Con un suspiro cargado de emociones, Gideón se acercó a Serenity y la estrechó con fuerza entre sus brazos, enterrando su rostro en la sedosa cascada blanca de su cabello. En el refugio de su abrazo, el Rey encontraba la paz que su corazón en ese momento necesitaba. —Tú eres mi familia ahora, Serenity —susurró Gideón, con su voz amortiguada por el cálido abrazo—. Tú, tu hermana Belle, incluso Thorger y Jord. Todos ustedes son lo más preciado que tengo y sé que no me traicionarán. Dejó escapar un profundo suspiro antes de continuar, como si quisiera disipar las sombras que oscurecían su corazón. —Sé que Thorger no me traicionaría. Ha demostrado su lealtad una y otra vez, al igual que su padre antes que él lo hizo con el mio. Después de decir eso, tomó las manos de Serenity entre las suy