Le sonrió nerviosamente al mismo tiempo que le decía.
—¡Bienvenido señor Alessandro Lombardo! —Alessandro frunció el ceño, era la primera vez que alguien le daba la bienvenida en su propia casa. Se sintió extraño que la empleada le recibiera de esa forma—. He preparado su desayuno ¿Comerá ahora o se dará primero un baño? —enarcó una ceja por la pregunta que le hizo. Nunca una empleada le había hecho ese tipo de preguntas ya que, nadie le cocinaba, él se preparaba su propia comida.
Era muy selectivo en lo que metía a su cuerpo que pocas veces aceptaba la comida de una empleada doméstica.
Eliane no sabía que más decir para que el hombre parado frente a ella dijera algo. Alessandro la miraba tan extraño que le hacía pensar que, sabía quién era. ¿Será que me descubrió? Se peguntó para sí misma.
Por un momento llegó a pensar que la había reconocido, de ser así, sus planes para recopilar pruebas de la infidelidad de Alessandro no serían posible.
Había decidido hacerse pasar por la empleada para recoger pruebas, si quería que el padre anulara su matrimonio debía tener pruebas contundentes, así quedaría libre de ese matrimonio y no tendría que esperar hasta que Guillermo Lombardo muriera como se lo dijo Alessandro.
Alessandro se acercó a la cocina para mirar las ollas. Aunque no había mucha comida cocinada cuestionó.
—¿Quién te dijo que podías cocinar para mí?
—Es lo que las empleadas hacemos, señor. Cocinar para nuestros jefes
La fría mirada que permanecía en Eliana se achicó.
—No te he pedido que cocines para mí.
—¿Entonces? ¿Para que contrata empleada?
Alessandro miró el reloj en su mano, volvió la mirada a Eliane y solicitó.
—Te espero en mi despacho.
Ella dejó de lado el mandil, secó sus manos y lo siguió. Al entrar al despacho recordó lo que sucedió ayer en ese lugar.
—Necesito tus papeles.
—Si me permite, iré por ellos.
Con el asentimiento de Alessandro fue por la carpeta que recientemente había armado para presentarla a Alessandro.
Cuando ingresó encontró a Alessandro con los ojos cerrados. Estaba sentado en su asiento, las manos sobre el escritorio y los ojos cerrados como si fuera un cadáver congelado.
Abrió los ojos cuando Eliane posó sus papeles en el escritorio.
Aunque estaba agotado por haber pasado trabajando toda la noche no dejó de revisar esos papeles. Mientras revisaba cada detalle del currículum que Eliane había hecho, esta lo observaba con detenida atención.
El hombre tenía unas facciones atrayentes, con un aura de poder y rudeza. Su rostro perfecto sin rasguño alguno era tan hermoso que podías pasar admirándolo sin evitar perderte en la imaginación.
Cuando Alessandro levantó la mirada, Eliane seguía perdida su mirada en aquel rostro perfecto. Salió del trance cuando Alessandro dijo.
—No cocines para mí. Solo cocinarás para mi perro, el encargado de la casa y para ti. La limpieza si debe ser impecable. En la parte de limpieza están los líquidos especiales, debes usar cada uno de ellos con sumo cuidado.
Le explicó cada detalle, dejándole claro que solo le explicaría una sola vez, si fallaba tenía que marcharse.
—Ahora vete.
Sin entender porque no podía comer de su comida, Eliane se levantó, antes de salir le miró, Alessandro ya le había dado la espalda. Se giró en su asiento con la vista en dirección a la ventana, seguido llamó a su abuelo con quien habló unos minutos.
—¿Cómo te fue en tu cita con Eliane? —Alessandro no quería mentirle, pero si le decía a su abuelo que no había conocido a su esposa, lo tendría llamándole todo el día.
—Bien abuelo. Ahora estoy muy cansado, hablamos mañana ¿Te parece?
—No te olvides de contarme todos los detalles Alessandro.
Tras cerrarse la llamada y guardar el celular, Alessandro cerró los ojos y se entregó al Dios del sueño.
Eliane por su parte llegó a la cocina, agarró parte de la comida cocinada y le llevó al hombre que se encargaba del cuidado del jardín y demás partes de la casa.
—He preparado un desayuno para usted, espero pueda comerlo.
—¡Muchas gracias, señorita!
El hombre lavó sus manos, apenas probó su boca se hizo agua. Los sabores de aquella preparación no los había sentido antes.
—¿Qué tiene? ¿Está feo?
El hombre negó.
—Al contrario, su comida está muy deliciosa.
Eliane sonrió y agradeció. Seguido preguntó por el perro del señor Lombardo y el jardinero le guio hasta donde se encontraba.
Eliane detuvo los pasos al encontrarse con una bestia de animal. Era tres veces más grande que un perro normal, gordo como un mismo cerdo. A ella le llegaba a la cintura. Estaba segura de que la comida que había cocinado no lo llenaría.
—Si que es grande.
—Pero es un amor —aseguró.
—Señor Pérez, podrías darle de comer tú, es que nunca he tratado con perros tan grandes.
A pesar de haber salido del campo, dónde tenía tratos con muchos animales, nunca trató con un perro tan grande. Estaba segura que si entraba a ese lugar, solo con la cola la aventaría.
Eliane ingresó a la casa, empezó a ordenar y limpiar cada espacio de ese lugar. Se detuvo a contemplar algunos retratos de la familia Lombardo que colgaban de las distintas paredes de esa villa.
Había un hombre muy parecido a Alessandro, suponía era el padre, porque se veía más maduro.
Cuando llegó a la habitación de Aless, se encontró con un lugar impecable. Todo lucía extremadamente limpio y ordenado. Ni siquiera había que ordenar, menos limpiar, porque ahí todo estaba en su sitio.
Eliane había visto que Alessandro dormía en el despacho, por eso decidió ordenar la habitación. Aunque todo estaba limpio y no veía ni rastro de polvo, decidió pasar el trapo para que ese hombre no dijera que no trabajaba.
Estaba concentrada limpiando el retrato de su esposo cuando la puerta del vestidor se abrió y de esta salió Alessandro.
Las gotas que caían de su cabeza y rodaban por sus hombros era señal de que apenas había salido de la ducha.
Al momento que Eliane lo miró su boca formó una O. Ese hombre estaba sin camisa, solo con una toalla envuelta en su cintura.
—¿Qué haces aquí? —Eliane por poco se atraganta, ya que ella jamás había visto un hombre desnudo con ese esplendoroso cuerpo. Era la primera vez que sus ojos veían una figura así. Y se podría decir que estaba encantada de verla. Era la primera vez que sus ojos veían una figura así.
—¿Está buena la vista? —cuestionó Alessandro ante la persistente mirada de Eliane—. ¿Te gusta lo que vez?
—Eh —dijo apenas comprendiendo. Sonrió nerviosa con su cara totalmente sonrojada—. No… no me gusta, he visto mejores cuerpos, más varoniles y fuertes —hizo seña con sus brazos—. Usted entiende. Musculosos —Alessandro frunció el ceño. A ver si estaba entendiendo, esa mujer le decía que su cuerpo no era varonil y sus músculos se veían débiles ¿Era eso?
Ante la mirada fría de Alessandro, Eliane mordió su labio, recogió las cosas y se retiró sabiendo que lo dicho había molestado a su jefe—. Eh, me retiraré.
Al salir, soltó una ráfaga de aire, se llamó tonta por lo que había dicho. Cuando bajó las gradas encontró a Luisa en la sala. Al momento que esta la vio, abrió la boca y estuvo a punto de llamarla por el verdadero nombre, pero vio a Alessandro venir y se tragó las palabras.