Atalia esbozó una sonrisa torcida ante las palabras del capitán, una mueca que parecía tener tintes de burla disimulada. Se volvió hacia él con un movimiento lobuno, alargando su mano para acariciar suavemente la tupida barba del hombre lobo. —Oh, mi querido Thorger —su voz adquirió un tono meloso, casi condescendiente—, es verdad, mi hermano es un buen rey, tienes toda la razón en eso. Pero en estos momentos estamos tratando de pensar de forma distinta, imaginando escenarios hipotéticos. Imaginemos que no eres un seguidor tan leal e ingenuo a su rey como lo eres tú. Atalia hizo una pausa momentánea, permitiendo que sus palabras calaran en la mente de Thorger como gotas de veneno. Luego continuó, su mirada tornándose más afilada, casi desafiante. —Un rey puede tener las intenciones más