—¿Quiere algo de tomar? Se supone que los camareros ya debieron de venir con las bebidas.—observó el rostro pálido de Valeria.—Ah, perdone. Ni siquiera sé si anda sola. No quiero preguntar qué hace aquí, imagino que lo mismo que todos. —ella observó la puerta mientras Darío hablaba. —Yo…—comenzó a decir distraída sin formular una frase completa, todavía estaba demasiado asustada.—creo que me vienen siguiendo. Entré aquí para escapar y ahora no sé si al salir me estarán esperando o qué es lo que va a pasar conmigo. Mi celular se cayó mientras corría y por suerte entré aquí pero me han seguido, los vi entrar, dos hombres con vestimenta negra. Por favor, no abran la puerta.—mientras hablaba, la angustia la invadió y todo el miedo que antes había sentido. Sus piernas cansadas y temblorosas