Con el resultado de esa "celebración", y lo que estaba a punto de pedirle a Serenity, el rey lobo supo de inmediato que no podría quedarse esos diez días que deseaba. Una guerra estaba por comenzar, y no le importaba en lo más mínimo, por el contrario, la idea de tener su revancha le encantaba. Por eso, sin perder el tiempo, Gideón llevó su mirada hacia Serenity, quien intentaba ver todo lo ocurrido entre los guardias que la cubrían. Fue entonces cuando él le gritó a la reina de Avalonia:
—¡Rompe las cadenas de mis bestias, Serenity Everhart, sé que puedes hacerlo! —Su voz resonó con fuerza, tan fuerte que quizás todos en ese salón caótico pudieron escucharlo.
Al oír esa orden, Serenity se estremeció, un escalofrío recorriéndola cuando sus miradas se cruzaron, tan intensas y penetrantes
