico, tenía los latidos a mil por hora, el corazón en la garganta y falto poco para desmayarme, llegue a creer que nos vio besándonos y siendo sincera no quería escuchar un sermón por un beso, bueno fue más que eso, aunque Donovan intervino ante mi silencio. –Nada mamá, hablábamos de la tarea con Tessa y de lo tarde que se hizo. Es todo– señaló Donovan con su voz inquieta mientras yo intentaba guardar mis nervios. –Eso mismo Adele, mi mamá todavía no ha pasado a recogerme. Creo que se olvidó de mí…–improvisé, cuando escuché el claxon proveniente del exterior. –Esa debe ser ella llamándome. Gracias Donovan por la ayuda, nos vemos después– me despedí, entre besos en la mejilla y quise huir de la escena del crimen, peor que delincuente, a las corridas. –Espera Tessa, te acompaño a la puerta– dijo, Donovan con su voz llena de urgencia siguiendo mis pasos. Supongo que quería seguir discutiendo sobre el beso, pero lo necesitaba era escapar para después pensar con frialdad. Así llegamos a la puerta principal de su casa. –Tessa esto no se quedará así, quiero hablar con calma de lo que sucedió en la cocina– espetó Donovan con firmeza y le deposité un beso en su mejilla, ignorando sus palabras. Corrí al auto donde me aguardaba mi mamá mientras él me lanzaba su mirada inquieta. A todo esto, llevo días escapando de él literalmente. No me atrevo a verlo, menos a mentirle en la cara. Más bien sigo recordando el beso como una tonta, preguntándome si vale la pena lanzarme al vacío y vivir lo que me exige mi corazón inexperto. Admito que de coqueteos con los chicos no he pasado, ha habido algunos besos de por medio, pero nada más. No he podido dar el paso con ninguno, tampoco he tenido un novio con todas las letras. Más bien, quiero sentir la magia, la conexión y tener mi primera vez estando enamorada. Creo que eso es lo ideal. Sin embargo, cometí el gran error de confesarme con Nicky, mi mejor amiga. Admito que fue mi culpa, porque desde que sabe que Donovan me besó no pierde oportunidad de reclamarme y de darme unos consejos para nada prudentes. Como hoy, que estamos en mi habitación en tanto me termino de arreglar para la fiesta. En cambio, mi amiga está sentada en mi cama, con su postura relajada, pero con un brillo de emoción en sus ojos, mientras yo estoy de pie, nerviosa, mordiéndome las uñas. –Tessa, si yo hubiera estado en tu lugar, habría agarrado a ese galán y me habría perdido en sus brazos. Habría dejado que hiciera conmigo lo que quisiera, todas esas posiciones del Kama Sutra. ¿Cómo será él en la cama? –habla sin reservas y sin tapujos. Abro los ojos y sonrío por sus palabras, aunque mis mejillas se sonrojan. No es que sea mojigata, sino que ella tiene más experiencia. Ya tuvo su primera vez, tiene novio y ambos parecen un matrimonio cuarentón. Igual, sus “consejos” son más bien reproches por ser cobarde. –Es que solo a ti se te ocurre escapar de él o ¿vas a seguir conformándote con ser su amiga? –señala con su voz irritada y tuerzo la boca. –Nicky, para ti es fácil decirlo porque no estás en mis zapatos. Tampoco es cuestión de arrojarme a sus brazos y ya está. No sé lo que realmente quiere él y no quiero estropear nuestra amistad –alego con mi voz inquieta y ella me lanza una mirada profunda. –¡Cobarde! Le quieres dejar el camino libre a la zorra de Kelsi. No seas tonta y habla con Donovan, averigua si te quiere para más que ser su amiga. El tipo tiene días acechándome y ya se me acabaron las disculpas –sentencia con determinación y tenso el rostro. Me siento en la cama junto a ella, el corazón latiéndome rápido. Nicky se inclina hacia mí, su expresión suavizándose un poco. –Tessa, entiendo que tengas miedo, pero la vida es así, tienes que arriesgarte. Donovan no va a esperar por siempre. Y encima, esta noche no podrás seguir huyendo. Es tu cumpleaños y pronto aparecerá por esa puerta para repetir: “Tessa, hablemos” –agrega, mirándome con seguridad e imitando la voz de Donovan. Un rato más tarde Nicky tenía razón sobre Donovan. No pasó mucho tiempo antes de que apareciera en la puerta principal de mi casa con su regalo en mano, pero en sus ojos podía apreciar su malestar por más que lo intentaba ocultar tras una sonrisa forzada. Supongo que estaba guardando las apariencias delante de los presentes para no hacerme una escena, y hasta ahora lo he podido sortear al ser la homenajeada, cumplo 16 años. Aunque, conociéndolo, está aguardando una oportunidad para abordarme. Sigo charlando con mis amigos de forma casual mientras la música suena de fondo, cuando se me acaba la suerte al interrumpirnos con su presencia. –Chicos, es una fiesta, no un coctel aburrido. ¡Bailemos! Y comenzaré por dar el ejemplo. Tessa, ¿bailas conmigo? –propone con una sonrisa que intenta ser relajada, pero sus ojos delatan su ansiedad. Sin tener opción, doy unos pasos hacia el centro del jardín, donde hay una pequeña pista de baile dispuesta. El aire fresco de la noche acaricia mi piel, pero no es suficiente para calmar mis nervios. Una vez en el centro, Donovan extiende su mano, prendido en mis ojos. Siento el roce de su mano cuando entrelaza la mía y es como morir despacio. Mis nervios aumentan, mi corazón late errático, mucho más al sentir su aliento en mi rostro. Falta poco para desmayarme entre sus brazos. Nos movemos al compás de la música, un ritmo suave que contrasta con la tensión entre nosotros. Su mano en mi cintura se siente cálida, firme, como si no quisiera dejarme ir, pero al final rompe el silencio con una voz cargada de malestar y frustración. –¿Por qué has estado huyendo de mí? ¿Por qué no quieres hablarme? –cuestiona, su tono lleno de dolor y desconcierto. Me arrincona, sumergiéndome en mis pensamientos, mientras su mirada me atraviesa.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD