—¿Qué está sucediendo? ¡Explícate de una vez! —rugió Gideón con la impaciencia que lo caracterizaba. Thorger tragó saliva, mientras sus ojos reflejaban preocupación. Bajo la mirada mordaz de su rey, parecía encogerse ligeramente. —Hemos encontrado a los traidores, mi rey ¡Pasan de cuatrocientos! Sin embargo, se han atrincherado en el ala oeste del castillo y se niegan a entregarse. Parece que están dispuestos a luchar hasta el final. Gideón apretó los puños con furia, la tensión sacudiendo los músculos de su cuerpo desnudo y empapado mientras el agua goteaba sobre su piel bronceada. Él no tenía pensado tolerar tal insolencia en su propio reino. —Malnacidos, y aun tienen la osadía de pretender luchar por sus vidas —dijo, sonriendo de una forma maliciosa que no auguraba nada bueno—. Aunq