¡Me dejaste plantado!

1105 Words
Adrien Mackenzie salió de la iglesia lleno de tristeza y mas que nada impotencia, por la ausencia de su amada novia, también había una mezcla de ira, ya que decidió casarse con su irritante compañera de trabajo, siendo esa su única salida, a ojos de él, para no verse como un perdedor que han dejado plantado frente a todos los invitados. Buscó en dos posibles lugares donde podría estar Elena, pero no la halló, pensó en ir a casa, aunque le pareció muy absurdo que ella simplemente estuviera allí, pero algunas de las acciones de Elena eran muy absurdas, por lo que Adrien condujo hasta su casa. Entró en silencio y fue directo a la habitación que compartía con su novia. —¿Elena?—abrió la puerta despacio y lo primero que apareció ante su vista fue el vestido de novia tendido en la cama, el velo colgando de un gancho junto a la ventana y las zapatillas frente a la cama. La puerta del baño se abrió y una Elena con todo el maquillaje corrido se aventó contra Adrien. —¡Adrien!—se aferró a su pecho no dándose cuenta que manchaba su elegante y muy costoso traje de bodas con su maquillaje.—¡¿Por qué no viniste?!—preguntaba repetidamente, hundiendo su rostro en él.—¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?! —Elena…cálmate, por favor.—la alejó de su pecho, sosteniéndola por los hombros.—Estoy aquí, luego de que todos te esperáramos horas, esperé por ti, pero…me dejaste plantado. —¡¡Me llené de pánico!! Me atacaron los nervios, despaché a todos de casa, luego comencé a llamarte. —Dejé mi móvil en casa, era un día especial como para recibir llamadas tontas. Valeria te llamó muchas veces, marcó a casa, mandé a buscarte. —Me escondí.—dijo entre sollozos.—Era a ti a quien necesitaba. Necesitaba que vinieras, me animaras y camináramos juntos al altar, pero conforme pasaban los minutos, veía que no llegabas y se hacía mas real que no podría casarme. Solo fueron nervios, Adrien. Lo siento. Mira mis manos…todavía tiemblan. La personalidad de Elena era un tanto infantil, caprichosa, solía requerir de mimos, sobre todo de parte de Adrien, quien la trataba como a toda una reina. Ella tenía una belleza desorbitante, sus grandes ojos verdes le daban un toque perfecto a su rostro, junto con sus largas pestañas, perfecta nariz y unos labios como para comérselos a besos. Su voz era pausada, en buen tono y algo melosa, adoraba ser consentida por Adrien y toda la atención que recibía estando junto con él. En todos los años de relación nunca tuvieron una sola pelea o discusión acalorada, pero eso se debía a que Adrien siempre cedía con ella, destacando a Elena como su punto débil, su lado mas vulnerable. —No fuiste a la boda por los nervios, dices, pero sí querías casarte. —¡Es nuestro sueño! Claro que quería casarme, Adrien. No te dejaría plantado jamás. —¿Jamás?—le dio la espalda con tranquilidad y se acercó a la pared junto a la puerta.—Fue lo que hiciste, Elena, dejarme tirado en el altar. Si hubieras querido casarte, te deshaces de tus putos nervios y acudes a la maldita iglesia con las horas que te di para que llegaras, incluso habrías ido cuando te mandé a buscar, pero te decidiste ocultar. Fue tu decisión no asistir. Tú decisión, no de nadie mas. —¡Y lo siento mucho! Pero ya estás aquí, podemos programar todo otra vez, poner nueva fecha, hacer nuestra boda, ahora mismo puedo ceder incluso a casarme solo por el civil. Lo siento mucho, Adrien.—caminó hasta él y puso la mano en su espalda.—Lo siento. —Yo también. No puedo volver a casarme, Elena. Me es imposible, al menos dentro de un año. —¿Un año? Está bien. Estás enojado, lo ocultas bien, pero sé que estás enojado, ahora quieres castigarme diciendo que dentro de un año, cuando bien podríamos casarnos en dos meses, pero quieres castigarme. Lo entiendo. Mira el vestido sobre la cama. ¿Crees que ese vestido puede esperar a un año para que nos casemos? Observa mi rostro, Adrien. ¿Crees que quiero esperar a un j****o año para casarme? ¿Qué es lo siguiente que me vas a decir? ¿Que pongamos nuestra relación en pausa? —No, no es lo siguiente que voy a decir. Me vi de pie por varias horas, haciendo el tonto frente a un montón de invitados que te sacaste de la manga, frente a todos tus familiares que me veían como a un ogro, frente a mis padres que nunca quisieron que me casara contigo pero que por mi felicidad siempre callaron. Me vi de pie por horas, frente a muchos lentes de cámaras que no dejaban de enfocar a un hombre desesperado que no apartaba la vista de la puerta, a esperas de que mi futura esposa llegara. Elena, por mi, por el amor que me profesabas, debiste tomar el valor, ir con el vestido o sin él, pero llegar a la iglesia, porque el hombre que dices amar estaba allí esperándote, si eso no fue suficiente para deshacerte de tus nervios, creo que es muy obvio el mensaje que me estas dando. —¿Q-Qué mensaje?—tocó los brazos de Adrien con desesperación.—Adrien, mírame, por favor. Fueron los nervios, solo eso, los nervios. —Terminamos, Elena. —¡No! —Además, estoy casado.—levantó su mano izquierda, mostrando el anillo en su dedo. Elena tomó la mano e intentó deshacerse del anillo.—Quédate en casa hasta que regrese de mi luna de miel, luego de eso no quiero verte aquí y menos nada tuyo. Vete, también llévate tus nervios. Desconcertada, sin creer aquellas palabras, Elena se tiró al suelo. Las lágrimas salían desbordantes de sus ojos, solo miraba las piernas de Adrien alejarse sin ser ella capaz de levantar el rostro para verlo. ¿Cómo era posible que Adrien ya estaba casado? ¿Con quién? ¿Por qué? Elena estaba llena de dudas, mas que nunca, miedo y tristeza, se acostó sobre la alfombra y se dejó llevar por la tristeza que se apoderaba de su cuerpo. Su plan había salido mal, no contaba con el ego de Adrien y eso le arruinó toda la jugada. «¿Por qué no fui a mi boda? ¿Por qué? Debí dejar ese asunto para después, no faltar a la boda» Se decía una y otra vez.
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