En el exterior, ajeno al profundo intercambio que había tenido lugar con las gemelas en el interior del pequeño castillo, el rey Gideón terminaba de preparar la carne del venado cazado por Serabelle. Aún seguía desnudo, pero para el Alfa Rey eso no era gran problema, él sabía que había otros asuntos más importantes que atender con premura su propia desnudez. Con una mirada rápida al cielo, Gideón se dio cuenta de que quedaban apenas unos pocos minutos antes de que la oscuridad de la noche cayera sobre ese bosque que tenía una vibra extraña que él todavía no sabía cómo explicar. La verdad era que Gideón no estaba ahí únicamente para dedicarse a la tarea culinaria. Su verdadero propósito era montar guardia, vigilando el entorno con sus agudos sentidos. Él sabía que, para ese momento, la bat