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Una esposa para el CEO | Disponible en físico

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Blurb

Desde que Nicol dejó la universidad para pagar la cuota del hospital de su padre ha logrado sobrevivir con trabajos de medio tiempo mal pagados. La suerte le sonríe cuando es contratada para ser la asistente personal de un importante hombre de negocios, el CEO y dueño de su empresa Azael Walk, un hombre que es conocido por tres cosas: ser un experto negociante, un jefe despiadado que siempre despide a sus asistentes después de una semana de trabajo y por no salir dos veces con la misma mujer. La vida de Nicol dará un giro inesperado cuando su contrato vaya más allá de ser solo una simple asistente.

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El jefe
Todos los derechos reservados Este libro esta registrado en el Registro Publico de Derecho de Autor para los efectos del artículo 13, 162 fracción I, 164 fracción I, 168, 169, 209 fracción III y demás relativos de la Ley Federal de Derechos de Autor. Número de Registro: 03-2021-040812141200-01 Queda prohibida la copia total o parcial de esta obra y cualquier copia o distribución no autorizada por el propietario de los derechos: Andrea Zárate. En caso de hacerlo se tomaran medias legales. Capítulo 1: El jefe —Me lo dieron— su afirmación hizo que su compañera de cuarto soltara el trozo de pizza que estaba por llevarse a la boca. — ¿Cómo? — preguntó pero ella seguía absorta en la pantalla frente a sus ojos para poder prestar atención a algo más. Un par de líneas que cambiarían por completo su vida. Solo dejó de estar absorta en el correo cuando Sandra tomó la computadora para ver por ella misma ante su falta de respuesta. Y justo en letras claras al principio del renglón Nicol había sido contratada en el último empleo en que pensó que la contratan después de enviar miles de solicitudes a diferentes empleos los últimos meses. Debido a la reciente pandemia no había podido asistir personalmente a los empleos y quizás era una suerte para ella que no tuviera que asistir personalmente a las entrevistas y así hacer el ridículo como parecía que era su especialidad. Lo siguiente que supo es que ambas estaban gritando como desquiciadas hasta casi tirar el refresco de lata sobre la computadora pero eso no detuvo a Sandra mientras corría hacia la estantería y sacaba su “preciada” reserva de vodka para ponerla frente a ellas. —Tenemos que celebrarlo. — exclamó mientras hacía a un lado los miles de papeles y comida chatarra esparcida sobre la mesa plegable que de alguna manera ambas se la arreglaban para que sirviese como comedor, escritorio y tocador. —Me encantaría pero no puedo— respondió Nicol mientras se aseguraba que la computadora siguiera funcionando. —Oh vamos no empieces con eso, esto es una gran noticia. —Quieren que me presente mañana, 6 am. —Espera… ¿Qué? ¿En domingo? ¿Quieren que te presentes un domingo? Además mañana… —Lo sé pero es una gran oportunidad, no puedo darme el lujo de que me despidan el primer día. Sandra echó su cabello color zanahoria hacia atrás de los hombros con un gesto de fastidio mientras se dedicaba a guardar cuidadosamente su preciado vodka de vuelta al único estante de la casa. Las pecas en su nariz se fruncieron graciosamente mientras refunfuñaba por lo injustos que estaban siendo en su trabajo su primer día. Pero Nicol habría estado dispuesta a recoger estiércol si eso le aseguraba que podría mantener la cuota del hospital de su padre que ya había hecho numerosas llamadas amenazando con desconectarlo si no se pagaba la cuota mensual, y Nicol tenía más de tres meses de atraso. —De acuerdo pero me dejaras arreglarte para tu primer día sin quejas. Nicol sabía que eso podría no terminar del todo bien pero de igual manera asintió como respuesta, después de todo no tenía ni idea de cómo debería verse para ser una asistente personal, probablemente cómoda pero no tanto como para verse sucia si es que debía cumplir y supervisar todas las tareas de su jefe. Ella sabía que la compañía Tecnología Zyro era una de las más importante e influyentes del país, cuando hizo su solicitud realmente no esperaba que siquiera la tomaran enserio, con una carrera trunca y cero experiencia tal vez ni ella misma se contrataría. Pero estaba hecho, el empleo era suyo y no dejaría que nadie le quitara eso. Todo estaba empezando a mejorar. Nicol fue a la cama antes que Sandra, que si bien le decían cama era solo una especie de colchón inflable que ambas compartían. Nicol conoció a Sandra unos días antes de dejar la universidad, ella estaba buscando una compañera de cuarto para poder rentar y salir de casa, si Nicol intentaba hablar con ella respecto a su familia Sandra siempre encontraba la forma de cambiar de tema así que terminó por desistir. Nicol por otro lado no había tenido muchas más opciones después de que su arrendatario la sacó del departamento que rentaba con su padre. Y aunque Sandra parecía algo extraña el día que la conoció terminó convirtiéndose en una gran amiga. Despertó más hinchada y ojerosa de lo que le hubiera gustado pero el día era prometedor y nada la haría cambiar de opinión. Como Sandra prometió le ató su oscuro cabello en un chongo elegante pero suelto en el frente, detalle que Sandra aseguró era necesario si no quería verse tan “remilgada”. Después la maquilló apenas para que no se viese mas pálida de lo que ya era gracias a las suplicas de Nicol de que no pusiera demasiado, Sandra insistió como cada vez que la dejaba maquillarla que estaba desperdiciando su pequeña nariz al no hacerse un percing en ella señalando la esquina derecha de ella. Finalmente fue la ropa, no era una sorpresa que no tuviese nada realmente bueno que usar, así que terminó tomando ropa prestada de su compañera que era considerablemente mas alta y curvilínea que ella lo que terminó en muchos costuras por arreglar en que literalmente tuvieron que engrapar un costado de la falda de tubo para que esta no cayera al suelo y fajar concienzudamente la única camisa de vestir que Sandra tenía con un bordado del taco loco en el pecho derecho que afortunadamente no era más grande que una moneda. Al final el resultado no era tan trágico. —Perfecto, casi te vez como una secretaria. —Asistente. — corrigió Nicol aguantando una risa debido a su aspecto. “Supongo que no puede ser peor” pensó para sí. —Asistente, secretaria lo que sea, es lo mismo, para ambas estas lista. Sandra casi le recordó a una madre que le da la bendición a su hija antes de ir a la guerra. La dejó ir solo después de recordarle todo lo que debía llevar y de que le exigiera que le llamara en cuanto llegara. Sandra podía ser un poco excéntrica pero jamás se había portado mal con Nicol ni le había dado una razón para no querer vivir con ella. Dudaba que hubiese sido su culpa si se vio obligada a irse de casa. Por única vez se atrevió a gastar un poco más y tomó un taxi para no llegar oliendo al contacto humano del metro y autobús. El taxi se detuvo frente a un imponente edificio que lucía sobrio y elegante, las letras Tecnología Zyro justo al centro, el interior era muy similar con diseños minimalistas y simples, las personas en recepción parecían demasiado ocupadas para prestarle atención, no fue hasta que estuvo frente a la recepcionista que esta la notó. —Estoy buscando al señor Azael Walk— habló mientras revisaba el nombre en el correo de su teléfono y lo pronunciaba con dificultad no solo por el extraño nombre si no porque la pantalla de su teléfono estaba estrellada al grado que le sorprendía que siguiese funcionando. Decir que la chica de coletas perfectamente peinada, traje azul marino con cubre bocas a juego (que casi les recordaba a las azafatas) se sorprendió sería quedarse muy corta. —No se puede ver al señor Walk sin una cita previa— y eso fue todo, después de aclarar eso no le prestó más atención delegándola completamente. Nicol tardó unos segundos en saber cómo proceder, se sintió incómoda parada ahí en frente mientras la mujer comenzaba a tomar llamadas ignorándola por completo. — ¿Nicol Johnson? — Exclamó una voz masculina, un hombre de traje oscuro y una barba castaña que era perceptible a través del cubre bocas apareció tras la recepcionista— ven conmigo. La recepcionista dejó el teléfono en el momento que lo escuchó y miró a Nicol de una forma que la hizo sentir una especie de hormiga que esa mujer quería pisotear sin parar. Probablemente no iban a ser buenas amigas. Nicol alcanzó al hombre que ya había empezado a andar sin ella, lo alcanzó justo antes de que cerrar el elevador en el que había entrado. —Usted debe ser… —Estarás trabajando con el señor Walk en el último piso así que te recomiendo tomar el elevador, no es bueno que te veas— la miró apenas por el rabillo del ojo antes de terminar— desalineada. Nicol intentó acomodar disimuladamente las arrugas invisibles del uniforme mientras un silencio incomodo se instalaba entre ellos. Cuando el elevador se abrió un pasillo enorme rodeado de enormes ventanales apareció ante ellos, todo estaba cuidadosamente decorado con un olor a seminuevo y reinaba un silencio total a diferencia de la recepción Al final de la oficina se encontraban un par de puertas de cristal oscurecido. — ¿Dime Nicol tienes novio?— habló el hombre mientras la guiaba por el pasillo tomándola con la guardia baja — ¿Cómo? —Lo que pasa es que las que entran a trabajar con el señor Walk con novio terminan sin novio porque nunca lo ven. Nicol entendió que era probablemente una pregunta sobre el trabajo lo que le permitió relajarse. —No, no se preocupe, no tengo novio, no será un problema. — ¿Y la frustración como la manejas? Las preguntas a Nicol comenzaron a parecerle un poco extrañas, pero probablemente solo querían ponerla a prueba así que trató de sonar lo más confiada posible. —Bien, tengo experiencia con manejar diferentes tareas en mis anteriores empleos así que… bien— dijo tratando de que la voz no se le ahogara de los nervios. El hombre asintió deteniéndose frente a las enormes puertas, en el interior se encontraba una oficina más al fondo con las mismas paredes de cristal y justo al frente un amplio escritorio en media luna. Frente estaba la oficina. Todo estaba excesivamente iluminado lo que lo hacía más evidente considerando que todo aquello que no era cristal era blanco como el yeso. —Este es su escritorio, la oficina del señor Walk es la que está al fondo, tiene dos teléfonos en el escritorio uno es exclusivo para el señor Walk el otro es para llamadas dirigidas a él, tendrás media hora para comer y un día de descanso a la semana en viernes, pero tendrás que asistir si el señor Walk te necesita. ¿Alguna pregunta? —Sobre el seguro médico…— Nicol no quería parecer desesperada respecto al tema porque muchas otras empresas le habían negado el trabajo en cuanto sabían la situación de su padre. —Ya está tramitado solo debe llenar la información en la página de la empresa. La sala de empleados está en el octavo piso y el comedor en el segundo, si llegas tarde un día y faltas fuera de tu día de descanso te agradecería que no te molestaras en regresar a trabajar. Nicol asintió tragando saliva de nuevo. —La anterior asistente te entrenara los primeros días para que no haya ningún error Nicol asintió de nuevo y sintió un extraño nudo formándose en la boca del estómago. El hombre se marchó poco después dejándola sola Poco después de que el hombre se fuera una chica llegó corriendo por el pasillo, llevaba el cabello rubio con un peinado similar a la chica de la recepción y las ojeras más marcadas que Nicol había visto. La escaneó un momento con la mirada antes de dejar su bolso de marca sobre el escritorio. Parecía no ser lo suficientemente mayor como para ser su madre. Lleva un traje sastre café perfectamente arreglado y unos lentes de marco n***o delgado que le daban un aire realmente profesional. Nicol intentó no mirar su propia camisa con el logo de taco loco en el pecho. —Debes ser la nueva asistente— afirmó más para sí misma. —Sí, mi nombre es… —No importa—interrumpió— ayúdame a guardar esto, tenemos que estar listas antes de que… Unos pasos firmes se escucharon al fondo del pasillo con el sonido de la llegada del elevador, entonces la actitud de la chica tan confiada hace unos momentos cambió por completo, de la nada comenzó a temblar y a hacerse chiquita, sus manos se volvieron torpes y por poco dejó caer la taza de café que llevaba en la mano. La puerta se abrió y ambas se quedaron estáticas, primero apareció el hombre que la guió hasta aquí y tras él un hombre que probablemente rondaría los treinta años, con un rostro afilado y facciones duras y elegantes que aún eran notables bajo el cubre bocas que parecía mucho más costoso que el que ella había comprado en la farmacia por tres pesos y era imponentemente alto. Su presencia la dejó helada por un momento, parecía que estaba en una llamada porque apenas le prestó atención a ella y a la temblorosa chica frente a Nicol. —Ella es su nueva asistente, la señorita Johnson. El hombre detuvo su llama para volver su atención hacia ella y sus fríos ojos grises casi la atravesaron.

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