Se detuvo en el taxi frente a la casa de los Sinclair, donde llevaba varios años viviendo, tomó la maleta y se quedó de pie junto a la puerta.
Tenía miedo de entrar.
Cuando se marchó a la luna de miel no se topó con ellos pues estaban con su hija, en casa de ella y de Adrien, pero ahora temía que pudieran estar en casa. Sacó la llave de su bolso y abrió la puerta lo mas suave posible para no hacer ruido, levantó la maleta y se dirigió hacia donde estaba su habitación, cuando abrió la puerta, allí no había nada, nada de ella, ni un pequeño rastro de que esa era su habitación, estaba confundida. Miró por la ventana hacia el patio interior, viendo hasta su ropa interior esparcidas por el suelo y a Elena echando sus cosas sobre un fuego improvisado, sus padres sentados a un lado deleitándose con la escena. Salió corriendo de la habitación y se detuvo al escuchar una extraña conversación entre los Sinclair.
—Fuiste una idiota, cuando al fin se realiza la boda, entonces no asistes, después de todo lo que hiciste para quedarte con ese hombre.—decía su padre.
—Temía que Adrien descubriera que estaba embarazada, por eso quise no asistir, retrasar la boda y tener tiempo de hacerme cargo de ese asunto. Para el tiempo que tengo, él estaba de viaje de negocios, sabría que no era de él. Lo que no contaba era con que él se casaría con la mustia de Valeria. Jamás lo vi venir. ¡Con esa mosca muerta!
—Imagina la sorpresa que sentimos nosotros que estábamos allí en la iglesia. Fue todo un espectáculo.
Valeria no podía creer lo que escuchaba.
Salió al patio como quien no había escuchado nada, logrando recoger algunas de sus cosas.
—¡Llegó la p***a aprovechada!—exclamó Elena, se aproximó a ella y tiró de su cabello, quitando de sus manos las cosas que había tomado y arrojándolas al suelo, intentó empujar a Valeria junto al fuego, pero esta no se dejó. Ramsés, el padre de Elena, fue en su ayuda, soltándole una cachetada a Valeria y arrojándola al suelo.
—¡Con lo bien que te tratamos! ¡Le has robado el esposo a mi hija!—dijo con ira.
Valeria tocó su rostro con mano temblorosa, sintiendo el dolor en su mejilla y en su rodilla rapada ante la caída.
—¡Sal de nuestra casa!—le gritó Emma, yendo hasta donde su marido y viendo a Valeria allí tirada.—¡p***a ingrata! Me aseguraré que tu madre sepa lo que has hecho. ¡Incluso un perro callejero y sarnoso es mas fiel que tú!
Asustada, Valeria se puso de pie y se alejó de ellos, intentando tomar algunas cosas que eran de gran valor para ella. Elena fue a impedírselo, forcejando con Valeria hasta quitárselo, corrió hacia el fuego y tiró unos diarios de Valeria, junto con algunas prendas que le había comprado su madre con mucho sacrificio y otras que heredó de ella.
Cuando Valeria vio que Elena intentaba arrojar lo único que le quedaba de su padre, una foto junto a él que su madre le había confiado para que le diera fuerzas, no dudó en intentar arrebatársela de las manos a Elena, pero la foto cayó al fuego y con lágrimas en los ojos ella vio como el fuego la devoraba, hasta volverse cenizas y no quedar nada.
Le hizo frente a Elena, llena de ira y golpeó su cara. Todos se quedaron sorprendidos de que la sumisa Valeria respondiera de aquella manera, pero Elena le devolvió la cachetada aún con mas fuerzas, sin dejarse intimidar Valeria peleaba con ella, dándose cuenta de que Elena la quería arrojar al fuego, empujándola cada vez mas, sintió el caliente en su pierna izquierda y empujó con mas fuerzas para zafarse del agarre que mantenía Elena en sus brazos.
Entre el forcejeo, Valeria cambió de posición y era ahora Elena la que estaba contra las llamas, Valeria iba retrocediendo para alejarla de allí, pero… Elena le sonrió y liberó el agarre que tenía en los brazos de Valeria, para cuando Valeria quiso reaccionar, ya Elena estaba cayendo al fuego.
La ayudó a quitarse de allí mientras Elena se revolcaba del dolor, las manos de Valeria recibieron algunas quemaduras, pero no tanto como Elena.
Sus padres alterados acudieron a socorrer a su hija, la madre llamó a una ambulancia y Valeria no sabía que hacer.
—¡Mira lo que le has hecho a mi hija!—escupía Ramsés, sosteniendo el cuerpo de su pequeña.
Valeria miró sus manos y se puso de pie. Se escucharon las sirenas de la ambulancia y cuando Valeria miró hacia atrás, venía hacia ella Emma con un palo para pegarle, salió corriendo de allí, pasando por en medio de la casa, no tomó su maleta que seguía en la habitación y solo huyó mientras los paramédicos entraban.
Logró tomar un taxi lejos de allí, sin ningún rumbo.
Sabía que todo estaba mal, que todo iría a peor y que aquella boda solo le traería muchos problemas.
Decidió ir al hospital para que le tratasen las manos, de las quemaduras que esta había recibido. Estaba en espera en la sala emergencia, por lo abarrotada que estaba y al no ser tan grave, estaba en turno.
Se puso de pie al ver que Adrien entraba por la puerta de la emergencia. Sus pasos la llevaron hasta él, sintiendo su mirada cargada de odio, dándose cuenta de que era imposible que él estuviera allí por ella. Al ver toda esa aura negra que la golpeaba, proveniente de Adrien, retrocedió por instinto, él la tomó del brazo y caminó con ella a un lado, llevándola cerca de unos asientos vacíos, apartada de la gente.
—Si Elena queda con su cuerpo marcado por lo que hiciste, haré que lo pagues muy caro, zorra. ¡¿Apenas llegas y tenías que a echarle en cara a Elena que soy tu esposo?! ¡¿Tan cruel eres como para quemar a una persona?! ¡Irás presa! ¡Los Sinclair no se quedarán así y yo te dije que no te iba a proteger de ellos!—la empujo sin cuidado dejando a Valeria sin equilibrio a punto de caer al suelo.
Adrien se perdió entre las personas en busca de su amada Elena.
Cuando llegó el turno de Valeria, le dolía mas el corazón que sus manos quemadas, estaba destrozada, sin fuerzas, todo se le venía encima y aquel hombre seguía odiándola con la misma intensidad que antes, quizás un poco mas.
Salió de allí con sus manos vendadas, solo para encontrarse con Emma Sinclair que la esperaba a la salida.
La señora no dudó en abordar y comenzar a golpearla hasta el cansancio. Además de que Valeria no se podía defender por sus manos vendadas, tampoco se atrevía a levantar su mano contra la señora Sinclair que la había acogido en su casa.
Tirada en el suelo, mientras las personas cruzaban a su lado y observaban lo patética que se veía allí, toda llena de polvo y llorando, se puso de rodillas cuando Emma paró de golpearla y le pedió perdón en repetidas ocasiones, a lo que ahora Emma le pegaba con el bolso en la cara.
¿Qué otra cosa le podría pasar a Valeria? Le estaban ocurriendo tantas cosas malas que para ella sería normal que la atropellara un coche, la asaltaron o incluso la mataran.
Total, todo estaba tan mal como ella nunca se había imaginado.
Emma se retiró y Valeria logró ponerse de pie, solo para ver como su esposo salía dirigiendo una silla de ruedas en la que iba sentada Elena Sinclair, quien al verla, gritó de terror, atemorizada con la presencia de Valeria. Adrien dejó la silla en manos de Ramsés y fue hacia donde Valeria.
—¿Por qué diablos sigues aquí?—observó su ropa polvorienta, sus manos vendadas y su rostro golpeado y solo siguió sintiendo odio hacia aquella mujer, considerando que todo lo que le pasaba lo tenía bien merecido.—¡Vete! ¡Lárgate! Asustas a Elena.
—Adrien, yo puedo explicar lo que pasó.
—¡¡Deja de llamarme por mi nombre!! Espero no tener que verte el rostro jamás.
—Pero…—miró sus ojos y tembló de miedo, observó a la familia Sinclair detrás y después se marchó de allí, no tenía nada que hacer en ese lugar, con esa familia o con ese hombre.