Con su maleta en una mano y el pasaporte en otra, miraba hacia ambos lados, temiendo que Adrien no llegara. Solo faltaba media hora para embarcar y todavía tenían que pasar control de seguridad.
Miró la hora y comenzó hacer una plegaria silenciosa.
El día anterior, después de dar algunas excusas tontas a los invitados, salió de compras mientras hablaba con su madre y le daba la noticia de que se había casado ¡con su jefe! Su madre, que ya sabía los sentimientos que ella tenía hacia ese hombre, no dudó en felicitarla, sin saber del todo como sucedieron las cosas, pues Valeria solo le contó la mejor parte.
Se hizo con lencería adecuada para una luna de miel, se compró ropa de playa y vestidos elegantes para las noches allí, solo que…lo que era elegante para Valeria, podría ser trapos de cocina para Adrien y su lujosa vida. Valeria aún no era consciente de eso, pero pronto lo sabría.
Frente a ella se detuvo un coche Mercedes Benz, y de la parte de atrás salió su jefe, el conductor se bajó de inmediato y sacó del portaequipaje la pequeña maleta de Adrien, este se la dio a Valeria, quien la tomó como algo muy normal. Adrien no se detuvo ni a mirarla y entró al aeropuerto, pasó el control de seguridad primero y siguió en dirección opuesta a donde estaba asignada la puerta de embarque del vuelo que le correspondía. Valeria guardó el pasaporte, tomó las dos maletas y corrió detrás de su jefe y esposo. Le costó alcanzarlo y casi lo pierde de vista por todas las personas que habían.
—¡Señor! ¡Señor Mckenzie! ¡Es hacia el otro lado! ¡Señor! ¡Por favor, deténgase! ¡Perderemos el vuelo!—pero él no hacía caso a nada de lo que ella le decía y seguía caminando.
Valeria se detuvo, soltó las maletas y con lágrimas en los ojos se dio por vencida, viendo que no podrían llegar a tiempo a la puerta del embarque, miró hacia atrás, estaban en la otra punta del aeropuerto y Adrien se alejaba mas de ella. Secó sus lágrimas, sujetó las maletas y comenzó a correr con mas prisa, logrando colocarse frente él.
—¡Por favor! ¿Por qué estás tan sudada? Es asqueroso. —Valeria se miró, dejó las maletas y buscó en su bolsillo un pañuelo que no tenía, solo encontrando servilletas, secó su cara, dejando trozos de papel por su frente y en sus mejillas. Adrien rodó los ojos y pasó a su lado.—Nos vamos en un jet privado, ¿cómo quieres que me siente contigo en un avión? Sólo mírate, Valeria.
Apenas ella recuperaba el aliento, tomó las maletas y siguió detrás de su esposo.
Los recibieron en una puerta, bajaron unas escaleras y de allí fueron llevados en un pequeño bus hasta el Jet que de pequeño no tenía nada. Dos amables azafatas los recibieron y se hicieron cargo de las maletas, Valeria se sentó al lado de su esposo y este le indicó que tomara el asiento de atrás, así ella lo hizo.
Al cabo de unos minutos, mientras se preparaban para el despegue, ella se fue al baño, viendo todos los trozos de papel que tenía en el rostro, lavó su cara y regresó al asiento.
Lo único que animaba a Valeria, era el hecho de que pasaría una luna de miel en Bora Bora junto a Adrien Mckenzie, su esposo.
No pensó que el vuelo sería tan largo, durmió, comió, vomitó y se volvió a dormir, todo eso detrás de Adrien. Se vio unas dos películas y miró fotos que tenía descargadas del lugar, imaginándose muchas cosas allí, quizás algunas pasiones e interacción con su esposo.
Cuando aterrizaron, allí estaba cayendo la noche, eran casi las siete.
Le entregaron las maletas y un coche fue a recogerlos, Adrien se sentó delante, dejándole a ella el espacio de atrás.
Llegaron a una especie de villa que solo era para ellos y el personal que los atendería hasta las ocho de la noche durante toda su estadía allí.
Les mostraron toda la maravillosa casa y la lujosa habitación matrimonial, todo era como un sueño, paredes y cortinas muy blancas, la brisa fresca que las mecía y la elegante decoración del lugar. Desde cualquier parte de la casa se escuchaban las olas.
Ella dejó las maletas en la habitación y tomó unas chanclas que estaban en el baño, de cortesía para ellos, corrió hacia el exterior y se aventuró a acercarse a la playa, se quedó descalza y mojó sus pies, la tocó con las manos y corrió de un lado a otro, sintiendo la fina arena en sus dedos. Miró hacia la casa, observando a Adrien en la puerta, atento al bello paisaje de aquel lugar paradisíaco.
Regresó dentro y él volvió a desaparecer en la casa.
Una mujer se acercó a ella para decirle que la cena estaba lista y que ya ellos se retiraban, que volverían al siguiente día a las ocho de la mañana.
Valeria buscó a Adrien, encontrándolo en el patio interior de la vivienda, sentado en una silla, con la vista fija en el cielo estrellado.
—La cena está lista.
—No tengo hambre, cena sin mi.
Valeria no insistió y fue hasta el comedor, encontrando muchas delicias locales en la mesa. Comió poco, ya que seguía con el estómago revuelto debido a las horas de vuelo.
Cuando entró a la habitación que compartiría con Adrien, ya él estaba allí, saliendo del baño, envuelto en una toalla, su cabello húmedo se pegaba a su frente y tenía el rostro algo sonrojado por el agua caliente de su reciente baño, dejó la toalla frente a una silla, quedando d*****o, Valeria se dio la vuelta ante aquella imagen, cubrió su rostro y buscó con la mano la puerta.
—Lo siento, no sabía que estabas usando el baño.
—¿Pretendes cubrir tu cara cada vez que me desnude? Ve a tomar baño que hoy es nuestra primera noche como esposos. ¿Qué crees que haremos durante todo este año? Pretendo hacer uso de mis derechos de esposo.
Ella bajó sus manos con lentitud y se giró, quedando asombrada con la desnudez de Adrien, arrastró los pies hasta el baño, pero volvió a salir para buscar la lencería especial que se había comprado para esa noche.
Su piel se erizaba al pensar que volvería a tener un encuentro s****l con Adrien después de esos años, siendo él quien se llevó su virginidad y no estando con nadie mas desde ese tiempo.
Había depilado todo su cuerpo el día anterior, envolvió todo su cabello castaño en lo alto de su cabeza y se entró a la ducha, al salir se lavó los dientes luego de secarse bien y procedió a colocarse la sensual lencería.
Acomodó sus redondos pechos en la fina tela que se suponía que era un s****n, esta tenía un vuelo que bajaba por su vientre en forma trasparente, tomó las bragas y la deslizó por sus piernas, miró su t*****o al espejo y se sintió muy sexi, soltó su cabello y lo esparció por sus hombros. Palmeó sus mejillas y abrió la puerta del baño, saliendo despacio y buscando seguridad en su interior.
Adrien observó a la mujer que iba saliendo en ropa interior, su larga cabellera esparcida por sus hombros, su mirada tímida y su lento andar; por unos breves segundos la miró cautivado, observó como se introducía en la cama y apagaba las luces, se giró hacia ella y tocó sus pechos, necesitó de sus dos manos para poder abarcarlos bien, eran suaves, delicados y…lo hacían sentirse rápidamente excitado. Retiró las sábanas del cuerpo de ella y fue quitando la tela con cuidado, la piel de Valeria temblaba ante cada roce con Adrien, mordía sus labios en un intento por controlarse. Sintió las manos de él bajar por su vientre y se le escapó un suspiro que fue muy alentador para Adrien, quien logró deshacerse de las bragas de ella. Subió sus manos por sus muslos para luego colocarse sobre Valeria, tanteó su rostro y bajó hasta ella para besarla.
El primer beso que le daba a su esposa.
Se encontró con unos labios cálidos que le dieron una agradable bienvenida, sus labios se envolvieron en ese apasionado beso que los hizo dar vueltas por la cama, abrazados, uniendo sus cuerpos y calentándose en el transcurso. Jamás Adrien pensó que su noche de bodas con Valeria tomaría ese curso, nunca imaginó que solo con besarla se sentiría tan bien y con un toque algo familiar.
Ella estaba debajo de él, nerviosa, sintiendo como Adrien la penetraba con cuidado, tuvo miedo de aferrarse a sus brazos, buscando apoyo en los lados de la cama, su respiración agitada la mantenía mas nerviosa, el cuerpo de Adrien viajó nuevamente hacia ella, uniendo sus rostros y besándola otra vez para calmar sus nervios, estaba siendo gentil, conteniendo sus ganas y yendo con calma porque ella parecía no tener una vida s****l muy activa, se iba deslizando despacio dentro de ella.
Cuando logró estar dentro, sintió como su interior lo acogía, lo apretaba y calentaba todo su cuerpo, no podía creer que esa era Valeria.
Comenzó a moverse con lentitud, a un ritmo suave, los gemidos de Valeria lo acompañaban en cada movimiento, la chica no tardó nada en c******e y aquello alegró mucho a Adrien que ella fuera tan sensible, quien se iba comportando mas cariñoso con ella, agradecía como su vientre lo abrazaba y se sacudía, aprisionando su pene mientras ella sucumbía al placer. Era increíble lo maravilloso que se sentía estar en su interior y las sensaciones conocidas que soltaba sobre el cuerpo de Adrien.
La ternura de aquella mujer no tenía límite.
Las manos de ella se aferraron a la espalda de Adrien, su cabeza enloquecía con tanto placer, sus gemidos se elevaban y la cama se movía cuando Adrien aumentó el ritmo, sacando de ella un segundo orgasmo. Agitada, sentía el peso del cuerpo de Adrien sobre el de ella, recordaba aquella primera noche con él, cuando le entregó su virginidad sin saber quien era, era todo muy similar, pero Adrien no tenía idea de que ella era esa mujer misteriosa.
Sintió las manos de él deslizarse hasta sus nalgas y pegarla mas a él, aquella acción volvió loco a Adrien, quien se vertió en su interior, saciado de ella, empapando todo su interior. Cayó a lado de la cama, junto a ella, sentía como necesitaba mas aire, dejó sus manos en su pecho y miró hacia la mujer a su lado, su esposa.
Valeria se puso de pie y se marchó al baño, se miró al espejo, su rostro mas feliz que nunca y una enorme satisfacción de volver a estar con Adrien, su ahora esposo y el hombre al que amaba.
Tomó una rápida ducha y regresó a la cama, acostándose desnuda.
Adrien la esperó y luego la abrazó, mientras ambos dormían juntos.
Al día siguiente, temprano de la mañana, unas manos calientes la despertaron, separando sus piernas y besando su espalda, sintió la erección de Adrien pegándose a ella, él giró su cuerpo, dejándola frente a él, besó su cuello, tocó sus pechos y los llevó a su boca, volviendo loca a Valeria.
Estaba siendo la segunda vez en Bora Bora que intimaban.
Aquel esposo buscaba mas de eso que ella le había dado la noche anterior.
Cuando el personal llegó, salieron a desayunar y después se fueron a la playa, tomaron baño y dieron un largo paseo por las largas playas de arena blanca.
La semana de la luna de miel, estaba siendo increíble para Valeria, que estaba viviendo su sueño hecho realidad y para Adrien, que pensó que todo sería peor pero que al final solo se dejaba llevar por el momento y disfrutando de aquel precioso lugar junto a su esposa de reemplazo.
Realizaron varias actividades juntos, disfrutaron de las noches de allí, teniendo sexo al aire libre a la orillas de la playa, dentro del agua, en toda la casa, actuando como dos enamorados en su luna de miel.
Pero estar en aquel paraíso no era para siempre y la luna de miel acabó.
Valeria notó de inmediato como en pleno viaje de regreso Adrien se iba convirtiendo en ese hombre que era cuando llegaron allí, alguien que no la amaba y que no le prestaba atención.
Se aferró a esos recuerdos de los recientes días para no decaer, hasta que llegaron a tierra, tomando cada uno su camino, como si todo lo anterior no hubiera pasado.
Terminó la luna de miel y fue como volver a despertar, golpeada por la realidad.