Gideón permaneció impasible, clavando su mirada serena en Serabelle, mientras estaba encantado por el abrazo de Serenity. —¿Cuál es tu nombre? Sé que mi esposa lo dijo en algún momento, pero lamento decirte que lo olvidé —inquirió con tono neutro. Ella se estremeció, presa del temor, pero luego respondió con voz titubeante: —Puedes decirme Belle. Una sonrisa se dibujó en los labios de Gideón. —Belle, eres valiente —musitó, tomando por sorpresa a la joven. Serabelle sonrió, sintiéndose halagada, mientras que Serenity exhalaba un suspiro de alivio contra el pecho de Gideón, y luego se apartó, sintiendo que ya no había necesidad de “retenerlo”. —No fue un cumplido —declaró él de improviso, y al instante el rostro de Serenity se crispó en una mueca de temor contenido y su hermana entrec