Caminaba de un lado a otro frente a la puerta color rosa con cientos de adornos de unicornios y otras tantas caricaturas. —Vamos, Millie, solo llegué unos diez minutos tarde. Podemos verla otra vez, lo siento.—suplicaba, tenían que ver una película juntos a las ocho y media, pero llegó varios minutos tarde. Y es que para aquella personita era muy importante la puntualidad y cada cosa que le decía Alaric, ella la guardaba como tal, por eso si él decía una hora, ella necesitaba que él estuviera allí a esa hora. Pero la junta se había alargado un poco y le fue imposible llegar antes. Ahora ella no quería hablarle. —Vete, ya me voy a dormir.—la escuchó decir. —¿No quieres que te de las buenas noches? —¡No!—dijo enojada. —Lo siento.—al no haber contestación Alaric solo se marchó a