La celebración en la playa había llegado a su fin para Kieran, mientras que, en el corazón del palacio real, Gideón y Serenity acababan de cruzar el umbral de sus aposentos privados. El aire nocturno que se colaba por las ventanas abiertas traía consigo el aroma salino del mar y una brisa fresca que acariciaba sus rostros. Tan pronto como las pesadas puertas del aposento real se cerraron tras ellos, ambos comenzaron a deshacerse de las ropas que los habían acogido durante el día. Gideón fue el primero en iniciar el ritual, despojándose de su túnica de verde oscuro con movimientos fluidos. La tela cayó en un susurro al suelo, revelando la musculatura definida de su espalda ancha. Los músculos se contraían y relajaban bajo su piel bronceada por el sol ardiente, mientras que Serenity tomó as