—¡Valeria! Ya son casi las diez, ¿crees que podré comer pan antes de las doce?—gritaba su madre ante la puerta de su diminuta habitación. Valeria se levantó desnuda, no había sido suficiente tiempo el que durmió, dado que se quedó casi hasta las cuatro de la madrugada, pensando en lo que había sucedido y en esos hombres que evidentemente no la habían buscado de forma casual, mas el taxi que nunca apareció y que alguien llamó para cancelar. Estaba siendo un poco paranoica, pero eso la podría salvar de algunas cosas. —Mamá, voy a volver a la cama. Sabes que hay pan en el congelador, ponlo en el horno y ya está. Tendrás pan. —¿Se te olvidó que el horno no funciona? Esta casa está mas vieja que la que teníamos antes, todo está muy usado, hija. Ya deja de dormir desnuda, te estás malacost