Gideón frunció el ceño ante las palabras de Serenity, intrigado porque él no estaba acostumbrado a recibir un no como respuesta a nada de lo que él proponía, y menos de una mujer de la que él ya había escogido como suya. Con un gesto desafiante, el rey dejó caer la última pieza de su armadura al suelo, quedando completamente desnudo ante ella. Serenity se sonrojó a más no poder ante la falta de pudor de Gideón, tanto que ella se tuvo que cubrir el rostro con sus dos manos, incapaz de soportar la vista de semejante hombre sin una prenda alguna. Su corazón latía desbocado en su pecho, y un calor abrasador que nada tenía que ver con las aguas termales la envolvió por completo. Gideón se acercó con la tranquilidad de un depredador que tiene acorralada a su presa, y le quitó las manos de su ro