Dos semanas habían transcurrido con lentitud desde aquella celebración del Retorno en la playa. En ese momento, era un amanecer prístino, los primeros rayos del sol apenas se asomaban tímidamente, bañando el mundo con su cálida caricia. Sin embargo, en el corazón del palacio real de Zythos, el Salón de Estrategias permanecía ajeno a la tranquilidad matutina. Gideón, imponente y regio, se encontraba sentado a la cabeza de la mesa de pesado roble tallado. A su diestra, Thorger, su mano derecha y fiel compañero de batallas, ocupaba su lugar de honor. A su izquierda, Jord, subcapitán y estratega perspicaz, observaba con ojos atentos lo que el rey tuviera que decir en esa reunión de emergencia. Sobre la mesa, tres tazas humeantes despedían un aroma embriagador, que los ayudarían a despertar po