La tentación

2487 Words
Capítulo 11: La tentación. —Lo sabías—dijo Sandra a su madre y no fue una pregunta La mujer le sonrió en una sonrisa perfecta y costosa producto de alguien que puede pagar exagerados procedimientos odontológicos. —Claro que lo sabía, fue mi idea en realidad—dijo y el orgullo que mostraba mientras lo decía le dio un fuerte dolor de estómago a Sandra. — te pregunto entonces ¿Qué piensas hacer al respecto, Sandra? ¿Irás a decírselo ahora? — ¿Y qué si lo hago?— preguntó sin importarle si las personas alrededor del restaurante se interesaban por su conversación. La mujer sonrió con suficiencia. —Bueno si lo haces tal vez yo le haga una visita a mi vegetal esposo. Nicol apenas pudo procesar lo que estaba sucediendo, la mano que Azael tenía en su antebrazo para mantenerla quieta fue recorriéndola hasta llegar a su espalda y con una lentitud asfixiante fue bajando por su columna hasta su espalda baja, entonces tiró de ella obligándola a arquear la espalda para él. Los labios de Azael Walk nunca la dejaron, Nicol apenas podía seguirle el ritmo pero eso no lo detuvo, cada centímetro de su piel hormigueaba con vida propia. El cuerpo de Azael era tan grande en comparación al de ella, la envolvía por completo. Lo único que pudo hacer con sus manos mientras él la recorría fue apretar su camisa con aroma a recién lavada. Pero él pronto ya no estuvo satisfecho solo con tomar sus labios, los besos fueron descendiendo por su barbilla y después por su cuello, en algún punto se encontró apoyada contra el amplio escritorio de madera negra, cuando él succionó una parte especial de su cuello un gemido involuntario escapó de sus labios, eso pareció encender aún más el deseo de Azael que con un rápido movimiento tiró las cosas del escritorio tras ella y tomándola de la cintura la sentó sobre este. La sensación de los labios de Azael contra su piel sensible era suficiente para borrar de su mente cualquier pensamiento coherente que pudiera llegar a tener, lo único que ella podía hacer mientras sentía como él la devoraba era apretar más y más su agarre en su camisa. Entonces todo se detuvo dejando una fría sensación en su cuerpo, al abrir los ojos se encontró con la penetrante mirada de Azael Walk que la consumió por completo, pero pese a que él la miraba fijamente su atención parecía en otro lugar. Cuando Nicol escuchó lo pasos provenientes de pasillo supo porque. A través del cristal pudo ver a Erika, la antigua asistente llegar cargada de bolsos como siempre y dejarlos frente al escritorio, poco después comenzó a sacar cosas del locker debajo de este. Entonces algo que Nicol no esperaba ocurrió y la sensación de los labios de Azael contra su piel volvió poco después. ¿Él no iba a detenerse? —Espera, Azae…— intentó decir Nicol pero la sensación de la mano tibia de él contra su rodilla desnuda le cortó la voz. En especial cuando esa mano subió unos centímetros. Nicol tuvo que morderse los labios para no soltar ningún sonido que llamara la atención. Ella era consciente de que ellos podían ver perfectamente a Erika pero gracias al vidrio espejo ella no podía verlos, sin embargo eso no la tranquilizó. Cuando la amplia mano de Azael subió un poco más por el camino de su pierna enroscando el borde de su falda Nicol tuvo que tomar su mano para detener el camino que esta seguía. —Espere, por favor— logró decir y Azael se detuvo pero no se alejó. El rostro de Azael se alejó de su cuello para acercarse a su rostro pero no volvió a besarla. Le sorprendió la sensación de decepción que se despertó en su interior cuando él solo se quedó quieto a un par de milímetros de besarla pero sin hacerlo. — ¿Qué hiciste conmigo, Nicol? — preguntó y parecía una pregunta honesta. Pero ella no tenía una respuesta para ello y él no parecía esperar una respuesta de todas maneras. De pronto el teléfono fijo de la oficina comenzó a sonar. Nicol temió que fuese Erika pero al mirar tras el amplio cristal descubrió que ella se había ido. Azael se inclinó sobre ella para tomar el teléfono. — ¿Si? — dijo simplemente con clara molestia. Azael se quedó en silencio unos segundos y después cortó. —Tengo que irme—dijo y Nicol se encontró mirando el borde de su falda desaliñada sintiendo como la vergüenza comenzaba a crecer en ella conforme el calor inicial había pasado. De pronto una mano grande y larga la tomó del rostro y lo levantó. —No bajes la mirada— dijo y su voz fue sentenciante— ni ante mí ni ante nadie. Con esas últimas palabras flotando en el aire Azael salió de la oficina. Nicol no logró reunir la suficiente estabilidad en sus piernas para bajarse del escritorio. Azael no sabía exactamente qué era lo que se había apoderado de él. Siempre fue un hombre calculador y visceral, la razón y la lógica siempre movieron sus ideales y pensamientos, su frialdad para evaluar los problemas lo había llevado a donde estaba, fue su excelente manera de mantener sus emociones a raya lo que convirtió a Tecnología Zyro en una de las más poderosa empresas del país. Y jamás permitió que su vida privada y sus relaciones se entrometieran en sus objetivos. Y entonces llegó esa mujer, negándose a mirarlo con esos enormes ojos pero demostrando ser mucho más capas de lo que aparenta. Por algún motivo no podía actuar correctamente con ella cerca, no podía detener ni limitar sus impulsos, solo quería tomarla, marcarla y hacerla suya. La forma en la que ella no se resistía a sus avances tampoco estaba ayudando. La llamada sin embargo eclipsó su atención por un momento. Era muy raro que su padre acudiera en persona a la empresa, primeramente porque en cuanto Azael había cumplido la mayoría de edad lo había dejado solo con todo el trabajo y en segunda porque su pánico a los virus y bacterias combinado con la reciente pandemia lo mantenía alejado de cualquier grupo grande de personas. Excepto claro, cuando se trataba de negocios y beneficios propios, entonces crearía la fiesta más grande jamás vista. Su encuentro fue en la sala de juntas ahora vacía, su padre esperaba junto a su esposa en una de las primeras bancas. — ¿Pediste verme, padre? — Azael logró controlar su malestar ante su inoportuna visita. —Tenemos un problema con Caín— dijo yendo directo al grano. Refiriéndose a su medio hermano no como su hermano ni como su hijo, simplemente como Caín. Azael y todos en la familia eran perfectamente conscientes del desprecio que su padre sentía hacia él. Después de todo él no era su hijo. Solo era hijo de la madre de Azael. — ¿Qué ocurrió? —La prensa está corriendo rumores de que él y una de sus estudiantes de la universidad están en una relación, afortunadamente la chica es mayor de edad sin embargo el rumor está afectando el prestigio de la universidad y están dispuestos a despedir a tu hermano para mantenerlo. — ¿Y qué esperas que yo haga? —preguntó Azael notando la insistente mirada de su madrastra de pie junto a su padre a quien Azael no se tomó la molestia de notar. Su padre pareció molestarse con la pregunta. —No voy a permitir que Caín vuelva a afectar la imagen de la familia, bastante la ha manchado naciendo de esa relación vomitiva entre tu madre y ese hombre con el que se acostó como para que venga a hacernos esto. Azael apretó los puños luchando por controlarse ante la mención despectiva de su padre por su madre. Él se la había arrebatado y aún así tenía el descaro de quejarse de ella. Azael jamás se lo perdonaría. Ajeno a la tormenta dentro de Azael su padre siguió hablando. —Quiero que te encargues de que quien sea expulsado de esa universidad sea la chica y no él, habla con los medios y encárgate de que toda la culpa caiga sobre ella, haz lo que tengas que hacer Azael. Su padre lo estaba haciendo de nuevo, tomar un chivo expiatorio y destruir una vida sin apenas pestañear con tal de lograr sus objetivos. —Me encargaré— fue su única respuesta pero pareció suficiente para su padre que con ayuda de su mujer se puso de pie para andar fuera de la sala de juntas. —Desaste de ese bastardo— logró escuchar lo que le dijo su madrastra al pasar junto a él rumbo a la salida y Azael tuvo que tomar todo lo que le quedaba de autocontrol para no obligarla a arrepentirse por creer que tenía algún derecho para darle órdenes a él. … — ¿Entonces el hijo de ese hombre sabe lo que estás haciendo, sabe sobre este matrimonio? La madre de Sandra pareció molesta por su ola de preguntas pero igualmente se dignó a responder. —Honestamente no lo sé querida hija, esa es una tarea que he dejado para alguien más sin embargo no has respondido mi pregunta, dime ¿Piensas cooperar o no, querida? No tengo todo el día. La gente en el restaurante poco a poco se comenzó a dispersar sin embargo ninguna de las dos se movió, ninguna de las dos cedió. —No soy uno de tus títeres, Mariza. — respondió a su madre cortante. —No tal vez tu no, pero tú querida hermanita si, ¿no es así? ¿La dejarás manejar todo sola? ¿No hiciste todo este desastre porque quería encontrarla, protegerla de mí? Bueno, es tu oportunidad de hacerlo. Sandra quiso darse de topes con la mesa por haber caído en su estúpido juego. —Nicol también es tu hija, ¿por qué le haces esto? — preguntó Sandra, sin embargo después de conocer a su madre por veintiún años sabía perfectamente la respuesta. —Sabes perfectamente porque lo hago, además le estoy haciendo un favor a esa niña— respondió y Sandra resistió el impulso de corregirla cuando la llamó “esa niña”, tan impersonal, tan falto de cariño. — Es una excelente familia, estará bien. —Sabes perfectamente que eso no es cierto— la cortó Sandra apretando los bordes del mantel para controlarse. — tu sabes muy bien lo que le ha pasado a las mujeres de esa familia, incluso la única hija de ese hombre está atrapada en un matrimonio de maltrato y su padre le prohíbe salir de él. ¿Qué es lo que pasará con Nicol entonces cuando simplemente se las vendas, cuando todo termine y ellos ya no la necesiten? Cuándo tú ya no la necesites ¿Qué harás? ¿Simplemente la desecharas, como me desechaste a mí… a tu ex esposo? Las últimas tres palabras las dijo con más cuidado pero sin bajar la voz, perfectamente consciente de la atención que aún estaban recibiendo de las mesas alrededor. El rostro de su madre palideció un momento. —Ten cuidado con lo que dices. — murmuró la mujer enderezando la espalda. Sandra sonrió con ira. —Puede que tú puedas amenazarme pero yo también puedo hacerlo madre, yo también puedo arruinarte. — murmuró inclinándose sobre la mesa más cerca de ella para que solo ella pudiera escucharla. —No tienes pruebas de nada de lo que dices— dijo poniéndose de pie. Aparentemente su madre ya había decidido que la reunión había terminado. —Te veré la próxima semana. — dijo y tomando su pequeño pero costoso bolso salió del restaurante. Sandra se reclinó sobre el asiento conforme la adrenalina iba saliendo de su cuerpo. Esto era malo. Muy malo. Y si ella no hacía algo al respecto pronto su madre se saldría con la suya de nuevo. No podía permitirlo. Sandra volvió al departamento a pie esperando que aquello le quitara el mal sabor de boca que dejaba cada reunión que tenía con esa mujer que no merecía ser llamada madre. Encendió su teléfono que siempre se aseguraba de apagar antes de ver a su madre, se sentía culpable al ver las llamadas perdidas y los mensaje de preocupación de Nicol pero no se arriesgaría a preocuparla o a que su madre tomara el teléfono o lograra obtener alguna información extra de Nicol por su descuido. Al llegar a su departamento encontró la luz encendida y supo que Nicol ya había vuelto de su trabajo. Ese maldito trabajo. Sandra debió cuidarla más antes de dejarla pedir empleo en cualquier lugar. Pero ella nunca pensó que la que se hacía llamar su madre fuese capaz de hacer algo así, no había tenido suficiente con abandonar a la chica sino que incluso se creía con algún maldito derecho sobre su vida. Sandra encontró a Nicol en la cocina preparando la cena. Pese a que Sandra no había sido tan silenciosa al entrar Nicol no la notó, parecía perdida en su propio mundo. — ¿En qué piensas? — preguntó llegando sorpresivamente tras ella y haciendo que Nicol lanzara lo que sea que hubiese en el sartén. — ¡Dios, me asustaste! No te escuche entrar— respondió apagando la estufa. —Lo noté linda, parecías muy perdida en tus pensamientos, ¿algo interesante que compartir? Sandra no esperaba que el rostro de Nicol se tiñera de rojo ante su pregunta, sus ojos bailaron como si miles de recuerdos llegaran a ella de pronto. —Algo así— dijo y la vio abrazarse a sí misma cruzando los brazos. —no… no lo sé, es complicado. Sandra tomó el pollo empanizado que no había salido volando del sartén y lo puso sobre la mesa de madera disponiéndose a comer directo del sartén. En realidad tenía hambre, la comida de ese restaurante era raquítica. … Nicol no había estado segura sobre contarle a Sandra lo que había pasado con Azael, temía comprometer a su padre, sin embargo todo aquello estaba siendo demasiado para ella así que se decidió solo a contar una parte, sólo aquello que no la involucraba con Dante. Le contó lo de la fiesta de aniversario omitiendo la droga que ella había puesto en el bazo de su jefe, le contó lo de la fiesta de navidad omitiendo que había sido Dante quien la había obligado a ir y omitió algunos detalles de la reunión de esa tarde con su jefe. Nicol descubrió que era mejor mintiendo si solo omitía los detalles que prefería que no supieran. Espero a que Sandra gritara, se emocionara o se escandalizara con su relato pero ella permaneció seria al final de todo. — ¿Sandra? — preguntó Nicol ante su silenció. —Nicol, hay algo que tengo que decirte.
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