Había salido temprano de la oficina aquel viernes, seguían siendo sus días menos preferidos. Solo una semana desde de Valeria Richardson renunció y anunció que estaba embarazada, de otro hombre en aquel hospital. Se instaló en ese bar desde las cuatro de la tarde y después de una larga sesión de cervezas pasó a vino, cansado y amargado continuó con tragos de varios licores, cualquiera que le llegara a la mente en ese momento. Pensaba «¿Extraño a esa horrible mujer o solo me siento indignado porque estuvo con otro hombre mientras me rechazaba a mi?» Para nada era un secreto lo orgulloso que era Adrien Mckenzie y Valeria parecía ser experta en herirle el ego. —Señor, me informa el gerente que no debo servirle otro trago. Es aquí donde debe de retirarse debido a su condición. Un taxi de