Un tenso silencio reinó entre ellos mientras Serenity meditaba qué revelar sobre su vida. Sus ojos grises reflejaban la danza de las llamas en la chimenea, proyectando sombras sobre su lindo rostro pensativo. No deseaba hablar sobre su magia, un don que había sido utilizado prácticamente en su contra desde siempre, arrancándole su libre albedrío. Sin embargo, había un solo detalle que por el momento se sentía cómoda en compartir con el imponente rey lobo. —Tengo una hermana... es mi gemela —susurró finalmente con timidez, lanzando una mirada furtiva a Gideón, cuyos ojos se abrieron con sorpresa ante esa revelación. La posibilidad de que existiera otra mujer tan como su diosa en algún otro lugar era algo que jamás había imaginado. —Oh, eso es inesperado. ¿Y dónde se encuentra ella ahora?