Eliane no fue a preparar ninguna bebida, ella se dirigió al despacho para enfrentar a su esposo por ingresar mujeres a la casa que compartiría, si bien era cierto su matrimonio fue por medio de una llamada telefónica y aun no se había consumado, él debía respetarla como ella tenía pensado respetarlo.
Al llegar se encontró con una escena muy bochornosa, la mujer que había ingresado con su esposo estaba desnuda, solo una tanga muy pequeña cubría su esplendoroso cuerpo, y su esposo estaba sentado en el sillón, observándola fijamente, no podía descifrar esa mirada porque no estaba puesta en ella, si no en la bella dama que se había desnudado para él.
Eliane ladeó la cabeza y sin hacer ruido de que se encontraba en dicho lugar se dio la vuelta y procedió a salir. No estaba dispuesta a ser humillada y avergonzada por un hombre. Mientras agarraba su maleta y abandonaba la mansión se preguntaba, como fue tan estúpida en pensar que alguien que no la conocía podía guardarle fidelidad como ella lo hacía. “Ingenua” se replicó a si misma.
Eliane abandonó la villa de los Lombardo, salió caminando hasta la vía principal donde agarró un taxi, pidió la llevara a un hotel, ahí solicitó una llamada para llamar a Guillermo Lombardo y decirle lo que había pasado, pero al momento que la llamada se abrió se quedó en silencio, pensando que podría buscarse un problema con Alessandro si le contaba que este le había sido infiel, sobre todo, decepcionaría a Guillermo ya que él tenía a Alessandro en un altar, quien a pesar de no visitarlo a menudo hacía de todo para que él estuviera bien.
—Abuelo Guillermo, he llegado a tu villa en Washington —El anciano feliz cuestionó por el encuentro de Alessandro y Eliane, Pero esta le mintió—. Abuelo, Alessandro y yo ya nos presentamos, acordamos de cenar para conocernos más —eso dejó más que contento al mayor—. Por ahora no le llames a Alessandro, estaremos ocupado conociéndonos.
Apenas Eliane cortó la llamada con Guillermo solicitó a la recepcionista le ayudará consiguiendo una línea telefónica, cuando la obtuvo decidió enviarle un mensaje a Alessandro. Este acababa de salir de la ducha, escuchó su celular sonar y abrió el mensaje de inmediato.
“Alessandro Lombardo, te escribe tu esposa. Te he visto con una mujer desnuda en el despacho, por eso decidí no quedarme en tu villa e irme a otro lado. Le he dicho al abuelo que nos presentamos y nos conoceremos solo para no decepcionarlo. A cambio de mi silencio, quiero que me des el divorcio”.
Alessandro respondió de inmediato.
“Querida esposa, lamento que hayas llegado justo en ese momento, pero me parece bien que te hayas ido, porque intenciones de vivir contigo no tenía. En cuanto a lo del divorcio no se podrá, al menos hasta que el abuelo viva”.
Eliane apretó los puños al mismo tiempo rodó los ojos, evitó responderle a ese hombre que se notaba era un descarado.
“Solo no me busque, seguiremos nuestras vidas por caminos separados”.
Fue lo último que le envió cuando ya había pasado una hora, seguido bloqueó ese número y lo colocó en la lista negra para no saber nada de él.
En ese momento el timbre de su habitación sonó, al abrir la puerta Eliane se encontró con una mujer de lentes grandes, cabello recogido en una cola y con un terno de unas dos tallas más grande que ella.
—Señorita Eliane Petrucci, me presento, soy Luisa Gómez, la persona que se encargará de asistirle en todo.
—Pero, no solicité una asistente.
—Me ha contratado el señor Alessandro Lombardo.
—¿Él? —frunció el ceño. No comprendía como le había enviado a esa persona si no le había dicho a nadie donde se estaba hospedando.
—Si. Él me pidió que viniera y la asistiera —ingresó, dejó el maletín sobre la mesa—. ¿Cuánto tiempo se va a quedar aquí? Si desea puedo conseguirle una casa ahora mismo.
—¿Cómo conseguiste esta dirección? ¿él sabe que estoy aquí?
—El señor Lombardo me pidió que encontrara la persona con este número y cuando la encontrara la asistiera en todo ya que pertenecía a un pueblo humilde e imaginaba que estaría asustada.
—¿Eso dijo? —la joven asintió—. Pues dígale que no estoy asustada, menos necesito una asistente.
—Eso significaría perder mi trabajo y correr el riesgo de que no me contraten en ningún otro lugar. No puedo darme el lujo de perder este trabajo ya que tengo una abuela que mantener ¿En serio no necesita una asistente? Mire que soy muy eficaz, si no quiere pagarme las primeras semanas de prueba no me pague, pero por favor, acépteme.
—¿Aceptarías eso solo porque te contraten?
—Si. Es que trabajar para el señor Lombardo es todo un reto.
Eliane observó a la mujer unos años mayor a ella, quien en su mirada y palabras expresaba la angustia y temor que le provocaba llegar a perder ese trabajo.
—Ok. Te contrato, pero que te quede claro que no trabajaras para el señor Lombardo si no para mí. Me debes lealtad a mí y nadie más que a mí ¿Estamos?
—Si. Claro, yo seré leal a usted hasta la muerte.
—Bien, lo primero que harás es —caminó cruzada de brazos—. Conseguirme una credencial falsa.
—¿Una credencial falsa? ¿Y eso como para qué?
—Necesito usar una credencial falsa para presentarme ante mi esposo —Luisa abrió la boca llena de sorpresa—. Alessandro no puede saber que soy su esposa.
—¿Us-usted es la esposa del señor Lombardo? —Eliane asintió—. ¿Y él no lo sabe?
—Sabe mi nombre, pero no me conoce. Eso creo —se quedó pensando en la posibilidad de que el señor Guillermo le hubiera enviado una correspondencia con fotografías de la boda, pero al recordar como la confundió con la empleada supo que eso no era posible ya que, de conocerla por medio de una fotografía, la hubiera reconocido en la villa.
—Y si no la conoce ¿Cómo fue que se casaron?
—Eso es lo de menos, lo que quiero saber es si puedes conseguirme esa credencial.
—Si, por supuesto que puedo. Puedo eso y mucho más, es que todos los que trabajamos para el señor Lombardo podemos todo, somos algo así como supermán —dijo con una sonrisa.
—Nadie puede saber esto. No puedes usar el poder que te da trabajar para los Lombardo, debes conseguirlo por otro medio ¿Crees que puedas tenerla para mañana?
—Ma-mañana —ante la mirada de Eliane, Luisa asintió—. Mañana mismo la tendrá. ¿Algo más que desee la señora?
—Bueno, me ofreciste una casa, también la quiero…
—¿Para mañana?
—No, esa puede esperar. Ahora ve a realizar la credencial.
—Ahora mismo mi señora.
Luisa se fue contenta porque acababa de conseguir un trabajo, no podía creer que trabajaría para la mera señora de Lombardo, eso se ameritaba una celebración con su abuela.
Alessandro se encontraba en una reunión con los gerentes de los hospitales cuando le llegó el mensaje de Eliane, el cual ignoró porque en sus reuniones no le gustaba distraerse con el celular. Mejor dicho, en su vida no le gustaba distraerse con nada, era un hombre que daba prioridad a su trabajo y estudios, por eso prefería mantener lejos a Eliane, ya que sería una distracción para sus propósitos y metas de alcanzar un nuevo título y hacer crecer la fortuna de su abuelo.
Era un loco amante de la medicina, todo su enfoque estaba centrado en eso, casarse no era prioridad, solo aceptó hacerlo porque su abuelo se lo pidió y porque esa joven salvó a su abuelo, de lo contrario seguiría soltero y así se quedaría ya que su enfoque estaba en encontrar una y miles de formas para salvar la vida de las personas.
Cuando su abuelo le dijo que Eliane se mudaría a Washington pensó en proponerle que podía quedarse en cualquier lugar, menos en su villa, porque no quería distracciones. Su esposa era una distracción, aunque no le gustara porque no la conocía, le sería imposible no distraerse ya que era alguien que querría conocer cosas de él, incluso conocer la ciudad y tiempo para eso no tenía.
Al salir de la reunión Alessandro se entretuvo en otras cosas y no revisó el mensaje. Agarró el celular cuando su abuelo le llamó. Lo primero que pensó al momento que vio el número de su abuelo fue que aquella mocosa le había dicho lo que vio.
—Sabía que estabas ocupado por eso no llamé antes. Estoy ansioso por saber que tal te pareció Eliane.
—Abuelo… ahora no puedo hablar, estoy ocupado…
—¿Te estás preparando la cena para esta noche?
—¿Cena de esta noche?
—Si. Me dijo Eliane que quedaron de cenar para conocerse —Alessandro enarcó una ceja, recordaba haber leído algo de eso en el mensaje—. Para que la cena resulte interesante para Elia, te diré algunas cosas de Eliane que le gustan.
Alessandro escuchaba atentamente lo que su abuelo decía, tal parecía que la conocía muy bien, incluso le pareció interesante todo lo que dijo de ella. Esperaba algún momento tener tiempo para concertar esa cena, pero por el momento prefería que ella se mantuviera al margen de él.
—Ok abuelo, te daré los detalles mañana.
Cerró la llamada y revisó el mensaje que le había llegado. Sonrió al leer lo que su esposa le decía. ¿Qué no la buscara? Eso era algo que él no haría, no por ahora ya que su enfoque estaba en los hospitales de su abuelo, lo que un día heredaría él.
Eliane pasó descansando toda la tarde en el hotel, no se levantó hasta que su asistente le llevó la cena.
—No tienes que hacer esto, yo puedo bajar al restaurant. Solo no bajé porque pensaba no cenar.
—Es malo acostarse sin cenar.
—Ya estoy acostumbrada a hacerlo. Mis padres no me daban de cenar.
—¿En serio? ¿Así de malvados son sus padres?
—No eran malos, solo no tenían como sustentarme. Eran dos ancianos que ya no podían ni trabajar.
—No me diga que usted es una plebeya con suerte que consiguió casarse con un príncipe como el señor Alessandro.
—¿Príncipe? —hizo unas muecas—. No creo parezca un príncipe.
—Como no va a parecer un príncipe, si es tan hermoso, como si lo hubieran tallado los mismos dioses, creo que el papá lo hizo con mucha inspiración. Usted es muy afortunada en ser la esposa del señor Alessandro.
—Ninguna mujer puede considerarse afortunada por ser la esposa de un hombre importante o guapo. Debemos considerarnos afortunadas al alcanzar nuestras metas, ser eso que un día soñamos ser.
Eliane tenía claro lo que quería, ella quería ser la mejor cirujana de la tierra, quería que los hombres empezaran a entender que las mujeres no necesitaban de ellos para sentirse valiosas. Ella les demostraría a todos sus familiares, incluso a su esposo que no se necesitaba belleza para que la gente mirara en su dirección.
Muy de mañana la credencial de Eliane estaba en sus manos. Adoptando un nuevo nombre y apellido se presentaría a Alessandro, él la confundió como su empleada, así que eso sería para él, su empleada.
Eliane de Lombardo llegó a la villa del distinguido neurocirujano; Alessandro Lombardo, adoptando el nombre de Indaura Ríos. En está vez encontró al encargado, quien la tendió y cuestionó —¿En qué puedo ayudarle?
—El señor Lombardo espera por mí. ayer me contrató como su empleada de servicio, solo que tuve que salir.
—El señor Alessandro aun no regresa del hospital, si gusta puede empezar a ordenar antes de que llegue.
—Si, claro, ahora mismo lo haré.
Eliane ingresó a la mansión Lombardo, se instaló en la habitación de servicio, al cambiarse de ropa por el de una empleada salió a ordenar y preparar la comida.
Cuando Alessandro llegó, un olor exquisito invadió sus fosas nasales. Dejó el maletín en la entrada y fue hacia la cocina, al entrar a esta se quedó observando fijamente a la mujer, la cual tenía una fina espalda con una cintura muy pequeña y unas grandes caderas. Al momento que Eliane se giró se encontró con Alessandro quien no apartó la mirada de ella hasta tensarla.