La mañana de navidad

3116 Words
Capítulo 9: La mañana de navidad. Nicol despertó sintiendo como si un tráiler la hubiese atropellado y luego hubiese vuelto a pasar por encima de ella una y otra vez hasta asegurarse que estuviera muerta. La sola luz de la ventana la estaba matando, terminó por cubrirse el rostro con las cobijas para que esta no la molestara. Pero algo no andaba bien. Empezando por que en su departamento no había ninguna ventana además de la del baño. Terminando por que no escucho los típicos ronquidos de su compañera de cuarto, Sandra junto a ella ni el sonido de los autos pitando entre ellos luchando por llegar al trabajo, el silencio en su departamento era tal y la comodidad del colchón bajo ella… Al abrir los ojos con mucha dificultad se encontró con un techo blanco y no con su techo lleno de humedad, a su lado una ventana que abarcaba lado a lado la pared y frente a ella un enorme ropero blanco y dorado limpio y vacío. Se levantó de golpe al comprender que no estaba en su departamento. Un dolor de cabeza espantoso la regresó a la cama tan pronto como se levantó. Intentó recordar qué hacía ahí, como había llegado a ese lugar, pero el potente dolor de cabeza no estaba ayudando. Recordaba el calor, un calor sofocante con el que apenas podía permitirse respirar, el dolor y los mareos, después vino algo más, recordaba la voz de Azael, después su rostro angustiado, al final… Recordaba el contacto con sus labios. Con eso vinieron todos los recuerdos. … Nicol empezó a sentir el mareo poco después de que Dante la había dejado sola, no se sintió capaz de moverse un paso sin derrumbarse, sentía como si estuviese flotando. Entonces escuchó una voz, una voz conocida, el terror se apoderó de ella al temer que Dante intentara hacer algo más pero el hombre frente a ella no era Dante. —Ya que estas vestida para bailar— había dicho, después tomó su mano. La llevó a la pista, la tomó por la cintura, la acercó a su cuerpo, las cosas estaban pasando demasiado rápido para que ella pudiera procesarlas pero no quería alejarse, quería mantener ese contacto para siempre, pero el mareo creció, apenas pudo sostenerse por sí misma, alguien dijo su nombre. Un cuerpo cerca de ella, un cálido aliento contra su oído, todo a su alrededor se veía con un bruma blanca que le dificultaba enfocar nada. Sintió como la levantaban del suelo y luego la bajaban sobre algo suave. —Nicol— dijo de nuevo y vio a Azael frente a ella. Él decía algo pero ella apenas podía entenderlo. Porque todo lo que ella podía registrar eran los labios de él moviéndose, hablándole. El impulso dentro de Nicol era tal que no pudo pensarlo demasiado, su cuerpo se movió contra su razón, ella solo quería que esos labios se movieran contra los de ella, así que lo hizo. Pero los labios se detuvieron, así que ella insistió, los invitó a seguirse moviendo. Y lo hicieron. Poco después los labios comenzaron a moverse, primero lentamente, como una suave caricia pero después se volvieron exigentes, su fuerza era tal que Nicol apenas podía seguirles el paso, en algún momento sintió el colchón contra su espalda pero esos labios jamás se alejaron de ella, no dejaron de exigirle más y más, como si tomaran su fuerza vital cada vez se sentía más débil pero con ello crecía su necesidad y el hormigueo en su cuerpo y entre sus piernas. Unos dedos cálidos acariciaron su garganta, después esos labios succionando su cuello haciéndola suspirar. Entonces todo se detuvo. El frío se apoderó de su cuerpo cuando el gran cuerpo sobre ella se alejó de golpe. Volvió a enfocarlo al abrir los ojos. El rostro de Azael alejándose del de ella. La mandíbula tensa y los ojos angustiados dejaban ver más de lo que nunca había dejó entrever esos ojos impenetrables. Lo vió salir de la habitación dejándola sola. No supo qué pasó después porque la pesadez la invadió por completo y se quedó dormida. … El dolor de cabeza se multiplicó al comprender lo que había hecho. Ella había besado a Azael Walk. Ella había besado a su jefe. Pero, ¿él le había devuelto el beso? No podía ser, eso debía ser solo a causa de la droga de Dante, recuerdos falsos, no podía ser otra cosa. Él mismo le había dejado muy claro que no arriesgaría su imagen por una aventura con su asistente. Pero entonces ¿qué hacía ahí? Logró ponerse de pie lentamente, apenas logró llegar hasta la gran ventana para cerrar las cortinas de golpe. Con menos luz el malestar disminuyó. Ahora que pudo abrir bien los ojos podía ver a detalle el lugar, junto a la amplia cama había un tocador con un vaso de cristal vacío, una caja de pastillas y lo que parecía el paquete que envolvía una jeringa. Nicol no sabía lo que era una resaca, el alcoholismo de su madre le asustó demasiado sobre la bebida para que ella misma no se sintiera con el valor de beber demasiado pero se imaginaba que era muy parecido al horrible malestar que estaba experimentando combinado con recuerdos apenas claros del día anterior. Lo odiaba. No entendía cómo su madre podía vivir de esa manera cada día. Con el entendimiento de lo que había pasado la noche anterior se dio cuenta de que no estaba preparada para enfrentar a su jefe. Tardó en darse cuenta que ya no llevaba el vestido que Ada la hermana de Azael le había puesto y tampoco llevaba el uniforme de mesera que Dante (quien sorprendentemente también era su hermano) le había hecho usar. Llevaba un pijama de pantalón y camisa de una tela suave y delicada color blanco con toques en dorado que era de hecho de su talla. Definitivamente sería extraño que la vieran salir a la calle vestida así pero no iba a quedarse ahí a ver como su jefe la despedía. O peor para encontrarse con Dante. La puerta crujió levemente mientras la abría pero afortunadamente el pasillo al que salió que lo reconocía por estar abarrotado de personas la noche anterior estaba vacío. A diferencia de la habitación que estaba inmaculadamente blanca las paredes del pasillo estaban cubiertas por murales que le recordaban las pinturas de una iglesia antigua. —Hola extraña. Nicol no logró detener el grito que salió cuando alguien apareció tras de sí. Un hombre casi tan alto como Azael pero que lucía ligeramente más joven estaba frente a ella con un aire de diversión y suficiencia que parecía apenas poder contener como si el predicamento de Nicol le pareciera de hecho muy divertido de ver. Poco a poco lo reconoció por estar en la mesa en la que estaba Azael y Dante el día de la fiesta, era el hombre con ese aire de indiferencia que no parecía muy interesado en nadie más que él mismo pero que gozaba de ver como de todas maneras los invitados luchaban por atraer su atención. Tenía el cabello rubio ligeramente desordenado como si acabara de despertar pero pese a eso tenía un aire de atractivo impresionante con una mandíbula afilada y la nariz perfilada que favorecía a su acto de levantar el rostro y mirar por encima a los demás. A diferencia de Azael cuyos ojos grises era una muralla fría que no dejaba entrar a nadie los del hombre frente a ella eran una especie de mar azul agitado en medio de una tormenta. — ¿Te vas a quedar ahí parada? — él preguntó de nuevo y su expresión burlesca creció. — Déjame adivinar si eres la conquista de la noche de Azael, eso explicaría por qué te dejó sola, no te preocupes pequeña, es un mal hábito de él. Dio un paso más cerca y pese a que parecía recién levantado y vestía un pijama muy similar a la de Nicol solo que en color azul oscuro siguió siendo una presencia mucho más imponente que la misma Nicol. Ella no entendía porque todos en ese lugar tenían una autoridad tan imponente con solo… existir. —No, yo no soy… bueno, no estuve de esa forma con el señ… con Azael— intentó decir pero los recuerdos de la noche anterior la contradijeron. —No pareces muy segura— dijo el hombre riendo— mira si quieres un consejo pequeño ¿por qué no solo tomas algo de la cocina y te vas tranquilamente, sin drama? Azael no te buscará de nuevo, créeme. No se suponía que aquello debería afectarle pero lo hizo, un nudo crecía en la boca de su estómago al comprender que eso de hecho era muy probable. El nudo se intensificó al escuchar la voz que se acercaba por el final del largo pasillo. Dante La expresión de terror en su rostro debió ser demasiado evidente por que la expresión de burla del chico cambió a una de sorpresa, la voz y los pasos de Dante eran cada vez más claros mientras discutía con quien fuese que estuviese discutiendo. Fuese lo que fuese se escuchaba molesto. Nicol no sabía si Dante era consciente de su presencia en la casa pero ella no se iba a quedar a averiguarlo. Intentó correr de vuelta a la habitación pero algo la detuvo. — ¿Por qué corres? ¿De quién te ocultas?— dijo una burlesca y perfecta sonrisa creció en su rostro mientras sostenía firmemente el brazo de Nicol. —No me oculto yo…—pero la voz de Dante era cada vez más cercana y su expresión de pánico aumentó. — ¡por favor suéltame tengo que irme! Intentó tirar del brazo pero él no la dejó ir. —Muy bien, vámonos— dijo de pronto caminando con ella aun del brazo hasta el interior de la habitación justo cuando Dante y su acompañante cruzaban hacia ellos. Nicol apenas registró el momento en que el hombre la introdujo en la habitación y cerró la puerta tras ellos. Ninguno hizo un sonido mientras los pasos seguían derecho por el pasillo hasta que no fueron perceptibles más. —Ahora querida, explícame que estoy muy interesado en entender la razón de tu repentina huida. —Yo no huía— dijo esta y se dio cuenta que sonaba como cuando un niño pequeño no quiere admitir que se comió las galletas. —Mira en esta casa hay una… especie de pacto no hablado donde cada quien respeta lo que el otro hace y no se involucra si el otro no se lo permite… a menos que seas mi padre claro, pero desafortunadamente para ti no me interesan esas reglas, ha sido una semana aburrida y tú eres un pequeño espécimen muy interesante así que cuéntame pequeña, ¿por qué te ocultas de mi hermanastro y por qué pareces tan aterrada de él? — dijo mientras se inclinaba apoyándose en sus rodillas para estar a la altura del rostro de ella, si bien él parecía realmente interesado en la situación no parecía en absoluto preocupado por ella solo profundamente divertido con su problema. En un acto de desesperación Nicol intentó rodearlo para salir pero él fue más rápido y se interpuso entre ella y su único medio de escape. —Buen intento pero no lo suficiente— dijo con sonriendo con altivez— no te dejaré ir hasta que contestes. —No es nada, solo no quiero que me vean así—dijo ella mientras miraba sus pies descalzos cubiertos por el final del pantalón. — ¿Te han dicho que no eres muy buena mintiendo, pequeña? Nicol suspiró resignada antes de responder. —Sí, ya lo he escuchado. Él soltó una carcajada como respuesta antes de poner el seguro de la puerta. … — ¿Así que no pasaste la noche con ella? — dijo Dante y por algún motivo Azael notó cierta molestia en su tono mientras caminaba junto a él después de revisar las noticias más amarillistas y sensacionalistas que los medios incógnitos pudieron filtrar de la fiesta de los Walk. —No, no tenía idea—dijo con total confianza a pesar de recordar que justo la tenía oculta en una de las habitaciones de invitados. —Pero los invitados dijeron que te vieron llevándola de la fiesta. —A la gente le encanta inventar rumores, me encargaré de la prensa después. Y por favor no vuelvas a contratar a mi personal de la empresa para un evento familiar, justo eso puede desatar rumores estúpidos. —Lo siento Azael pero solo quería hacerle un favor a la chica, se veía realmente desesperada, considerando la situación de su padre, no me sorprende que necesite dinero extra, después de todo es solo una pasante por el momento y seguro ya ha llegado a sus oídos que no eres muy consistente con el tiempo que duras con una asistente. — dijo Dante mientras a sus oídos lograba escuchar una conversación que se hacía más perceptible conforme avanzaban. Parecía ser la voz de Caín… y Nicol. El mal humor de Dante fue bajando poco a poco mientras ordenaba las piezas en su cabeza. Parecía que Azael estaba mintiéndole después de todo. — ¿Qué pasa con su padre? —dijo Azael deteniéndose. —El pobre está en coma, parece que lleva así año y medio— dijo instando a Azael a seguir caminando, si lograba encontrarse con Nicol al final del pasillo sería definitivamente una situación muy divertida. Azael no dijo nada más pero Dante pudo percibir su preocupación. Interesante. Al llegar al pasillo este estaba vacío pero Dante estaba seguro de lo que había escuchado. Y lo confirmó cuando al pasar frente a una de la habitación de invitados Azael se excusó diciendo que debía ocuparse de algo de la empresa volviendo sobre sus pasos. Definitivamente muy interesante. … El hombre frente a ella no había retrocedido ni un paso en su insistencia por obtener algo de ella, Nicol sabía que si abría la boca de una u otra forma terminaría por decirlo todo. Y Dante sin duda la mataría. Y a su padre. Nicol tragó saliva por undécima vez sin atreverse a decir nada. De todas formas dudaba que ese hombre fuese a ayudarla en algo si le decía lo que Dante le había hecho hacer y a cambio de que. — ¿Qué es lo que Dante hizo contigo? — preguntó de nuevo y con su cercanía Nicol temió que él pudiera ver la verdad a través de sus ojos y arruinarlo todo. El sonido de la perilla ahora trabada intentando ser abierta desvió su atención de ella. —Te salvó la campana querida—le dijo sonriendo y guiñándole un ojo antes de alejarse Nicol respiró profundo cuando él se alejó para abrir. Si bien a diferencia de Azael ese hombre sonreía constantemente esa sonrisa amplia, galante y constante era igual o más aterradora que el silencio distante de Azael. Era una sonrisa que prometía problemas. —Azael, que gusto verte aquí— dijo el hombre con ese tono de diversión y burla que Nicol ya notaba que lo caracterizaba. — ¿Qué haces aquí, Caín? — preguntó la voz de Azael desde el otro lado de la puerta donde Nicol no lograba verlo. —Nada hermano, solo le hacía compañía a tu visita ya que tu hospitalidad siempre deja mucho que desear. — respondió con naturalidad saliendo sin darle una segunda mirada a Nicol. La presencia de Azael en la habitación fue algo para lo que Nicol no se había preparado. A diferencia de su hermano Azael ya usaba una camisa y pantalones de vestir y su imagen era tan limpia e impecable como siempre. —No deberías estar levantada— dijo mirándola de arriba abajo provocando un escalofrío que la recorrió de pies a cabeza. — Vuelve a la cama—ordenó pero Nicol descubrió que sus pies estaban anclados al piso como cada vez que se encontraba en su presencia. —Señor, yo… sobre ayer— tenía que decirlo, le suplicaría perdón si tenía que hacerlo, pero no podía dejar que él la despidiera. —Hablaremos sobre eso después Nicol, ahora vuelve a la cama. — dijo mientras dejaba una pila de ropa doblada en la mesita junto a la puerta. —Es que no lo entiende, ¡yo no quería… — dijo pero fue cortada por la mirada de Azael volviéndose hacia ella. — ¿Tu no querías qué, Nicol? —dijo y notó que él parecía molesto de pronto. —Bueno señor yo, tal vez tomé demasiado, no tenía mucho control de mis acciones, no debía haber actuado así, me arrepiento de lo que hice. Quizá fue su imaginación pero pudo ver a través del muro de concreto que era Azael un dejo de dolor, eso la descolocó por completo, pero tan pronto como lo notó fue tan pronto como el muro de concreto volvió a levantarse mientras él lanzaba la ropa a la cama sin tender. —Cámbiate y vete, no llames mucho la atención— dijo simplemente antes de salir de la habitación. … Sandra respiró hondo para agarrar valor de donde pudiera encontrarlo, al llegar al restaurante se encontró con la última mujer que quería ver en su vida. Una mujer con un vestido rojo elegante y ajustado acompañado por un costoso abrigo n***o le hizo señas para que se acercara a su mesa. El lugar era un bonito y costoso restaurante familiar al aire libre en medio de un jardín hermosamente decorado con motivos navideños que ya empezaban a retirar poco a poco. Sandra era consciente de las miradas de extrañeza que despertaba su atuendo que consistía en un simple pantalón de mezclilla desgastado y una sudadera negra y por supuesto su adorado y llamativo cabello naranja del que se sintió aún más orgullosa al notar la mirada de disgusto que la mujer le envió al verla así. — ¿Qué le hiciste a tu hermoso cabello? —mmm déjame pensar— dijo mientras se sentaba frente a ella— creo que solo me puse a pensar en que sería lo que más te molestaría ver y eso le hice, parece que funcionó, madre. — dijo acentuando la última palabra con molestia. — ¿Por qué querías verme? La mujer se acomodó mejor el abrigo sobre los hombros y se tomó todo el tiempo para beber un sorbo de su taza de café desesperándola intencionalmente antes de responder. —Primero me gustaría saber cómo está tu querida hermanita, Nicol. Me dijeron que ahora vives con ella. Parece que al final lograste encontrarla.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD