El señor Lombardo es un apasionado del campo, adoraba visitar la naturaleza. Había visitado el pueblo de Eliane, en esa visita una víbora venenosa lo atacó, y como caído del cielo llegó Eliane quien rápidamente le ató la pierna para seguido extraer el veneno evitando que se esparciera por el cuerpo del anciano.
—En compensación por eso, Alessandro se casará con Eliane.
Rosalía se atragantó con su propia risa. Ella estaba segura que el señor Lombardo estaba burlándose de Eliane, pero cuando este la miró con desdén, sobre todo la cuestionó, supo que hablaba en serio.
—¿Por qué te ríes? ¿Crees que puedes burlarte de mí?
—No-no me burlo de usted… me burlo de ella.
—¿Y por qué te ríes de ella? ¿Piensas que es como tú? Debes saber que Eliane Petrucci dejará ese apellido para adoptar el Lombardo y como todo Lombardo le debes pleitesía.
Rosalía iba a refutar, preguntarle al señor Lombardo si estaba bromeando, pero el padre de esta lo impidió sabiendo que ese hombre nunca bromeaba y si su hija seguía faltándole el respeto, podría estar en las siguientes horas de rodillas ante Eliane.
—¿En serio su nieto se casará con mi hija?
Apartando la mirada de esas personas desagradable, el abuelo se dirigió a la madre de Eliane, Mirta de Petrucci.
—Por supuesto que lo hará —sacó su celular y llamó a su nieto.
Este se encontraba en una complicada cirugía, pero como nunca dejaba pasar la llamada de su abuelo decidió abandonar el quirófano y responderle a su abuelo.
—Abuelo ¿En qué puedo ayudarte?
—Alessandro ¿Recuerdas que prometiste casarte con mi salvadora? —una leve sonrisa se dibujó en el hombre del otro lado de la línea.
—Claro que lo recuerdo abuelo.
—El momento ha llegado, estamos en la iglesia.
Ya poniendo un tono serio, Alessandro respondió.
—Ahora estoy en una cirugía, abuelo ¿Crees que podríamos posponerlo para otro día?
—No, es imposible posponerlo, tampoco esperar.
—Tampoco es posible que llegue ya que estoy fuera del país. Lo sabes, te lo dije antes de venir a Grecia…
—No es necesario que des el sí estando presente, simplemente debes decirlo por este medio.
Ambos se quedaron un minuto en silencio. Mirta, la madre de Eliane tenía miedo que el nieto de Lombardo dijera que no, pero cuando una sonrisa se dibujó en el rostro del anciano, ella también sonrió.
—Acepta, Alessandro acepta.
El asombro de los invitados volvió a resonar por cada rincón. No podían creer que en verdad Alessandro Lombardo hubiera aceptado casarse con esa joven.
Muchos murmuraban que lo hacía por la presión de su abuelo y porque no conocía a la novia, esos mismo se reían al pensar en el momento que Alessandro la conociera, seguramente solicitaría el divorcio y la echaría de su vida.
Ante las críticas y suposiciones que se hacían escuchar hasta el altar, Guillermo Lombardo hizo sonar su bastón.
—Todo aquel que no esté de acuerdo puede abandonar la iglesia, y el que quiera ser parte de esta ceremonia guarda silencio hasta que se termine.
Alessandro escuchaba a su abuelo ofuscado, aclarando la garganta solicitó que se calmara, también que le acercara al sacerdote para que escuchara con sus propios oídos el si acepto.
El sacerdote continuó con la ceremonia. A pesar de que Alessandro no podía estar ya que se encontraba fuera del país, bastó con su “si acepto”, para unirlo en matrimonio con Eliane.
Ella sintió algo removerse en su interior cuando escuchó la voz de Alessandro. Su voz era tan hermosa como él. Lo había conocido en una fotografía que el señor Guillermo le mostró, y desde entonces no pudo sacarlo de su mente, ya que era el hombre más guapo que había conocido, aunque no lo conocía físicamente, pero si por medio de un retrato.
Eliane se casó de esa forma con Alessandro Lombardo, no le dio el gusto a la familia política de su madre verla salir de esa iglesia siendo rechazada. Ahora salía adoptando el apellido Lombardo, y todos los que se reían anteriormente tuvieron que rendirle pleitesía.
Saliendo de la iglesia, Guillermo le pidió a Eliane se mudara a su casa, pero esta lo dudó ya que recientemente se había reencontrado con su verdadera madre y quería pasar tiempo con ella. Sin embargo, el señor Lombardo era un anciano que estaba solo ya que su nieto pasaba fuera del país más del tiempo, aunque estaba rodeado de empleados no tenía a nadie que consideraba familia que le hiciera compañía.
—Hija, cuando una mujer se casa, el deber de ella es estar junto a la familia de su esposo. Sé que quieres estar a mi lado por el tiempo perdido, pero puedo visitarte todos los días. Claro, si al señor Lombardo no le molesta.
—Claro que no me molesta —refutó con una sonrisa—. Por mi puedes mudarte si así lo quieres.
Esa idea no le pareció descabellada a Eliana, menos a Mirta, quien luego de escuchar a su esposo ni apoyarla ni hacer nada por defender a Eliane, ya no quería continuar a su lado. Iba a pedirle el divorcio, porque ese hombre no valía la pena ya que, jamás las defendería de la familia política, ni de alguien más.
—Mamá, podría cuidar de ti y del señor Guillermo. Ven a vivir con nosotros.
—Está bien hija, me mudaré con ustedes.
Eliane sonrió, abrazó a su madre y al señor Guillermo, cuando el abrazo culminó, este pidió.
—No me llames señor Guillermo, dime abuelo.
—Está bien abuelo.
Esa tarde Eliane se dirigió a casa de los Lombardo, su madre a la de los Petrucci, solicitó el divorcio a su esposo y se dispuso a abandonar la mansión, sin embargo, no logró salir porque mientras preparaba su maleta y discutía con su esposo el corazón le dolió, cayó desmayada y fue hospitalizada.
Eliane fue informada, pero cuando llegó su madre había entrado en coma y los doctore daban pocas esperanzas.
Elia suplicó, rogó de rodillas al lado de la cama de su madre que abriera los ojos y le diera el tiempo que habían perdido, sin embargo, la mujer había entrado en un sueño profundo.
Al ver que su madre no despertaba prometió estudiar mucha medicina y buscar una cura para su enfermedad, sobre todo sacarla de ese coma y así recuperar el tiempo perdido.
Cuando Eliane se sintió mejor, y para que su padre y la familia de este dejara de estarla molestando con las ventas de las acciones que le pertenecían a su madre, decidió partir del país, conocer a su esposo que estaba muy ocupado fuera del país, y por lo que el señor Guillermo le había dicho, este no pensaba regresar en mucho tiempo.
—Este es el número de tu esposo, y esta la dirección de la nueva villa donde se quedará. Creo que llegaras primero que él. Me gustaría acompañarte, pero no me gusta el clima de esa ciudad. No lo soporto y por esa razón no visito a Alessandro. Además, tengo que cuidar de tu madre mientras tú te preparas.
—Cuide mucho de mi madre, abuelo.
—Y tú cuida de Alessandro, espero puedas convencerlo de que me visite.
—Así lo haré abuelo.
…
Eliane abordó el avión, era su segunda vez volando y no le temía a la altura. Cuando llegó al aeropuerto no vio el grande letrero con su nombre como se lo dijo Guillermo, pensó que el hombre que iba a recogerla se le olvidó o se retrasó.
A ella no le gustaba esperar, por eso tomó un mapa y se guio por este. Aunque no sabía inglés, había estudiado las últimas semanas algunas frases y palabras importantes, lo necesario para una plática con un taxista o alguien a quien le solicitara información.
Agarró un taxista muy amable, quien la llevó directo a la villa que solicitaba. A pesar de ser una campesina era una joven astuta que seguía su sexto sentido. A ella no era fácil engañarla, sabía leer las intensiones de los demás solo con la mirada y la forma de hablarles.
Eliane llegó a la villa, tocó el timbre con insistencia, pero como nadie abrió decidió llamar a Guillermo, al intentarlo descubrió que su línea telefónica no servía, así que decidió meterse por una de las ventanas semiabiertas.
Se quedó anonada con tanta hermosura, de casa. Hizo un recorrido por todo el piso bajo, llegó hasta la alberca que tenía una impresionante vista al mar, y una enorme piscina que caía en cascada de la segunda planta.
Tras dar un recorrido volvió a la sala, se encontraba ahí cuando la puerta se abrió. Al ver que era Alessandro su corazón saltó. Al momento que la mirada de él se posó en ella le sonrío, pero la sonrisa se le borró al ver que detrás de él ingresaba una hermosa mujer, más que todo cuando él dijo.
—Lleva mi maleta a la habitación y prepáranos unas bebidas, estaremos en el despacho.
Eliane se quedó en trance, pues su esposo la confundió con una empleada, y lo más grave, metía a una mujer a casa.