La mentira

2621 Words
Capítulo 10: La mentira La ropa que Azael le llevó era simplemente un pantalón deportivo, unos tenis y una sudadera gris. No le tomó mucho darse cuenta de que la ropa era nueva mientras veía las etiquetas colgando de ella. Ahora que la sorpresa inicial de la situación había pasado, el dolor de cabeza volvió también. Tuvo que detenerse varias veces mientras se cambiaba para tomar un respiro cuando el mareo se volvía demasiado. Al salir de la habitación ya no sabía si le aterraba más encontrar a Dante, a Azael o al recién descubierto hermano que parecía realmente decidido a descubrir lo que pasaba, sin embargo Nicol descubrió un nuevo problema al notar que de hecho no sabía cómo salir de aquel lugar. Intentó volver por la cocina pero ahora el lugar estaba cerrado por fuera. El salón donde se había llevado acabo la fiesta el día anterior era aún más gigantesco sin personas que lo llenaran y sin mesas distribuidas alrededor. — ¿Nicol? — la llamó una mujer y Ada caminó hacia ella envuelta en un elegante vestido gris Oxford que parecía haber sido hecho para ella y unas botas de invierno a juego. Nicol admiraba la seguridad y la presencia imponente con la que esa mujer se movía, cada paso haciendo un eco sordo al avanzar. — ¿Ya te vas Nicol? — preguntó deteniéndose frente a ella. —Sí, debo irme, mi compañera debe estar preocupada. —Si bien era una excusa Nicol se dio cuenta de que eso de hecho podría ser verdad. —De acuerdo, vamos— dijo y sacó de su espalda un enorme paquete de llaves. Nicol la vió caminar hacia la puerta de la cocina y abrir. — ¿Cómo? — preguntó alcanzándola. —Te llevaré a tu casa, después de ayer no estás en condiciones de salir sola. Y como si fuese algo que Ada ya tenía planeado una enorme camioneta negra las esperaba afuera. En cuanto Ada y ella cruzaron la puerta al exterior un hombre abrió la puerta del pasajero y caminó hacia ellas. Era un hombre atractivo, si bien no era el mismo tipo de atractivo en el que podías clasificar a Azael o Dante, era un atractivo menos pulcro y más intimidante. Tenía un gran tatuaje de lo que parecía la cola de un dragón que era perceptible a través de su camisa blanca en su brazo derecho, llevaba la camisa de vestir arremangada hasta los codos y los botones de la camisa de vestir abiertos en el pecho. Se veía realmente incomodo usando la gorra de chofer como si está de alguna forma lo humillara y tenía una cicatriz que se marcaba blanca sobre su piel bronceada desde el final de la oreja hasta el cuello, incluso su cuello parecía fibroso y trabajado sin embargo no era el tipo de musculoso torpe levanta pesas, parecía el tipo de musculoso del que se hace en las calles a punta de golpes con una mandíbula definida y unos ojos demandantes. Y definitivamente no tenía ese aire servicial que se esperaría de un chofer mientras se recargaba en la gran camioneta con los brazos cruzados para esperarlas. Sin embargo, algo realmente curioso que notó Nicol fue la forma en que ese hombre miraba a la mujer junto a ella. Al mirar de reojo a Ada se dio cuenta de que ella lo miraba de la misma manera. Con la misma intensidad. Sin embargo ninguno dijo una palabra cuando el hombre se acercó para abrirles la puerta de auto, Nicol subió primero y pudo ver desde el interior que al inclinarse Ada para subirse con una maestría impresionante para no mostrar nada con ese vestido el hombre se acercó a ella y le susurró algo al oído, desde lejos podría parecer simplemente un gesto para inclinare y cerrar la puerta pero el sonrojo momentáneo en el rostro de Ada le confirmó a Nicol que no era solo eso. El hombre tenía un brillo de diversión en los ojos cuando se alejó para ir a la puerta del conductor, poco después la camioneta se puso en marcha después de que Nicol le indicó el camino. — ¿Nicol recuerdas que sucedió ayer? —dijo Ada pareciendo totalmente recuperada del pequeño momento. Nicol asintió con la cabeza para luego negar con la cabeza para luego volver a asentir resignada. Ada rio en respuesta a su vergüenza. — ¿Pasó algo que no te gustaría recordar Nicol? Nicol se tuvo que obligar a mirar por la ventana al darse cuenta de que no podía mirar a la cara a la mujer sin delatarse. —No, solo…— en realidad lo hacía, recordaba perfectamente cuál era la sensación de los labios de Azael contra los de ella, contra su cuello y… ¿Y desde cuanto se dirigía hacia él cómo Azael? Dios realmente estaba en problemas. — ¿Solo? — preguntó Ada al ver que de pronto ella parecía perdida en sus recuerdos— Dime Nicol ¿Recuerdas que te hizo enfermar ayer, que bebidas tomaste, quizá alguien te hizo beber algo? — a diferencia del hombre que la aprisionó en la habitación haciéndole preguntas respecto a su huida de Dante, Ada no parecía sospechar de nada y parecía honestamente preocupada. —En realidad no lo sé, bebí algo de la barra y poco después empecé a sentirme mal, realmente no soy buena con el alcohol así que eso también podía ser— dijo Nicol sin lograr mirarla a la cara, sentía que si la miraba vería la mentira en sus ojos. Ada asintió, si le creía o no, no lo demostró. Poco después el auto se detuvo frente a su edificio. —Creo que esta es tu casa—dijo Ada mientras el hombre se bajaba para abrir la puerta para ellas. Mientras Nicol bajaba de nuevo notó ese cambio de miradas entre ellos, apenas una fracción de segundo, apenas imperceptible pero había una tensión impresionante, como si por ese pequeño segundo solo ellos dos existieran. —Gracias—dijo Nicol mientras corría hacia su puerta con todo lo que había ocurrido cayendo cada vez más sobre ella. Cuando Nicol estaba por llegar a la puerta unos pasos fuertes resonaron tras ella y el chofer de Aba la alcanzó en la puerta. —Te envía esto— dijo el hombre con una voz baja y profunda extendiendo un pequeño trozo de papel con un número telefónico— dice que lo uses si lo necesitas. — después de eso volvió rápidamente al auto. Nicol se quedó mirando el papel un momento antes de guardarlo apresuradamente en el bolsillo de sus vaqueros. Su edificio estaba tan sucio y húmedo como siempre, saludó al portero que aun roncaba contra su silla reclinable frente a un pequeño televisor que de momento solo mostraba estática. Al entrar a su departamento fue recibida por un enorme abrazo de oso que se prolongó unos buenos minutos. —Sandra—dijo Nicol sin aliento hasta que finalmente la soltó. — ¿Dónde habías estado niña? — exclamó mientras le pasaba las manos por la cara y los brazos buscando alguna especie de herida invisible. Nicol sonrió —Estoy bien, te dije que estaría en el trabajo hasta muy tarde, me… quede​ dormida en mi escritorio. — ¿Y esa ropa?— dijo dando un paso hacia atrás para verla mejor. —Bueno… —No me lo digas—dijo cambiando su expresión a una de picardía— ¿tu jefe? La falta de respuesta de Nicol fue suficiente para que Sandra se echara a reír a costa de ella. —Tienes muchas cosa que contarme—dijo emocionada mientras el microondas sonaba interrumpiéndolas. — Oh y justo las palomitas están listas— dijo y salió corriendo hacia la cocina, aunque no hacía falta dar más de cinco pasos para llegar a ella. — ¿Y dime como se llamaba ese caliente jefe tuyo? — preguntó mientras abría torpemente las palomitas que le lanzaron el calor a la cara haciéndola alejarlas de su rostro. —Azael… — Nicol se detuvo al darse cuenta que de nuevo lo llamaba por su nombre como si fuesen cercanos. — El señor Walk—se corrigió mientras se cambiaba la sudadera por una blusa propia. Se giró hacia Sandra por su falta de respuesta notando que esta se había quedado completamente estática frente al microondas. — ¿Sandra? — preguntó Nicol acercándose. —Vaya, mira la hora, ¿no irás a trabajar hoy? —preguntó de pronto sorprendiéndola. —No, solo iré por unos contratos del señor Walk, pero pensé que querías saber…— empezó a decir pero Sandra la interrumpió de nuevo. —Porque yo si debo ir al restaurante linda lo siento— dijo con las palomitas completamente olvidadas en la mesita. —Pero es veinticinco…— intentó decir Nicol pero Sandra ya había tomado su mochila y se dirigía a la puerta, de pronto se detuvo a un paso de salir. — Cuídate mientras no estoy ¿de acuerdo? — dijo y su semblante realmente la preocupó. Ella asintió con la cabeza sin comprender la actitud de Sandra en ese momento. Nicol terminó comiéndose las palomitas que Sandra dejó sobre la única mesita en el departamento. Por la televisión aún prendida y las botanas, Sandra no parecía alguien que fuese a salir pronto. Nicol debía estar en la oficina a las cinco de la tarde, tenía la esperanza de que Sandra apareciera antes pero no lo hizo, ni una llamada, ni un aviso, nada. Se dio cuenta de que cada vez que Sandra salía era como si se evaporara, simplemente no había forma de localizarla hasta que volvía. … Debido a las fiestas la oficina estaba prácticamente vacía a excepción del guardia de la puerta y la recepcionista por lo que la recepción estaba prácticamente desierta. Si bien la recepcionista apenas la miró al entrar conforme se acercaba al elevador sintió como la mirada de esa mujer se le enterraba en la espalda, Nicol pensó en girarse para encararla pero al final no creyó que fuese a lograr nada con ello. El silencio que reinaba en el último piso era el mismo de siempre. Sin embargo al llegar a su escritorio casi deseó volver sobre sus pasos y echar a correr en dirección contraria al ver a Azael frente a su escritorio. Si bien Nicol estaba segura de que él ya la había notado, Azael siguió leyendo los papeles que tenía delante. De pronto con un ruido sordo los dejó sobre su escritorio —Envía esto a los inversionistas de Estambul y puedes irte— dijo y se echó a andar a su oficina sin mirarla. A Nicol le sorprendió la decepción que le llenó al comprender que él la había tratado como los primeros días que ella había llegado a trabajar. Su actitud distante y su trato impersonal era algo que le caló más que un despido, y ella no entendía por qué, pero aún peor no entendía por que había esperado algo diferente, ella solo era una simple asistente, Azael ya había hecho mucho por ella sin ninguna obligación de hacerlo, lo mejor que podía hacer ahora era cerrar la boca y hacer su trabajo. Azael la llamó poco después a su oficina. Nicol llevaba suplicando desde el día anterior por un milagro que impidiera que el la despidiera, hasta ahora él no había mencionado nada al respecto pero si lo que David había dicho era cierto, si era verdad que Azael despedía a cualquier asistente que decidiera confundir lo personal con lo laboral o que siquiera sospechara que ella quería cruzar esa línea ¿qué es lo que haría con Nicol que literalmente le había saltado encima y lo había besado? Ella había estado presa de la extraña droga que Dante le había hecho tomar pero esa era una excusa que jamás podría darle a Azael si no quería que Dante se metiera con su padre. Al final no tenía manera de defenderse si Azael decidía echarla. La oficina seguía siendo ese lugar frío e imponente al igual que él. — ¿Enviaste los contratos? — preguntó él y su voz resonó en el lugar. —Sí señor— respondió Nicol. De reojo lo vio levantarse de la silla y caminar hacia ella, si bien no sabía qué esperar de esa reunión el que Azael se plantara frente a ella y le levantara el rostro con algo de brusquedad no era lo que esperaba. —Pensé que te dije que me miraras a los ojos. Nicol estaba segura de que Azael podía escuchar el movimiento de su garganta tragando saliva mientras la tomaba con fuerza por la barbilla. Su rostro debía ser de terror puro sin comprender el porqué de las acciones de Azael, pero sin duda él se veía furioso. Ella se había tomado demasiadas libertades y se había atrevido a besarlo ¡claro que estaba furioso! Nicol solo pudo quedarse ahí plantada mientras él la miraba sin soltarla. —Señor… lo siento, lo que pasó anoche, le juro que yo no estaba pensando claramente yo… El rostro de él pareció tensarse aún más si era posible conforme ella hablaba así que decidió callarse. Finalmente el la soltó y dio un paso hacia atrás, Nicol no se atrevió a bajar la mirada de nuevo. —Si vas a disculparte hazlo entonces—dijo simplemente, el muro frente a él más grueso que nunca. —Lo siento— dijo ella— sé que mis acciones no estuvieron bien y me arrepiento. Azael se quedó en silencio. —Dime Nicol ¿temes que tus acciones del día de ayer sean tomadas como un medio para obtener beneficios laborales? ¿Qué lo que hiciste fue solo una forma de escalar en el trabajo sin hacer nada por ti misma? A Nicol se le secó la garganta. —Contéstame Nicol —No señor, mi acciones solo fueron producto de una mala bebida, no se repetirá. — respondió ella y le sorprendió lo segura que sonaba su voz mientras lo miraba directamente a los ojos. —Debido a lo que pasó ayer señorita Johnson yo podría despedirla sin ningún problema ¿lo sabe? — dijo él y Nicol se dió cuenta que lo que tanto temía estaba sucediendo. —podría incluso levantar un reporte y anular tus posibles contrataciones en otras empresas ¿también sabía eso, señorita Johnson? Conforme Azael hacía estas afirmaciones sin darle tiempo a Nicol de responderlas daba un paso más cerca de ella, inconscientemente Nicol daba uno atrás, sorpresivamente Azael Walk la tomó del brazo impidiéndole alejarse más. — ¿Lo sabe señorita Johnson? —preguntó de nuevo. —Sí señor— logró decir Nicol pesé a su cercanía. —Dije que me miraras Nicol— dijo sin soltar su brazo. Nicol se obligó a levantar la cabeza y a mirarlo a los ojos, le sorprendió descubrir que los gruesos muros que siempre lo separaban del mundo exterior parecían tener una grieta, Nicol pudo ver a través de esos ojos grises algo más. Algo extraño. Algo muy parecido al deseo. —Señor... —Pero hay algo que tal vez no sepa señorita Johnson— dijo y se inclinó levemente para que solo ella pudiera escucharlo. — ¿no vas a preguntar qué es? Nicol intento alejarse para poner distancia pero él no la soltó. — ¿Qué cosa? — logró decir apenas encontrando su voz. —Anoche cuando decidió besarme sorpresivamente señorita Johnson— Nicol se encogió ante el hecho de que él lo mencionara tan abiertamente— yo también participé. Lo siguiente que Nicol registró fue la sensación de los labios de Azael sobre los de ella.
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